Colaboración Francisco Gras
Foto: Freepik
«Si hay una época del año en la que falla la virtud de la austeridad, esta sería sin ninguna duda, las fechas navideñas. Y la familia, es donde esto sería más palpable», indica Francisco Gras, director de la Escuela de Padres Mi Cumbre.
«Desde que nacen los hijos nos hemos esforzado en mimarlos en exceso, partiendo del principio de que han de tener lo que nosotros no pudimos alcanzar. Nos volcamos en facilitarles todo cuanto se les antoja: ropa de marca según la moda, juegos electrónicos, móviles, TV personal, tablet, moto, coche, etc. De esta forma les acostumbramos a vivir sin carecer de nada y a conseguirlo sin esfuerzo. Los jóvenes así educados no cambiarán nunca y es probable que no sepan hacer frente a sus obligaciones familiares actuales ni futuras. Este es el camino más corto para conformar una sociedad insolidaria por su falta de virtudes, valores e individualismo», señala Francisco Gras.
De ahí que este valor sea tan importante en la educación de nuestros hijos, teniendo en cuenta que la austeridad, «no tiene que ver nada con la tacañería, la roñosería, ni la cicatería. Y sí tiene mucho que ver con la generosidad y el desprendimiento». Por tanto, desde la Escuela de Padres, nos proponen diez puntos para practicar la austeridad en la familia:
1. Austeridad en la comida
En casa o en los restaurantes. El despilfarro de dinero y de comida es un mal ejemplo que los padres damos a los hijos cuando no ponemos normas sobre la cantidad, calidad y precio que los hijos pueden consumir.
2. Austeridad en las compras
De lo necesario y de lo superfluo. A veces ponemos demasiado énfasis en las marcas, en la moda y en el aparentar. La austeridad nos pide que agotemos la vida útil de las cosas que usamos antes de pensar en sustituirlas. Cambiar el teléfono sólo porque ha salido un modelo nuevo más bonito, aunque tenga funciones que no necesitaremos, no tiene sentido. Nos pide también no tener cosas repetidas, si podíamos valernos con una sola. Siempre encontraremos disculpas para encontrar ventajas a tener dos productos casi iguales, pero la realidad es que casi nunca podremos utilizar los dos a la vez.
Pero la austeridad es la antítesis del usar y tirar. Tenemos que huir de comprar cosas que se fabrican para que duren poco tiempo. Las cosas que se estropean no se arreglan, sino que simplemente se cambian por otras nuevas, en gran parte porque nos resulta más barato comprar un artículo nuevo que reparar el antiguo, ya que cada vez cuesta más encontrar talleres de reparación. Pero siempre que sea posible, es mejor reparar. La austeridad no significa siempre comprar al menor precio, ni las cosas peores. Muchas veces lo barato sale caro, porque es de mala calidad y se estropea antes. También la austeridad es comprar lo bueno antes que lo barato. La persona austera cuida las cosas propias y ajenas que usa, para que duren más.
3. Austeridad en el endeudamiento
Cuesta demasiado caro endeudarse. Las familias tienen que darse cuenta que comprar sin austeridad supone, la mayoría de las veces, endeudarse con unas cuotas de intereses altísimas.
4. Austeridad en la imagen proyectada, propia o familiar
Muchos quieren aparentar, ser o tener más que los demás, para empatarles, por eso no dudan en gastar incluso lo que no pueden. El antiguo dicho de «que según te vean, así te tratan» no hay que aplicarlo solamente en el de la vestimenta. Hay otros conceptos en cada una de las personas, en los que verdaderamente la sociedad se fija y valora.
5. Austeridad en los gastos ostentosos
Excesivamente utilizados en las celebraciones familiares, religiosas, civiles o amistosas, para intentar demostrar una abundancia económica que no siempre es real, por lo que las familias pueden quedar endeudadas durante mucho tiempo para pagar las deudas, y teniendo que sustituir en el futuro las compras necesarias por el pago de la deuda.
6. Austeridad al comprar cosas innecesarias
Los padres tienen que dar un primer paso para desembarazarse de este concepto, en el que al consumo compulsivo se le llama «nivel de vida» y a la posibilidad de conseguirlo se le llama «bienestar». Trate de anotar y analizar continuamente los gastos mensuales, individuales y familiares. Posiblemente llegue a la conclusión de que puede vivir con más austeridad. Cada persona y cada familia debe decidir libremente el grado de austeridad, severidad y rigidez en la forma de obrar o vivir, incluso para que sirva de ejemplo a otras personas o grupos sociales.
7. Austeridad al comprar cosas que no son de estricta necesidad
Según Gras, «los padres deben moderar el consumo y uso de artículos y aficiones que no son necesarias para vivir. Resistir al consumismo significa vivir un estilo y sentido de la vida diferente. Hay que estar bien enraizados en los valores de la sencillez. No se debe ser austero únicamente por mortificación, se aspira a ganar tiempo que utilizará en beneficio de su persona que es materia y espíritu. La austeridad les hará solidarias con personas y sociedades menos desarrolladas. así podrá compartir con justicia, pues tiene que tener una lucidez esperanzada para discernir entre lo que se necesita verdaderamente y lo qué se puede prescindir».
8. Austeridad y modestia
El verdadero sentido de la austeridad sólo se conoce cuando se enlaza con la modestia. La modestia es rehusar lo innecesario, desde el momento en que lo innecesario nada significa.
9. La austeridad de vida
Debería ser «una exigencia ética, la cual obliga preferentemente a quienes están al frente de la cosa pública en sus diversos niveles y a los que en el ámbito privado están situados en posiciones privilegiadas, como los padres maestros y otras personas influyentes en la sociedad, a actuar».
10. Austeridad en las relaciones económicas con los hijos
«Cuando se suele abandonar la obligación de la responsabilidad familiar de la educación en las virtudes y valores humanos, pues en vez de responder con entereza a las normas de una buena educación, algunos padres prefieren apostar por la satisfacción inmediata de quitarse los problemas de encima mediante el olvido de las virtud de la austeridad. Por eso llegan los excesivos regalos y premios injustificados a los hijos para no tener que luchar contra las peticiones de los hijos», concluye el autor.
Colaboración de Francisco Gras –Blog Escuela para padres– para LaFamilia.info.