¿Nuestra sociedad discrimina al adulto mayor?

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La vida actual está adecuada a la medida de los jóvenes: los trabajos, los sitios de entretenimiento, los autos, las comunicaciones, las ciudades, las viviendas… ¿y dónde quedan las personas mayores? ¿Acaso se nos olvida que algún día estos jóvenes también envejecerán?

Hombre y mujer: dos estilos de trabajo

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El hombre y la mujer, por naturaleza, son diferentes. Ninguno es mejor que otro, fueron creados para complementarse y enriquecerse de forma recíproca, estableciendo un equilibrio entre los defectos y virtudes que ambos tienen.

Matoneo laboral: cómo prevenirlo

 
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Son conocidos los términos de “acoso, intimidación y bullying” por presentarse en los ámbitos escolares, pero tal vez no sea tan claro en el caso de los adultos. Para sorpresa de algunos, este fenómeno se denomina “matoneo laboral”, el cual adquiere importancia hoy en las organizaciones.

 

Comentarios despectivos, amenazas, señalamientos, bromas, humillaciones, rechazo del grupo, rumores, son algunas de las tácticas de intimidación más comunes, la diferencia en este caso, es que involucra personas adultas que comparten un mismo espacio de trabajo, afectando el clima laboral y el bienestar de los trabajadores. Qué es, cómo se manifiesta, y lo más urgente cómo prevenirlo, es lo que abordaremos en esta nota.

 

Ambientes hostiles

 

Similar a como sucede en los niños, el matoneo laboral encierra todas aquellas agresiones físicas y sicológicas de un trabajador hacia otro, que se presentan de forma reiterada con el objetivo de perturbarlo y lograr algún interés particular.

 

El médico psiquiatra Mario Danilo Parra, explica que “en la intimidación laboral cabe todo aquel maltrato lo suficientemente severo como para comprometer la estabilidad emocional y física de una persona y amenazar su tranquilidad. Es una conducta abusiva, consciente, de una persona hacia otra, que genera incomodidad y hace que el trabajador se sienta avergonzado y agredido”, dice Parra en una entrevista publicada por el diario ADN.

 

Esta conducta de los agresores podría tener origen en situaciones arraigadas a la historia personal como vacíos afectivos y educativos, los cuales se manifiestan a través de la envidia, la intolerancia, el narcisismo, la soberbia, el orgullo, el irrespeto, la inseguridad. Es por eso que en algunos casos, el matoneador busca fastidiar a sus víctimas para sacarlas del camino y así evitar un ascenso o un negocio.

 

El matoneo se puede dar entre compañeros de trabajo que están en un mismo nivel jerárquico, o subalternos, es decir del jefe hacia trabajador; en este último, el abuso del poder es el principal instrumento y el agredido rara vez denuncia la realidad por temor a ser despedido.

 

Por obvias razones esta situación causa daños sicológicos en las víctimas, quienes pueden llegar a sentir inseguridad, baja autoestima, ansiedad y depresión, además su salud física se puede ver afectada al sufrir alteraciones del sueño y otras patologías. La desmotivación, el desinterés por el trabajo y la merma de la productividad, no tardan en aparecer en los agredidos.

 

Juan Vicente Conde, expresidente de la Sociedad Colombiana de Medicina del Trabajo advierte que la humillación y la intimidación a veces no son directas; de hecho, pueden adornarse con palabras para que los insultos se parezcan más a un consejo maternal que a una agresión. “Aquí caben frases del estilo, ‘mira, ¿no has pensado en cambiar de trabajo? Te veo cansado, como desgastado… A todos nos pasa’; se trata de expresiones que, aunque parecen inocentes, en el caso del matoneo tienen la consciente intención de hacer daño”, puntualiza Conde en una publicación de ElTiempo.com.

 

¿Qué hacer para prevenirlo?

 

La promoción de los valores (Leer también: 5 Valores que generan un buen clima laboral) para buscar la sana convivencia, es la mejor herramienta para prevenir la intimidación laboral. El trabajo en equipo, la tolerancia, la comunicación asertiva, el buen trato, son valores esenciales que se deben trabajar en las organizaciones. De esta manera se logrará un clima de respeto y armonía, el cual debe transmitirse a través del ejemplo de los altos niveles jerárquicos hacia abajo. Para ello se requiere identificar los focos de conflicto y afrontarlos de la manera adecuada. De la mano, debe ir un plan de acción en vista que se presente una situación de matoneo.

 

Que el trabajo no destruya la familia

 
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El trabajo dignifica al ser humano y es el medio para proveerle el bienestar material a la familia. Pero no siempre resulta fácil para el hombre y la mujer lograr este equilibrio trabajo-familia, teniendo en cuenta las exigencias del mundo empresarial que hoy rigen.

