“O yo manejo las redes sociales o las redes sociales me manejan a mí”. Esta rotunda afirmación sale del corazón y de la cabeza al ver el impacto que tiene en términos de tiempo empleado y de influjo en el comportamiento de las personas.
El reto es no es únicamente querer usarlas bien, sino saber evitar los peligros y aprovechar las ventajas.
En primer lugar, saber qué son las redes sociales, cómo funcionan y sus posibles intenciones visibles e invisibles, constituye una buena ayuda. Una primera consideración es que promover el miedo a las redes sociales, igual que a cualquier otra cosa, no parece muy efectivo, pues, aunque asusta también aumenta la curiosidad y atraen a la gente, en especial a los jóvenes. El miedo no es una motivación duradera, más bien se constituye en un reto que hay que superar. Pienso que el dramatismo y el alarmismo, cuando existen, no es la solución. Conviene tener en cuenta, más bien, que uno mismo construye las tendencias de sus propias redes sociales. Éstas están diseñadas para dar a cada persona más de lo mismo, más de lo que se busca, se comparte o se dice que gusta. Es un círculo vicioso: mis conductas determinan mis tendencias y éstas, mi conducta. Saberlo es buena parte de la solución.
Es necesario, en términos generales, formar el criterio, es decir, la capacidad de distinguir lo positivo de lo negativo, el bien del mal, lo correcto de lo incorrecto. Una manera de formar esta capacidad es tener una mente flexible capaz de escuchar voces distintas, acostumbrarse a preguntar el porqué de las cosas, tener sentido crítico, intentar saber quién está detrás y que intereses ocultos pueden existir. No es ser desconfiados, sino querer llegar al fondo de las cosas, no dejarse manipular. Una persona con criterio puede actuar libremente. Sin criterio no hay libertad, porque la ignorancia no permite tomar decisiones autónomas. Conviene preguntarse con frecuencia si se actúa por modas o por impulsos, si hay autocontrol en las decisiones, etc.
La voluntad juega un papel clave como se ve en el documental/película donde el protagonista no es capaz de cumplir la meta de estar una semana sin usar el celular, a pesar de que la motivación material era fuerte. Se necesita otro tipo de motivación distinta, más fuerte, además de aquella de tipo material. La voluntad hay que desarrollarla poco a poco, partiendo de metas fáciles que faciliten el logro de estas. Es preferible proponerse estar sin celular medio día y después un día, o abandonar únicamente una de las redes que se tiene durante una semana, etc.
Quizá el fondo de todo esté en que se ha perdido el sentido de la libertad, que comienza con la capacidad de autocontrol, y que continúa con la firme autodeterminación de ir hacia lo que se considera mejor, hacia el bien. La libertad no es simplemente la capacidad de elegir entre varias alternativas, sino, más bien, de tener un criterio formado para saber cuál es la opción más coherente con la condición humana del sujeto, y decidir en consecuencia. Después, comprometerse en una acción duradera hasta lograr el objetivo previsto.
La vivencia de la libertad presupone la búsqueda de la verdad, que es un elemento al que no se da importancia a veces. Se busca más bien hacer lo que hace todo el mundo. La verdad se sustituye por opiniones, o mejor, por posiciones prediseñadas por la sociedad en cada momento y que la publicidad promueve como lo mejor. La verdad la fabrican las encuestas, y éstas se acomodan al resultado que se quiere previamente. La verdad, de esta forma, es lo que veo y leo en mis redes. Caí en la trampa, pues se pierde la opción de ser libre.
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Regino Navarro Ribera
Fundador y Director de LaFamilia.info. Español de nacimiento pero colombiano de adopción. Coach profesional, especialista en Ciencias del Comportamiento, estudios en Orientación y Consejería, profesor, conferencista y autor de varios libros.
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