Por Vivian Forero / Blogs LaFamilia.info – 28.09.2019
Aquella frase popular de «soñar no cuesta nada» es pertinente revisarla a profundidad para poder comprender lo que se esconde detrás.
Sin duda alguna cuando tenemos sueños que nos conducen a crear circunstancias diferentes a las que vivimos, se pueden presentar situaciones placenteras pero momentáneas porque están apartadas de lo que somos realmente. Divagar, ser idealistas, fantasiosos y muchas veces, ociosos, nos conduce a volar con la imaginación y a veces, a construir objetivos con naipes y al menor movimiento o viento suave, caen al suelo aterrizándonos fuertemente en la cotidianeidad. Creemos que sólo con soñar podemos obtener lo que deseamos y que esto nos conducirá hacia la búsqueda de la felicidad.
¿Siempre debemos soñar antes de emprender las metas planteadas? ¿Soñar nos propiciará más seguridad para actuar o decidir? ¿Entonces, si soñar no cuesta nada, por qué nos frustramos tanto cuando declinan los sueños o cuando ni siquiera son posibles realizarlos? El soñar deberá estar unido a un profundo deseo por emprender tareas alcanzables y que, con esfuerzo, persistencia, orden, compromiso y perseverancia; se alcanzarán a medida de la realidad que nos rodea y de la actitud frente al fracaso o al éxito.
Los sueños nunca podrán reemplazar a la verdad pues lo contrario estaría enfocado simplemente al estar sujetos a una realidad virtual que nos aleja de lo que nos constituye en cada una de las dimensiones del ser. Debemos conocernos a profundidad para enfrentar todas las posibilidades que se tienen para emprender proyectos o para abandonarlos; porque es de sabios también desistir en objetivos obstinados. Y muchas veces se requerirá del re-inventarnos como en un proceso de innovación personal.
¿Pero qué tanto nos conocemos entonces? ¿Somos capaces de identificar las fortalezas y las oportunidades de mejora en nuestra propia existencia? ¿Somos capaces de retroceder y avanzar cuantas veces sea necesario? ¿O ante la menor dificultad, nos sentimos devastados e incapaces de retomar las riendas de nuestra vida?
El dejarnos envolver de acciones inintencionadas, sin sentido y vacías, nos conducirá al querer estar en un lugar equivocado, a gozar de otras circunstancias, a vivir una vida que no nos pertenece, a disfrazar nuestra realidad para acomodarla a las de otras personas. San Josémaría Escrivá de Balaguer en su libro “Amigos de Dios”, lo visualizó sabiamente aconsejando sobre este estado de comodidad, “necesito prevenirte todavía contra el peligro de la rutina —verdadero sepulcro de la piedad—, que se presenta frecuentemente disfrazada con ambiciones de realizar o emprender gestas importantes, mientras se descuida cómodamente la debida ocupación cotidiana. Cuando percibas esas insinuaciones, ponte con sinceridad delante del Señor: piensa si no te habrás hastiado de luchar siempre en lo mismo, porque no buscabas a Dios; mira si ha decaído —por falta de generosidad, de espíritu de sacrificio— la perseverancia fiel en el trabajo”.
Soñar si cuesta y mucho… cuesta lamentaciones por lo que no fue o pudo llegar a ser; cuesta la negación de nuestras propias facultades porque deseamos vivir las experiencias y logros de los demás; cuesta el abandonar el gusto por lo que tenemos y dejamos de valorarlo porque nos agrada más lo que otros han adquirido o conseguido; cuesta el dejar de disfrutar el presente porque anhelamos algo más en el futuro, por el “tener más”, dejándonos envolver por el consumismo y el materialismo que sólo nos hunde en el mar profundo de la desolación porque no nos saciamos y siempre vamos a querer más.
La realidad nos va llevando hacia el desorden en el pensamiento y en las acciones. Nos dejamos influenciar por la permisividad, el facilismo, el hedonismo y la superficialidad. Quizás creemos tener controlada nuestra vida pero somos marionetas del contexto al actuar como los demás quieren que actuemos. Soñar no debería costar nada, solo nos ayudaría a visualizar metas altas para alcanzarlas y sentirnos satisfechos de nuestros logros, porque los hemos plantado con principios, con dignidad, deseos de servir y de transformar la realidad.
La vida sería más fructífera si soñáramos con contagiar de amor a todos los que nos rodean; si anhelamos vivir la justicia y buscáramos siempre hacer en bien, dando pasos certeros y seguros, que fortalezcan lazos de fraternidad y de sincera amistad. Soñar no cuesta nada si los sueños están puestos en el ser y no en el tener. Y estos sueños, que se siembran en lo profundo del corazón, si se luchan con pasión, transcenderán y se duplicarán de generación en generación para bien de nosotros y de la sociedad en general.
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Vivian Forero Besil
Especialista en Pedagogía e Investigación en el aula, Licenciada en Educación Básica y especialista en Gerencia de Instituciones Educativas. Con amplia experiencia en docencia. Felizmente casada y madre de un hermoso niño. vivian_forero@hotmail.com