El Papa León XIV elogió “la maravillosa aventura” de ser padres que hoy eligen recorrer muchas familias, incluso en un tiempo marcado por dificultades económicas y sociales.
El Pontífice dedicó parte de la Audiencia General al valor de generar, que “significa confiarse en el Dios de la vida”, y promover lo humano “en todas sus expresiones”, ante todo en la “maravillosa aventura de la maternidad y de la paternidad”.
“En vuestras familias, que no falte el coraje de tomar decisiones sobre la maternidad y la paternidad. No tengáis miedo de acoger y defender a cada niño concebido. Anunciad y servid el Evangelio de la vida. Dios es el amante de la vida. Por ello, custodiadla siempre con cura y amor”, aseguró en los saludos que dirigió a los peregrinos de lengua polaca presentes en la Plaza de San Pedro.
León XIV reconoció, sin embargo, que esta vocación se desarrolla hoy en un contexto exigente. “También en contextos sociales en los que las familias fatigan en sostener lo oneroso del cotidiano”, dijo.
Así, lamentó que muchos hogares “se ven truncados en sus proyectos y en sus sueños” por estas presiones, que pueden desalentar a las parejas a formar una familia o ampliar la que ya tienen.
Para el Pontífice generar también es “comprometerse con una economía solidaria, buscar el bien común igualmente usufructuado por todos, respetar y cuidar a la creación, ofrecer consuelo con la escucha, la presencia, la ayuda concreta y desinteresada”.
El Santo Padre continuó este miércoles con la catequesis sobre la Pascua de Cristo que “ilumina el misterio de la vida y nos permite mirarlo con esperanza”, aunque reconoció que esto “no es siempre fácil o se da por descontado”.
“Muchas vidas, en todas las partes del mundo, aparecen como llenas de fatigas, dolorosas, llenas de problemas y de obstáculos por superar”, constató. Sin embargo, aseguró que el ser humano recibe la vida como “un don”. A continuación, León XIV hiló en sus reflexiones la serie de “interrogantes fundamentales” que marcan la historia del pensamiento humano: “¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Cuál es el sentido final de todo este viaje?”.
Para el Pontífice, “vivir” invoca “una esperanza” que actúa como un “impulso” interior que nos “hace caminar en las dificultades, que no nos deja rendirnos ante las fatigas del viaje, que nos asegura que el peregrinaje de la existencia nos conduce a casa”.
La “enfermedad” social de la falta de confianza
Durante sus reflexiones apuntó a un diagnóstico social que describió como “una enfermedad difundida en el mundo”: la falta de confianza en la vida.
Esta desconfianza, explicó, adopta la forma de una renuncia silenciosa, como si la vida ya no fuese percibida como un don recibido, sino como una incógnita incierta o incluso una “amenaza” ante la cual conviene protegerse “para no desilusionarnos”.
En este contexto, el Papa aseguró que el “valor de vivir y de generar vida” se convierte hoy en una “tarea urgente”, especialmente porque —recordó citando el Libro de la Sabiduría— Dios es, por excelencia, “el amante de la vida” (Sab 11,26).
El Papa insistió en que la “lógica de Dios” permanece fiel por siempre a su diseño de amor y de vida. “No se cansa de sostener a la humanidad también, cuando tras los rastros de Caín, obedece al instinto ciego de la violencia en las guerras, en las discriminaciones, en el racismo, en las múltiples formas de esclavitud”, indicó.
Por ello, aseguró finalmente que la Resurrección de Jesucristo es la fuerza que sostiene al hombre “donde las tinieblas del mal oscurecen el corazón y la mente”.
*Publicado en Aciprensa

