Por más paradójico que parezca, Colombia, considerada uno de los países más felices del mundo, es también testigo de una alarmante fragilidad en sus vínculos matrimoniales; según datos recientes matrimonios en Colombia duran año y medio en promedio.
Según informó el Colegio Nacional de Notarios, en el primer trimestre de 2023 se registraron 2.133 divorcios, lo que equivale a 28 rupturas diarias, casi una por hora. Y los matrimonios jóvenes son los principales protagonistas de este fenómeno.
La crisis del matrimonio no es un caso aislado ni puramente colombiano. Es parte de una tendencia global que deja en evidencia la debilidad con que se están construyendo hoy muchas relaciones de pareja. En este artículo abordamos las raíces de esta situación desde diferentes ángulos y proponemos algunas vías de solución, especialmente desde una visión tradicional que valora el compromiso, la formación del carácter y la familia como núcleo fundamental de la sociedad.
¿Por qué el amor dura tan poco? Una mirada profunda a la fragilidad del matrimonio en tiempos modernos

1. Amores exprés: la cultura de lo inmediato
La rapidez con la que muchas parejas se casan y se divorcian es desconcertante. Casos de rupturas tras la luna de miel o incluso minutos después de firmar el acta matrimonial son cada vez más comunes. Esta cultura del “click” —rápido, fácil, desechable— ha permeado también las relaciones humanas. El matrimonio, que debería ser una construcción paciente, se ve reducido a una emoción momentánea.
¿El problema? Se confunde el enamoramiento inicial con amor verdadero. El primero es ciego y embriagante; el segundo, una decisión sostenida por la voluntad, el conocimiento mutuo, la madurez emocional y espiritual. Sin esos fundamentos, el matrimonio se convierte en un espejismo.
2. Individualismo y baja tolerancia a la frustración
Vivimos en una época donde el «yo» prima sobre el «nosotros». El individualismo exacerbado ha debilitado la noción de sacrificio mutuo, de renuncias pequeñas por un bien mayor: la familia. En cuanto aparece el primer conflicto o la primera molestia cotidiana —el desorden, el ronquido, la rutina—, en vez de buscar solución se opta por la ruptura.
Este fenómeno se agrava por la falta de habilidades relacionales: no se enseña a discutir sin herir, a escuchar sin interrumpir, a perdonar sin humillar. Y en la escuela ni en casa se cultivan virtudes tan necesarias como la paciencia, la templanza o la humildad.
3. Desconocimiento del otro y falta de preparación
Muchos matrimonios fracasan porque las parejas se casan sin haberse conocido en profundidad. No hablan de sus valores, expectativas, formas de ver la vida, ni del deseo o no de tener hijos. Se lanzan al matrimonio como si fuera una aventura romántica, sin haber conversado sobre lo esencial: ¿Qué esperas de mí como esposo o esposa? ¿Qué lugar ocupa la fe en tu vida? ¿Cómo manejaremos el dinero? ¿Qué haremos si llega una crisis?
Un noviazgo superficial es un preámbulo inseguro para una unión estable.
4. Crisis de la autoridad y distorsión del rol del varón y la mujer
El modelo tradicional de familia ha sido fuertemente cuestionado en las últimas décadas. Y aunque se han logrado avances necesarios en equidad y respeto a la dignidad femenina, también se ha desdibujado el valor complementario del varón y la mujer como equipo. Hoy, muchos jóvenes entran al matrimonio sin una visión clara de qué significa ser esposo, esposa, padre o madre.
Además, la falta de modelos sólidos de familia en generaciones anteriores —hogares rotos, ausencias afectivas, violencia o indiferencia— ha dejado huellas. Muchos hoy quieren amar, pero no saben cómo.
5. El manejo del dinero
No podemos ignorar los factores externos: el estrés financiero, la falta de educación económica, las deudas, la precariedad laboral. Según datos de Fincomercio, el 93% de las parejas encuestadas en Colombia admitiría divorciarse por diferencias económicas. No compartir la visión sobre el dinero, no saber ahorrar ni planear juntos el futuro, son causas frecuentes de separación.
Pero la solución no es económica: es educativa y formativa. Se trata de ayudar a los jóvenes a prepararse para el matrimonio no solo emocionalmente, sino también en la administración de los bienes y la vida doméstica.
¿Qué podemos hacer?
1. Revalorizar el noviazgo
Un noviazgo largo, serio, con acompañamiento y discernimiento es vital. No basta con quererse: hay que preguntarse si se es capaz de sostener un compromiso para toda la vida.
2. Formar en virtudes humanas y espirituales
La fortaleza, la fidelidad, la responsabilidad, el perdón, la castidad y la generosidad son virtudes que sostienen un matrimonio más que cualquier sentimiento. Estas se aprenden en casa, se cultivan con esfuerzo y se transmiten con el ejemplo.
3. Educar en el sentido del compromiso
No todo conflicto es una señal de ruptura. Aprender a resolver diferencias, a pedir perdón, a ceder, es parte de la vida matrimonial. Abandonar el ideal del «todo debe ser fácil» y asumir que lo bueno cuesta es clave para una relación duradera.
4. Fomentar espacios comunitarios de acompañamiento
Parroquias, movimientos familiares, redes de apoyo entre matrimonios pueden ofrecer formación, escucha, consejería y herramientas prácticas. La familia tradicional no está sola: necesita comunidad para fortalecerse.
5. Proteger el matrimonio desde las políticas públicas
Un país con familias fuertes tiene ciudadanos más sanos, niños más felices y menor violencia social. Incentivar la educación prematrimonial, reducir impuestos a parejas casadas con hijos, ofrecer orientación con valores en las escuelas y medios, es una tarea urgente.
Que el amor dure poco no es un dato anecdótico, es un síntoma. Un síntoma de una sociedad que ha olvidado el valor de la entrega total, del compromiso firme y de la familia como célula viva del tejido social. Si queremos revertir esta crisis, necesitamos volver a mirar con respeto y valentía la belleza del matrimonio fiel, estable, abierto a la vida y basado en el amor verdadero. No se trata de añorar el pasado, sino de rescatar lo que nunca debió perderse.
Por LaFamilia.info