La familia es la base de la sociedad. Desde un punto de vista antropológico, las primeras comunidades humanas surgieron en torno a la familia. Desde un punto de vista sociológico, la familia existe a lo largo de la Historia sea cual sea la forma de gobierno. Por eso, la familia es anterior a cualquier forma de Estado.
El artículo 16 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos reconoce que «la familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado». Esto implica que la protección y defensa de la familia, como célula y sostén básica de la sociedad, requiere que la ayuda a la familia sea una prioridad para los poderes públicos.
Uno de los principales problemas de nuestra sociedad es el invierno demográfico reconocido por todas las instituciones europeas. Esto implica, la necesidad de desarrollar políticas que permitan tener los hijos deseados, compensando sus gastos con prestaciones económicas, desgravaciones fiscales y una buena oferta de servicios.
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Por otra parte, los jóvenes se encuentran con un mercado laboral cada vez más precario. Les faltan recursos para independizarse; acceder a una vivienda digna es una misión imposible, por eso crece la edad de emancipación de los jóvenes de casa de los padres, lo que repercute en que no se inicien nuevos hogares. Cuando el año pasado, con el confinamiento, y cuando comenzaba a asomar de nuevo la crisis económica, fue otra vez la familia, que surge siempre como salvavidas, como red.
Ahora hay muchas facilidades públicas para el aborto y la eutanasia, lo que es un contrasentido con alarmarse por la baja natalidad y el envejecimiento de la población. Los únicos apoyos son iniciativas privadas. Hace falta, por tanto, que exista una red pública para ayudar a quien quiera continuar y proteger un embarazo y esté en dificultades.
En nuestro país, hace falta una ley integral de Familia, con una perspectiva de familia que inspire las leyes, y que reconozca el papel fundamental de la familia en la sociedad. Y, en segundo lugar, para lograr la estabilidad de las políticas familiares, un pacto de Estado por la maternidad, la natalidad y la educación.
En la familia es donde cada uno adquiere todo su potencial, y en ella uno es querido por ser quien es, no por lo que piensa ni por lo que gana o tiene. Ahí siempre encontramos la ayuda y un hogar. Por eso, se ha dicho que la familia es el lugar al que siempre se vuelve.
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José Miguel Ponce
Nació en Sevilla, España. Profesor universitario y Mentor. Especialista en Marketing y Gestión de Servicios, Calidad de Servicio, Marketing Financiero, el Marketing de ideas, valores y estilos de vida. «Estoy convencido de que la necesidad más profunda del ser humano es querer y sentirse querido».