 

Por eso, en el marco de la celebración del Día del Trabajo (1ero de mayo) te damos las siguientes recomendaciones que pretenden servir de reflexión y hacer un alto en el camino para pensar en el negocio más importante de la vida: la familia.

 

Ser eficientes durante las horas laborales: Durante la jornada ordinaria se debe poner toda la concentración y empeño, de modo que estas horas sean lo más productivas posibles y así poder culminar a la hora indicada para irse a casa. Para lograr este propósito es importante eliminar los llamados “ladrones del tiempo” como son: la falta de delegación, las reuniones largas y mal preparadas, la impuntualidad, la poca organización de las actividades, las conversaciones inoficiosas, entre otros.

 

Establecer límites y prioridades: La familia es el cliente más importante, por lo tanto debe tener su lugar en la agenda con carácter prioritario y sin opción de ser desplazados por asuntos del trabajo. Para velar porque este compromiso sea inamovible, se sugiere establecer citas con fecha y hora, como si se tratara de cualquier compromiso profesional. Esto implica además aprender a defender este espacio, muchas veces habrá que decir “no” a eventos o invitaciones que no son determinantes para la vida profesional y al contrario, sí son de gran provecho en el hogar.

 

No llevar trabajo para la casa: Sólo en circunstancias extremas que así lo requieran, los expertos recomiendan no llevar trabajo para la casa. Hay que aprender a culminar las tareas laborales para poder disfrutar de la familia, sobretodo en esta era de las comunicaciones hay que “desconectarse”: apagar los móviles, no mirar el correo, apartarse de la computadora… En ocasiones esto se convierte en hábito y poco a poco se va deteriorando el espacio familiar.

 

Compartir los triunfos y las dificultades: No es justo llegar al hogar malhumorado, a causa de las dificultades del trabajo. La pareja es un apoyo y la persona más indicada para escuchar y tal vez brindar un consejo cuando se presentan estas situaciones, pero siempre bajo los términos de respeto, confianza y amor.

 

Confesarle al esposo(a) que se tienen líos laborales -grandes o pequeños, pero que igualmente le quitan el sueño- permitirá que fluya la comprensión y la empatía en la pareja, evitando así muchos conflictos. Hay que tener en cuenta que ante un comportamiento agresivo o retraído sin explicaciones, la imaginación no tarda en comenzar a volar…

 

Estar en casa; con cuerpo y alma: Algunos padres caen en el error de llegar a casa a ver televisión o a mirar redes sociales, etc. Cuando se está en casa, se debe dedicar tiempo de calidad tanto al cónyuge como a los hijos. La cena por ejemplo, es un momento especial para sentarse todos juntos en la mesa y comentar las experiencias que cada uno vivió en el día, o si no es esta ocasión, debe existir otro espacio que permita el diálogo y esparcimiento en familia -realizar actividades deportivas, ir al parque, dar un paseo, etc.- en fin, cada grupo familiar define qué va mejor de acuerdo a su estilo; lo importante es evitar que todos lleguen a casa a encerrarse en sus habitaciones. Ojo: hay que luchar por ser una familia “unida” y no una familia “junta”.

 

Tiempo a solas con el cónyuge: no es sólo un consejo, es el fruto de investigaciones que demuestran que una cita semanal con el esposo(a) sin hijos y sin distracciones, une a la pareja y la fortalece, lo que se traslada en beneficio para los hijos.

 

 

La calidad humana ayuda a conseguir empleo

LaFamilia.info
02.05.2012

 

Las empresas se esmeran por contratar las personas más idóneas para sus puestos de trabajo, estableciendo un perfil de competencias muy exigente, que abarcan aquellas de carácter técnico como otras de tipo personal. La excelencia humana es un factor siempre presente en los actuales procesos de selección de personal.

 

La calidad humana se ha convertido en un parámetro determinante para las organizaciones. Si bien es importante contar con un equipo eficiente y capacitado técnicamente para desarrollar a cabalidad las distintas funciones, también es fundamental que sean personas con valores humanos que aseguren el bienestar de la organización y que sus prácticas estén dentro de un marco de respeto, honorabilidad, amabilidad, responsabilidad, autodisciplina, equilibrio, humildad, entre muchos otros.

 

Por eso a la hora de elegir al potencial empleado, las empresas se valen de varios instrumentos, como por ejemplo la entrevista, que permiten identificar aspectos personales claves para la compañía.

