Cada vez es más frecuente en profesionales jóvenes y de 40 años, o también llamada mediana edad, el hecho de estar repensando su futuro profesional, bien por necesidad o voluntariamente. Sin mencionar el desempleo forzoso, la experiencia de trabajo en casa que provocó la pandemia hizo que el dilema del cambio esté sobre el tapete con frecuencia.
A veces surge la alternativa en el interior de una organización de proponer a la gerencia trabajar de modo virtual. Otras personas van más allá y ponen en duda, incluso, el sector o área de trabajo que han tenido siempre. Un hobby o una destreza particular hace surgir la duda sobre si eso podría convertirse en un trabajo productivo. La persona que tiene un empleo sueña con un emprendimiento. A aquel que inició un emprendimiento y está cansado de tantas dificultades quiere cambiar para buscar más estabilidad con menos sobresaltos.
Las causas pueden ser variadas. Un horario extenso y muy apretado lleva a aspirar a un horario flexible. La conciencia de estar en una zona de confort poco desafiante y sin posibilidades de aprendizajes nuevos lleva a otros al replanteamiento laboral. El estancamiento en un trabajo, el cansancio del transporte hacia la oficina, el descubrimiento de competencias y posibilidades desconocidas, un mal jefe o un clima laboral no muy sano… son causas frecuentes para buscar nuevos aires. En fin, cada persona que busca el cambio tiene sus propios motivos. En USA se habla de la “Gran deserción” para mostrar la realidad de que más de cuatro millones de personas hayan renunciado a su trabajo para dedicarse a otra cosa en los años posteriores al coronavirus.
Al respecto surge la pregunta de si se trata de una crisis profesional o de una crisis existencial que se manifiesta, entre otros ámbitos, en el profesional. Tradicionalmente las ciencias del comportamiento humano han situado la situación descrita arriba como una crisis normal del crecimiento personal. Es la llamada crisis de los 40 años, que suele presentarse hacia mitad de la vida.
Este momento de crisis, que puede ocurrir antes o después de los 40, es bastante frecuente. ¿Estoy en mi sitio, estoy haciendo lo que me gusta? ¿Encuentro sentido a lo que hago? Además del aspecto profesional la llamada crisis de los 40 suele abracar también el componente afectivo, el reconocimiento social y, en general, la propia realización personal. No es el tema de esta columna que está enfocada al cambio de situación laboral, pero conviene tener en cuenta esta realidad.
Para intentar acertar en esta especie de dilema conviene tener en cuenta diversos factores antes de tomar una decisión. Lo primero es no dejarse llevar por un impulso, por el cansancio, o por el estrés… lo cual no equivale a no hacer nada sino a pensar bien las cosas. Las posibilidades económicas y la situación familiar son determinantes.
Además, se debe analizar si eso que gustaría llevar a cabo es rentable de modo estable y si se poseen las competencias profesionales necesarias para esa nueva tarea. Desde luego conviene pedir consejo, dejarse ayudar por un profesional o una amistad verdadera. Por último, además de estas consideraciones, conviene tener en cuenta que lo que produce satisfacción y efectividad, es alinear los propios talentos con la tarea que se quiere desempeñar. Hacer coincidir el ser con el quehacer.
***
Regino Navarro Ribera
Fundador y Director de LaFamilia.info. Español de nacimiento pero colombiano de adopción. Coach profesional, especialista en Ciencias del Comportamiento, estudios en Orientación y Consejería, profesor, conferencista y autor de varios libros.