Pensando la paz en tiempos de guerra

Regino Navarro

La paz hay que valorarla, desearla, buscarla, hacerla germinar y vivir pues es un auténtico tesoro. Es responsabilidad de cada ser humano construirla, no es suficiente con dibujar palomas o levantar banderas blancas, aunque los símbolos y gestos de paz sean una ayuda.

“La paz auténtica es trabajar para que todos encuentren solución a los problemas, a las necesidades, que tienen en su tierra, en su patria, en su familia, en su sociedad. Así se construye la paz —como dije— «artesanal». Cada acción y cada gesto de ustedes hacia el prójimo puede construir la paz. El auténtico constructor de la paz es el que da el primer paso hacia el otro. Y esto no es debilidad, sino fuerza, la fuerza de la paz”. Estas palabras del Papa Francisco (Encuentro con niños en el Vaticano, 11 de mayo de 2015) nos ayuda pensar este bien tan preciado de otra manera.

La paz social, la paz familiar y la paz personal son tres dimensiones de una misma realidad, están interconectadas: cada una influye en las otras. Pero todo comienza en el comportamiento de cada ser humano. Es así como el lenguaje puede reforzar los sentimientos positivos y negativos, y una sonrisa genuina ayuda a desarmar los corazones. Existe un camino difícil pero directo para conquistar la paz: reconocer el error cometido y pedir perdón con sinceridad. Estar dispuesto a rectificar. Después, reconocer los aciertos y aspectos positivos de los que piensan distinto. La paz en el corazón es causa y garantía de la paz entre las personas y en la sociedad, y es el resultado de una pelea interna que cada ser humano debe emprender contra todo lo que la amenaza: envidia, egoísmo, rencor, orgullo, miedos… La arrogancia es causa de odios, violencia y guerras.

Existe un camino difícil pero directo para conquistar la paz: reconocer el error cometido y pedir perdón con sinceridad.

¿Cómo construir la paz en el interior de uno y en el entorno inmediato? La paz implica ser paciente, comprensivo, respetuoso y transigente con todos y cada uno de los seres humanos. No es un simple acuerdo de no agresión, sino que promueve el entendimiento de las personas e instituciones, y conduce a la unidad. Construir la paz es valorar y respetar las diferencias como factores que producen hermandad y sinergizan las relaciones. Las minorías y los débiles necesitan, por otra parte, del apoyo de todos. La paz es incluyente con los más débiles y necesitados. Y un último factor sería entender que la verdadera democracia hace valer el voto de la mayoría, pero sin descuidar o atacar a los contrarios.

La paz duradera es más que la “no-violencia”, aunque sea este el primer paso, tanto entre personas como en las naciones. El sentido de solidaridad y de fraternidad son esenciales. A su vez la paz no está reñida con el ejercicio de la autoridad, la ley hay que cumplirla y hacerla cumplir. No existe paz sin orden y sin una libertad bien entendida, sin el cumplimiento de los derechos y las obligaciones. La paz y la justicia están íntimamente relacionadas. La injusticia puede generar amargura, rencor…agresividad. Además de la justicia, la paz se construye sobre otros pilares: la verdad, el respeto a la libertad ajena y la auténtica tolerancia.

“El desarrollo es el nuevo nombre de la paz” dijo Pablo VI en la ONU. Generar desarrollo en los pueblos es construir paz. El progreso se da cuando disminuye la inequidad, cuando se va cerrando la brecha entre ricos y pobres. La paz se dañó ya en tiempos de Caín y Abel. Ahí comenzó la violencia y el remordimiento. Desde entonces la paz es un Don de Dios que hay que pedir y merecer.

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Regino Navarro Ribera

Fundador y Director de LaFamilia.info. Español de nacimiento pero colombiano de adopción. Coach profesional, especialista en Ciencias del Comportamiento, estudios en Orientación y Consejería, profesor, conferencista y autor de varios libros.


 

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