Un nuevo estudio internacional revela que los niños que reciben un smartphone antes de los 12 años presentan mayor riesgo de depresión, problemas de sueño y obesidad. Expertos recomiendan retrasar la entrega del primer celular y establecer límites claros de uso.
Un reciente estudio publicado en la revista Pediatrics encendió las alarmas sobre la entrega temprana de smartphones a los niños. La investigación, liderada por el doctor Ran Barzilay, psiquiatra del Centro de Prevención, Intervención e Investigación del Suicidio Juvenil del Hospital de Niños de Filadelfia (CHOP), analizó datos de más de 10.500 menores en Estados Unidos y encontró asociaciones claras entre el uso temprano de teléfonos inteligentes y problemas de salud física y emocional.
Qué encontraron los investigadores
Los niños que recibieron su primer smartphone antes de los 12 años presentaron:
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Mayor riesgo de depresión en la preadolescencia.
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Peor calidad e insuficiencia de sueño, especialmente entre semana.
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Más probabilidades de obesidad, en comparación con quienes no tenían teléfono a esa edad.
Si bien los investigadores no evaluaron el contenido consumido ni las horas de uso, la simple posesión temprana del dispositivo ya mostró relación con estos riesgos.
Además, el estudio encontró un patrón preocupante: cuanto más temprano recibía el niño su primer smartphone, mayores eran los riesgos. Incluso quienes lo obtuvieron a los 13 años mostraron indicadores menos favorables que quienes permanecieron sin teléfono.
¿Por qué es importante este hallazgo?
El doctor Barzilay señala que esta etapa —los 11 y 12 años— es especialmente vulnerable para el desarrollo emocional y social. La introducción de un smartphone, sin acompañamiento adecuado, puede interferir en:
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Rutinas de sueño.
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Actividad física.
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Procesos de socialización real.
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Regulación emocional.
Por eso, aunque no todos los niños experimentarán problemas, el estudio invita a las familias a reflexionar con mayor cautela sobre el momento de entregar el primer dispositivo.
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Recomendaciones para las familias
Los especialistas sugieren:
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Retrasar la entrega del smartphone hasta donde sea posible.
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Establecer reglas claras de uso: horarios, límites nocturnos, espacios libres de pantallas.
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Supervisar el contenido y las aplicaciones que utilizan.
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Favorecer actividades que promuevan movimiento, conversación y contacto real.
En conclusión
Este nuevo estudio aporta evidencia sólida sobre algo que padres y educadores vienen sospechando: el acceso temprano a un smartphone no es un simple paso tecnológico, sino una decisión de impacto en la salud física y emocional de los niños.
Tomar decisiones informadas, acompañar y poner límites sigue siendo clave para proteger el bienestar de nuestros hijos en un mundo cada vez más digital.
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Por LaFamilia.info