 

Conocimiento personal en la entrevista de trabajo

 

“Una buena entrevista es el 80 por ciento del éxito de la búsqueda de empleo; el otro 10 lo constituyen las pruebas y el restante la buena hoja de vida», señala Angélica González, de selección y desarrollo de Recursos Humanos de Casa Editorial El Tiempo.

 

La entrevista es el contacto personal que busca descubrir rasgos de la personalidad y diagnosticar si el candidato se ajusta al perfil del puesto ofertado y a los valores de la empresa. Esto se logra gracias a ciertas preguntas que evalúan el conocimiento que tiene el candidato sobre sí mismo, como pueden ser: ¿Cuáles son sus cualidades y defectos? ¿Cuáles son los valores que ha aprendido, conserva y defiende? ¿Cómo ha actuado ante situaciones de crisis? ¿Cuáles han sido sus logros más relevantes y que quiere lograr a futuro? ¿Prefiere trabajar solo o en equipo? ¿Por qué cree que deberíamos contratarle?

 

Para dar respuesta a todo ello, lo aconsejable es la sencillez y sinceridad, pero siempre dando la información que se solicita. Sin embargo, estos interrogantes asociados a la formación en valores suelen ser las más difíciles de responder, así lo asegura la experta: “A los candidatos se les pide nombrar valores y ni siquiera saben qué es un valor. Muchos dicen que son personas ‘relajadas’ o ‘frescas’ y esas respuestas influyen mucho en la selección», agrega González.

 

También cuenta que otra de las preguntas en que suelen ´rajarse´ los candidatos es en aquellas en donde se les pide nombrar cómo suelen describirlo los demás.

 

Si el candidato se queda pensando o se sale de contexto, entonces “demuestra poco conocimiento como ser humano, así sea un gran trabajador.”

 

La honestidad en la entrevista

 

Este es uno de los valores que cobran mayor importancia en un proceso de selección. Tal como afirman los expertos en recursos humanos, comprobar que los datos presentados en la hoja de vida sean veraces es prácticamente sencillo, así que en una entrevista de trabajo importa mucho la honestidad de la persona.

 

“Uno de los aspectos que más he valorado ha sido la honestidad de sus respuestas, la capacidad afrontar las acciones y las consecuencias de sus experiencias pasadas” dice el portal español Expertos en Selección.

 

Asimismo, hay preguntas que el entrevistador realiza con el fin de observar la coherencia entre lo que el posible empleado dice y hace. Por ejemplo los cuestionamientos sobre los desaciertos pasados a nivel laboral, son una forma de poner a prueba el grado de honestidad. “Nunca es fácil hablar de ello, así que muchas personas se inhiben y dudan para responder. Igual sucede cuando se les pregunta sobre cuáles consideran que son sus defectos, para el ser humano es muy difícil hablar de sus propios defectos, especialmente en una entrevista laboral”, resalta Rosalba Montoya, gerente de Manpower Colombia, agencia mundial especializada en la selección de personal.

 

No hace falta profundizar entonces en las consecuencias de prescindir de personas con alto grado de ética y rectitud en una organización, basta mencionar los daños que ocasiona la ambición excesiva, la envidia entre los colaboradores, la falta de interés por hacer bien las cosas, la poca responsabilidad, los conflictos interpersonales… La calidad humana no sólo agrega valor a la organización, sino que da la certeza que el bien común será respetado.

 

Fuentes: portafolio.co, finanzaspersonales.com, donempleo.com, expertosenseleccion.es

 

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¿Trabajas para vivir o vives para trabajar?

Por LaFamilia.info – 25.04.2016

 

20162504vFoto: Pixabay 

 

“¿Vivo para trabajar o trabajo para vivir?” Esta es una pregunta que la mayoría de las personas se hacen en algún momento de su vida. Y es que en algunas ocasiones, el trabajo se puede volver tan absorbente, que lleva a descuidar las otras áreas del desarrollo (personal, familiar, social, física, espiritual). De ahí que en el marco del Día del Trabajo que se celebra el primero de mayo, hablaremos de cómo encontrar un balance armónico entre los diversos espacios.  

 

El trabajo representa numerosas bondades para el hombre; es fuente de conocimiento, aprendizaje y autorrealización, es un canal de servicio y es la forma de conseguir el sustento para asegurar la supervivencia. Además el trabajo constituye una de las principales actividades de la vida humana si se considera desde la cantidad de tiempo y esfuerzo que se le dedica, así como lo explica Aquilino Polaino-Lorente, doctor, psiquiatra y experto en psicopatología: 

 

“Es a través del trabajo que el hombre se perfecciona pues desarrolla e incrementa en sí los valores que le hacen más o menos valioso: simultáneamente que realiza la actividad a la que se entrega, él mismo se autorrealiza en ella.” Y añade: “Las consecuencias generadas por esa actividad reobran sobre su autor, contribuyendo a configurar y moldear su personalidad. Precisamente por esto, no es indiferente el modo en que el hombre realiza su trabajo.”

