Daniel Arasa Favá es un reconocido periodista español, doctor en Humanidades y Ciencias Sociales. Casado con Mercè, padre de siete hijos y abuelo de diez nietos.
Durante más de cuarenta años ha ejercido como periodista, de ellos veintiséis como redactor jefe de Europa Press de Cataluña. Sigue colaborando en diversos medios, como “La Vanguardia”, la Cadena COPE-Cataluña y varios diarios digitales. Fue profesor de varias universidades, y fundador y presidente de organizaciones familiares y culturales como la Plataforma per la Família, el GEC o CinemaNet.
Ha publicado más de cuarenta libros sobre historia, religión, humanidad y familia. Ahora su más reciente publicación, está dedicada al matrimonio: «¡El amor de mi vida has sido tú!«. A continuación compartimos una entrevista realizada por Javier Navascués del medio Infocatolica.com.
¿Por qué un libro dedicado a su esposa, al cumplir los 55 años de matrimonio, titulado ¡El amor de mi vida has sido tú! ?
Cuando cumplimos los 50 años escribí un libro muy claramente dedicado a ella, Mercè, A las 9 en la luna, subtitulado Un paseo a través de 50 años de amor imperfecto. Era un libro muy personal dirigido a mi esposa y, de forma un poco más amplia, a toda nuestra familia. Son siete hijos, y ya entonces había unos cuantos nietos, que en la actualidad son diez.
Ahora al cumplirse los 55 años de la boda escribo otro, ¡El amor de mi vida has sido tú!, con el subtítulo de Reflexiones y vivencias de 55 años de amor conyugal. Tiene una vertiente referida a mi propia familia y a nuestras experiencias, pero pretende ir más allá. De un lado, reflexionar sobre muchos aspectos de la vida conyugal y, a la vez, exponer las bases para un matrimonio feliz, tanto para los que llevan muchos años juntos como para los novios, los que empiezan su vida matrimonial, los que tienen hijos adolescentes o los que van a jubilarse. Aunque sus circunstancias varían, los ejes centrales son los mismos.
Parece también un homenaje a los matrimonios que han sido fieles…
En efecto, subyace en todo el libro un homenaje a los matrimonios que han sido fieles a lo largo de los años y en los que tanto el marido como la mujer procuran cada día hacer feliz al otro.
Afirmo con rotundidad que están muy equivocados quienes creen que el amor entre los mayores es un cariño de aguas estancadas. Por el contrario, es una etapa en que el amor matrimonial en esta etapa de la vida no solo puede ser fuerte, intenso, sino lleno de entusiasmo y de vibración, aunque sus manifestaciones sean menos expansivas que en la juventud. El paso de los años no tiene por qué llevar a una rutina, ni a una parálisis, y mucho menos a una simple conllevancia. Tengo la seguridad de que los matrimonios fieles son los más felices.
¿Por qué entiende que el matrimonio y la familia es la aventura más importante en la vida de la mayoría de personas?
La mayoría de personas tenemos vocación al matrimonio. Dios lo ha hecho así. Por tanto, para los casados es el matrimonio el camino a recorrer por el que nos hemos de santificar. Solo con esto ya bastaría para considerarlo lo más importante en la vida.
Pero, incluso visto de otra óptica, el formar una familia abre uno de los horizontes más importantes de desarrollo personal, de entrega a otras personas saliendo de uno mismo, de traer nuevas vidas al mundo, de educar a unos hijos, de dar sentido de pertenencia, de contribuir al bien común de una sociedad y garantizar la continuidad de ésta. Hasta es una fuente de creatividad para renovarse cada día.
Una experiencia de los médicos que atienden a pacientes enfermos en la etapa final de su vida: explican que son muchísimos los que lamentan no haberse dedicado más a sus hijos, a su familia, mientras que no se suelen referir, por ejemplo, a si tuvieron mayor o menor éxito profesional o si ganaron más o menos dinero.
Y por lo tanto, habla de la necesidad de poner toda la carne en el asador para que salga bien… ¿Por qué no se puede estar a medias?
El matrimonio es una obra de arte. Con todo el respeto y guardando distancias, incluso podría aplicársele aquella parábola de Jesucristo en que uno encuentra una perla de gran valor, vende todo lo que tiene y la compra.
En el amor (conyugal) solo puede haber exclusividad. Imaginemos que uno dijera a su novia al casarse: “Me comprometo a quererte tres meses”. La chica lo plantaría allí mismo quizás tras darle un bofetón. El amor verdadero es incondicional, en el tiempo y en la intensidad. No valen compromisos a medias.
Hay que ir al matrimonio como si uno no tuviera derechos, decidido a que los derechos sean del otro, el marido o la esposa. Si ambos actúan así tienen todos los derechos cada uno de ellos. Por ello hay que poner toda la carne en el asador en el intento de salir adelante.
¿Por qué avisa que no da recetas mágicas sino tan solo unas pautas que puedan crear un entorno propicio para que el matrimonio sea fecundo?
