El “delicado equilibrio entre familia y trabajo” fue destacado por el Papa Francisco durante la audiencia que concedió a una delegación de la Asociación Italiana de Empresas Familiares, invitándola también a que sus actividades sean guiadas por el don de la fe.
En su breve discurso, el Pontífice afirmó que “la Iglesia es la familia de Dios y mira con buenos ojos todo lo que es familia. Primero las personas y luego la familia: ¡no! Primero la familia y, dentro de la familia, las personas”.
En ese sentido, destacó el “delicado equilibrio entre familia y trabajo” que caracteriza a los miembros de la asociación y “que se expresa en el coraje empresarial y en la responsabilidad”.
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“Es bueno, es constructivo cuando el coraje y la responsabilidad van juntos. La acción que nace del corazón es audaz, no se encierra en sí misma, sino que sabe mirar lejos; y la responsabilidad, por tanto, es el secreto de la empresa, una palabra que significa ‘administración de la casa’ —oikos nomos— y es, por tanto, expresión de cuidado. Cuidar la propia empresa, cuidar la familia, cuidar la casa común, cuidar las generaciones futuras”, alentó.
Luego, el Papa Francisco les dijo que, así como la misión de la Iglesia Católica, la actividad de la asociación “está generalmente enraizada en un territorio, que están llamados a enriquecer, tanto con el testimonio de los vínculos familiares como con la seriedad de su compromiso profesional”.
“Que el don de la fe oriente cada vez más su presencia en las realidades locales, y fortalezca su participación en las suertes de la humanidad”, expresó.
El Santo Padre les pidió no olvidar “que todo está conectado”, aunque “la fraternidad entre las personas y los pueblos esté muy herida y la casa común lleve las marcas de la injusta codicia humana”.
“Incluso las cosas malas tienen una conexión con todos nosotros”, reiteró el Papa Francisco, quien los exhortó a vivir “la dimensión local con un corazón universal”, y a difundir por el mundo “el valor de ser ‘familia’”.
Asimismo, los animó “a seguir adelante, a sentirse parte, en la Iglesia, de una familia más grande y de una obra más grande, que es el servicio al Reino de Dios y a su justicia. Los invito, pues, a ensanchar su corazón y su mirada, a cultivar la escucha, en casa y en el trabajo, entre generaciones diferentes”.
“Crean en la vocación de sus hijos —sea cual sea— y abran puertas y ventanas a quien quiera recorrer un trecho del camino con ustedes. Recordemos la parábola de los talentos: nada de lo que se les ha confiado debe ser ‘enterrado’. No tengan miedo y sigan adelante con confianza”, concluyó el Papa Francisco.
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*Publicado en Aciprensa
