Durante décadas, los expertos describieron la llamada “curva de la felicidad” con una forma de U: los jóvenes suelen sentirse más felices, esa satisfacción decae en la mediana edad y vuelve a repuntar en la vejez. Sin embargo, un nuevo análisis muestra que esta tendencia está cambiando: la felicidad comienza a disminuir mucho antes en la vida.
Los hallazgos provienen del Estudio Global de Florecimiento, un trabajo conjunto de investigadores de Harvard y la Universidad de Baylor, basado en datos recopilados por Gallup a más de 200.000 personas en 22 países. Según el informe, los adultos jóvenes de entre 18 y 29 años (Generación Z) se sienten menos felices y enfrentan dificultades relacionadas con la salud mental y física, la falta de sentido en la vida, la inseguridad financiera y problemas en la calidad de sus relaciones.
Para medir el bienestar, se utilizó la Medida de Florecimiento de Harvard, que evalúa factores como felicidad y satisfacción vital, salud física y mental, propósito de vida, carácter y virtud, además de las relaciones cercanas. Los investigadores encontraron que la curva de florecimiento se mantiene plana hasta aproximadamente los 50 años, cuando comienza a subir nuevamente.
Este patrón se repite en diferentes países, como el Reino Unido y Australia. No obstante, la brecha entre jóvenes y adultos mayores resulta mucho más amplia en Estados Unidos.
“Es un panorama bastante desolador”, declaró al New York Times Tyler J. VanderWeele, autor principal del estudio y director del Programa de Prosperidad Humana de Harvard. “¿Estamos invirtiendo lo suficiente en el bienestar de los jóvenes?”
Una generación atrapada en la infelicidad
Las investigaciones coinciden en que la satisfacción vital y la felicidad han caído de manera constante entre los adultos jóvenes en la última década. En EE. UU., la Encuesta de Conductas de Riesgo Juvenil (YRBSS) ha registrado un fuerte aumento en los niveles de ansiedad y depresión, especialmente entre las mujeres. En 2023, el 53% de las estudiantes de secundaria dijeron sentir tristeza o desesperanza de forma persistente, frente al 28% de los varones.
“A los jóvenes no les va tan bien como antes”, escribieron los autores del Estudio Global Flourishing. “Si bien las causas probablemente sean diversas, los problemas de salud mental en los adultos jóvenes están claramente en aumento”.
Una encuesta nacional de Harvard de 2023 refuerza esta tendencia: los jóvenes de entre 18 y 25 años reportaron tasas más altas de ansiedad y depresión que los adolescentes.
El informe identificó varias causas que deterioran la salud mental de la Generación Z:
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Falta de sentido y dirección: el 58% afirmó no haber encontrado “sentido o propósito” en sus vidas durante el último mes; la mitad reconoció que su salud mental se vio afectada por “no saber qué hacer con mi vida”.
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Preocupaciones financieras: el 56% expresó estar inquieto por su bienestar económico.
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Presión por rendir: la mitad de los jóvenes señaló que la exigencia por obtener resultados dañaba su salud mental.
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Sensación de colapso global: el 45% dijo experimentar una “sensación general de que las cosas se están desmoronando”.
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Soledad y aislamiento social: el 44% declaró sentirse indiferenciado frente a los demás y el 34% manifestó sentirse solo.
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Factores sociales y políticos: fenómenos como el cambio climático, la violencia armada en las escuelas y la incertidumbre sobre el liderazgo político también pesan sobre la Generación Z.
El estudio no solo refleja un panorama preocupante, sino también un llamado a replantear cómo la sociedad acompaña a sus jóvenes en la búsqueda de sentido, estabilidad y esperanza.
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Redacción LaFamilia.info con información de fortune.com