 

No obstante, por diversos factores, el trabajo puede convertirse en una adicción. ¿En qué consiste? 

 

Qué es y qué no es adicción al trabajo

 

No es lo mismo esforzarse por hacer bien el trabajo, ser eficiente y afrontar con responsabilidad las funciones laborales, que ser un adicto al trabajo; conviene diferenciar entre los comportamientos que son patológicos y los que no lo son.

 

Como en todo tipo de adicción existe una relación de dependencia, en este caso al trabajo, hasta convertirse en una situación perjudicial que termina por afectar la vida familiar y social, incluso puede producir deterioro físico, mental y emocional de quien la padece.

 

El término “Workaholic” proviene de Norteamérica, surge en los años 70 de la unión de las palabras “trabajo” (work) y “alcoholismo” (alcoholism). Introduce los rasgos característicos del comportamiento alcohólico al ámbito del trabajo y del mundo laboral.

 

En los últimos años este concepto ha sido el foco de diversas publicaciones. Por lo general, las definiciones de los estudiosos en el tema, explican que el adicto al trabajo se caracteriza por una excesiva dedicación laboral como único objetivo vital, por su desinterés por todo lo que no sea su trabajo y por su incapacidad para dejar de trabajar.

 

“Estos adictos poseen un abanico motivacional sólo reducido al trabajo, y esto constituye un empobrecimiento biográfico y personal, además de un atentado a sus deberes familiares y sociales.” Explica Lorente.

 

Perfil del adicto al trabajo

 

Siguiendo a los especialistas, algunas de las manifestaciones más frecuentes son:

 

– Pensar en el trabajo cuando no se está trabajando.

 

– No tomar vacaciones.

 

– Ansiedad e inseguridad ante responsabilidades laborales.

 

– Compromiso excesivo y compulsivo con la actividad profesional.

 

– Para las mujeres: aumento de poder dentro del matrimonio; renuncia a procrear para resolver el conflicto entre las demandas de maternidad y logros profesionales; multiplicación del trabajo total realizado como consecuencia de no poder eliminar sus responsabilidades en el hogar y en la educación de sus hijos…

 

– Personalidades obsesivas que controlan su ambiente y evitan situaciones novedosas, lo que contribuye a disminuir su inseguridad personal.

 

– Imposibilidad de abandonar, al final de la jornada, un trabajo inacabado.

 

– Incapacidad de negarse ante nuevas propuestas laborales.

 

– No disponer de un sistema de prioridades estables.

 

– Ser acusado por sus familiares de que muestra más interés por el trabajo que por ellos.

 

– Ser competitivo en cualquier actividad, incluso cuando practica deportes en familia.

 

– Impaciencia.

 

– Sentido de culpa cuando no se trabaja.

 

– Sus «entretenimientos» tienen que ver con su profesión.

 

– Esperar que todos trabajen como él.

 

– Dificultad para implicarse en las actividades de los otros.

 

– Experimentar placer cuando relata lo mucho y lo duro que trabaja.

 

En busca del balance armónico

 

La adicción al trabajo podría entenderse como consecuencia del cambio social experimentado en la forma de valorar el trabajo, cada vez más asociado a elementos como poder, estatus social, éxito y “felicidad”, que hacen de la actividad laboral el centro de la vida de muchas personas.

 

Resulta necesario entonces esclarecer dos tipos de balance: trabajo-familia y trabajo-ocio. Si el resultado en estos dos balances es disarmónico, se concluye que existe una adicción al trabajo. La regla de oro en este planteamiento está enfocada a buscar el sano y necesario equilibrio, pues sin duda existe la fórmula para desarrollarse en los diversos ámbitos de la vida sin tener que sacrificar ninguno de ellos.

 

Fuentes: encuentra.com, eluniversal.com, workaholics-anonymous.org

 

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Decálogo de La persona proactiva

Por Regino Navarro Rivera – LaFamilia.info

 

Del Libro “Trabajar Bien, Vivir Mejor” 

Autor Regino Navarro Ribera

Ediciones San Pablo. Bogotá, 2005. Derechos Reservados. 

 

1. Adquiera el hábito de observarse a Ud. mismo como se mira a otra persona: así será más objetivo en el auto-juicio.

2. Usted es el responsable de su propia vida: no deje que sean los demás, o los sentimientos, o las circunstancias, quienes determinen su conducta: elija y decida qué hacer a pesar de aquellos factores.