Con muy buena voluntad algunos preguntan, o se preguntan, como pueden ser un matrimonio feliz. Lo primero que han de tener claro es que no hay fórmulas ni recetas. Ni un manual de instrucciones como si se tratara del funcionamiento de un electrodoméstico.
Pero sí se pueden exponer unas ideas que pueden ser útiles: querer hacer feliz al otro un día y el siguiente, volverse a enamorar cada jornada y vivir el momento presente como si fuera el último de la vida, amar al otro con sus defectos.
Usted insiste mucho en la diferencia entre enamoramiento y amor.
El enamoramiento es la base inicial del matrimonio. No tendría muy buena pinta que una pareja de novios fueran a casarse sin estar enamorados. El enamorado siente en el estómago las cosquillas de la ilusión hacia el otro, lo ve como perfecto. Y ello es muy bueno. Pero, atención, ahí no se acaba. Lo habitual es que, al cabo de un tiempo, que a veces es corto, este enamoramiento tan sensible desaparezca, o como mínimo disminuya mucho. Entonces tiene su presencia el verdadero amor. Querer al otro, con sus defectos. Y procurando verle las virtudes.
Muchos no tienen en cuenta la diferencia entre enamoramiento y amor y al cabo de un tiempo de estar juntos se plantean romper porque dicen “se me ha pasado el amor”. Lo vemos todos los días en muchas familias. No sabían lo que es amar.
Amar de verdad implica querer-querer, renovando el amor cada día, aceptando al otro como es.
Si se me permite, y que se entienda bien, podríamos decir que, hoy, en una época donde los sentimientos lo centran todo y priman sobre la razón, la mayoría de personas sobrevaloran el enamoramiento y no tienen claro lo que es el auténtico amor.
¿Qué es lo que marca la diferencia entre un matrimonio del montón y uno extraordinario?
La diferencia entre un matrimonio del montón y otro extraordinario no está en los recursos económicos, ni en el nivel cultural, ni en triunfar en la profesión, ni en que los dos sean especialmente simpáticos o inteligentes, ni en que hagan cosas notables, sino en aportar día a día un pequeño “extra”. Sintetizando diría que se trataría de hacer de cada jornada un just married (recién casados).
¿En dónde radica pues la felicidad?
Ni en el matrimonio ni en otros ámbitos de la vida la felicidad no está en hacer grandes cosas. Casi todo lo que hacemos son cosas pequeñas. Ninguna de ellas por sí misma pasará a la historia. Pero la paradoja es que el “secreto de la felicidad” está ahí, en lo sencillo.
Podría afirmarse que no encuentra la felicidad quien le busca tres pies al gato, con cosas complicadas, ni el que va tras la dicha en sí misma. Esta es muy escurridiza y solo la encuentra aquel que intenta hacer felices a los demás. En el matrimonio, esencialmente al cónyuge, y luego al resto de miembros de la familia.Dejando claro siempre que, en esta vida, la felicidad no puede ser completa. No lo es para nadie.
¿Cómo pueden ayudar sus vivencias a que los matrimonios jóvenes superen las crisis y puedan ser estables a lo largo de los años?
Empiezo con un detalle personal. Como escribí en el libro anterior, A las 9 en la luna, mi esposa y yo somos como el agua y el aceite. Extraordinariamente distintos en carácter, en aficiones. Y, de momento hemos aguantado 55 años y seguimos enamorados e ilusionados. Damos gracias a Dios, porque es un don mucho más que un mérito nuestro.
A la vista de la experiencia de otros, los jóvenes no deben tener miedo a comprometerse, a casarse, a entregarse. Pueden salir adelante. Y con el paso de los años verán que ello les da felicidad, aunque no les habrá quitado problemas, que los hay siempre.
Eso sí, al ir a casarse, los novios han de mirar en la misma dirección y tener los mismos objetivos básicos. Por ejemplo, la misma visión de la familia y de tener hijos, así la decidida determinación de hacer feliz al otro por encima de uno mismo. Si esto no está presente más vale que lo dejen. Si además son personas de fe, tienen mucho ganado para que ascabe bien.
¿Cómo fortaleciendo la vida familiar se va fortaleciendo la sociedad?
La familia es la célula básica de la sociedad, y es anterior al Estado o a cualquier otra institución social. Lo reconocen hasta las Naciones Unidas.
Si en un cuerpo humano las células están sanas, vivas, todo el organismo funciona. En caso contrario, está enferma. Lo mismo ocurre en la sociedad. Si su célula básica está enferma, atrofiada, toda la sociedad anda mal. Basta observar dos cosas: En primer lugar, qué le está ocurriendo a nuestra sociedad posmoderna a causa de cómo funcionan muchas familias. Y, de otro lado, darse cuenta de que los que quieren disolver los valores básicos (y no digamos cristianos) de la sociedad dan la batalla en erosionar o destruir la verdadera familia.
Por Javier Navascués