 

3. Los resultados de ahora no lo deben desanimar: siga adelante en la decisión tomada, si piensa que es la mejor.

 

4. No haga algo por costumbre, porque es la moda, o porque le gusta: piense, elija y actúe según sus principios.

5. Cuando se proponga un objetivo, cúmplalo. Cuando se comprometa con alguien o con algo, hágalo.

6. Después de tomar una decisión, es necesario asumir las consecuencias de esa elección. Lo contrario es una irresponsabilidad.

7. No existe responsabilidad sin iniciativa: busque en todo momento la forma mejor de hacer las cosas. No sea un mero ejecutor de instrucciones.

8. Quejarse, lamentarse, achacar culpas a otros, son formas de perpetuar los problemas. Procure usted ser mejor en eso que critica y así estará ayudando a los demás.

9. La opinión de los demás sobre usted –críticas, alabanzas, chismes, etc.- no deben perturbarlo: haga las cosas bien, según sus principios, sin importarle “el qué dirán”.

10. Todos somos responsables del éxito de la organización. No piense que un tema no le corresponde, porque nadie se lo ha asignado: sea solidario con aquel que le corresponde hacerlo.

 

 

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Decálogo de La excelencia personal

LaFamilia.info
02.06.2010

Del Libro “Trabajar Bien, Vivir Mejor”
Autor Regino Navarro Ribera.
Ediciones San Pablo. Bogotá, 2005.

  1. La excelencia comienza con un conocimiento realista de uno mismo: fortalezas y debilidades.
  2. No hay excelencia sin exigencia. No hay calidad personal sin esfuerzo. Por eso vencer la pereza y la comodidad es el inicio de la excelencia.
  3. Sea sincero con usted mismo: no confunda lo que es, con lo que le gustaría ser. Pregunte a los demás cómo lo ven; así tendrá una buena base para el auto concepto.
  4. La excelencia supone repetición de acciones buenas. La fuerza de voluntad se adquiere por repetición de actos que requieren esfuerzo. Por eso, pase a la acción: no se quede en buenos deseos.
  5. La agresividad es una señal de inseguridad. Los complejos, los miedos, las manías… van minando la propia seguridad.
  6. La envidia y el orgullo son auto destructores de la excelencia.
  7. Dos síntomas de autoestima inapropiada: mirar a los demás con aires de superioridad y la falta de confianza en uno mismo.
  8. La excelencia personal es un proceso de mejoramiento continuo para desterrar hábitos negativos y adquirir otros positivos.
  9. Cuando quiera decir sí, dígalo; cuando quiera decir no, también. Atrévase y no se sienta mal por decirlo. Es su derecho. Pero hágalo con buenas maneras.
  10. La excelencia no es la presunción del que se cree perfecto o del que piensa que todo lo puede por sí mismo. Es el convencimiento de que con la ayuda de los demás y de Dios, unidos al esfuerzo personal, puede ser mejor cada día.

Decálogo del Respeto

LaFamilia.info
02.06.2010

Del Libro “Trabajar Bien, Vivir Mejor”
Autor Regino Navarro Ribera.
Ediciones San Pablo. Bogotá, 2005.

  1. Respetar a una persona es tratarla como se merece, de acuerdo a su dignidad de ser humano (todos somos iguales en este sentido), y a la posición que ocupa en una colectividad.
  2. Vivir los buenos modales, y las normas de educación son señales claras de respeto a los demás.
  3. El respeto implica no apropiarse de ideas ajenas, lo cual sería un robo; también reconocer los méritos de los demás, sin apropiarse del éxito ajeno, lo cual es otra injusticia.
  4. El respeto implica valorar a cada persona, su fama, su tiempo y sus pertenencias.
  5. Cuando no se puede hablar bien de una persona es mejor callar. Evite juzgarla, si no tiene obligación de ello.
  6. La murmuración destruye el ambiente de trabajo, pues daña las relaciones interpersonales. No inicie ni propague chismes bajo ninguna excusa.
  7. El respeto es también tolerancia. Es decir no atropellar a otras personas y valorar las diferencias. Pero hable claro de sus ideas.
  8. La cortesía, la amabilidad, el agradecimiento, la puntualidad, las caras amables… son formas de mostrar respeto.
  9. Separar los hechos de las personas está en la raíz del auténtico respeto: la conducta inapropiada se debe corregir; en cambio a las personas se les comprende.
  10. Valentía para expresar y defender las ideas propias. Respeto y consideración por las ideas ajenas. El equilibrio entre estas dos posturas es señal de madurez.