Ante los cambios tan acelerados al interior del grupo familiar y social, surgen una serie de inquietudes que continuamente cuestionan a los padres de familia, ¿qué hacer con determinadas actitudes en los jóvenes? ¿Cómo tratar con el muchacho agresivo quien frecuentemente manifiesta actitudes poco acordes con los principios y normas que infundimos en casa?
Los expertos en salud mental buscan responsabilidades en el medio, en la televisión, la moda, o la sociedad. Sin embargo, después de examinar las aterradoras estadísticas del número de niños y jóvenes que presentan problemas emocionales serios que los llevan a tener un comportamiento agresivo en su entorno, o a ser hijos rebeldes, es necesario reconocer que aunque no se nos haya formado para tan ardua labor, esta responsabilidad en gran parte nos corresponde por el simple hecho de ser padres.
Por dónde comienzo
Uno de los primeros retos frente a la formación de nuestros pequeños tiene que ver con el gran cambio que sufrimos cuando nos convertimos en padres, en este momento sucede algo extraño y es que empezamos a asumir un papel «diferente». Esta gran responsabilidad nos presenta una nueva tarea y casi de manera inconsciente empezamos a sentir que debemos ser firmes en nuestros sentimientos, poco flexibles ante tanta altanería, o quizá con nuestra mejor intención pretendemos ser un buen modelo de autoridad, esto sin mencionar que algunas veces creemos que es necesario poner a un lado nuestra pedagogía y aplicar las sanciones disciplinarias que se requieran.
Todas esas intenciones son comprensibles y admirables, sin embargo casi siempre dan un resultado menos eficaz de lo que debería ser. Uno de los errores más frecuentes que cometemos al enfrentar las dificultades de nuestros hijos es olvidar que son seres humanos, personas reales con defectos y virtudes y como tal debemos enfrentar el reto de educarlos. Ellos por su parte, también son personas verdaderas con sentimientos y limitaciones personales. Es entonces un buen comienzo, reconocer su agresividad como un comportamiento que merece ser revisado al ser parte de la conducta humana, nunca para tomar medidas punitivas que irremediablemente pasarán a reforzar dicha actitud.
En segunda instancia, es importante aprender a reconocer los mensajes no verbales que respaldan el comportamiento de nuestros hijos, cada una de sus acciones tiene una razón de ser y el aprenderlas a interpretar nos puede colaborar a comprender determinadas acciones que a simple vista desconcertarán al más devoto de los padres, pero que en el fondo lleva un mensaje de búsqueda, de ayuda y de atención.
Primer paso: ¿El porqué?
Las diferentes características de los niños, los llevan a ser y a expresar sus comportamientos de formas muy variadas marcando una influencia en la personalidad y en la relación con los demás. Esto, querámoslo o no nos lleva a rotular al individuo dentro de un marco determinado. Por nuestra propia formación, existe la tendencia a observar solamente lo negativo en las conductas que desarrollan las personas y más aún cuando se trata de nuestros propios hijos. Sin embargo, es importante reconocer que las CONDUCTAS AGRESIVAS son manifestaciones de un estado interior, por tanto la manera como las enfrentemos afectará notable¬mente su reincidencia o la suspensión de las mismas.
Mi hijo es agresivo
Situación
Me preocupa que mi hijo es un alumno socialmente explosivo, violento, desafiante y algunas veces hostil. Generalmente tiene pocos amigos o amigos falsos porque suele mantener el liderazgo con brusquedad.
A nivel familiar se relaciona con los demás para conseguir lo que él desea y generalmente no se preocupo por las necesidades de sus hermanos. Es muy común que haga pataletas, o golpee a sus compañeritos. En varias ocasiones he sido citado por agresividad con los demás.
El caso citado anteriormente puede ser muy común en muchos niños, o adolescentes en su entorno escolar y familiar. El marco en que se presenta la situación no describe a un muchacho con conductas agresivas, por el contrario rotula y describe un individuo socialmente Agresivo.
Es entonces aquí, donde una posición objetiva, nos lleva o comprender dichas MANIFESTACIONES DE AGRESIVIDAD como una condición humana que puede ser corregido con el soporte y guía de sus padres y maestros.
Desde esta perspectiva es importante reconocer a qué nivel nuestro hijo está mostrando conductas agresivas a fin de orientarlo en el manejo de las mismas y de reorientar su manera de mostrar inconformidad y molestia.
Tipos de conductas agresivas
1. Agresividad verbal
Consiste en decir palabras o frases que humillan, descalifican o desvalorizan a otras personas.
El contenido del mensaje que se transmite, por lo general está cargado de resentimiento de tal forma que hace sentir mal a otras personas.
Los apodos, insultos, mentiras o palabrotas junto con las bromas pesadas, son un ejemplo común de este tipo de agresividad que desesperadamente busca llamar la atención.
2. Agresividad física
Consiste en manifestar descontento, desacuerdo o tratar de imponer sus deseos a través de la fuerza física, que hace dono o molesta a otras personas.
Es muy común que los niños pretendan solucionar sus conflictos sociales a través de la fuerza física, como dar patadas, pisotones, empujones, poner zancadillas, escupir, pellizcar, pegar, tirar el pelo, las orejas etc.
3. Agresividad gestual
Esta consiste en manifestar rechazo hacia lo que otra persona dice, hace o siente, para imponerse con gestos desagradables.
El dar la espalda, mirar por encima del hombro, sacar la lengua, hacer gestos con los dedos o el no contestar y mirar en forma desafiante pueden ser unas de las tantas conductas agresivas que se pueden detectar en este grupo.
Fases para modificar conductas agresivas en nuestros hijos
A continuación se describen los pasos que podemos llevar a cabo en la búsqueda de cambio de actitudes agresivas en nuestros hijos.
Reconocer
Una vez hemos logrado que el muchacho reconozca que el conflicto no se ha dado por el agente externo que produjo su ira, sino por la actitud de agresividad que él ha asumido frente a ella; podemos dar inicio al trabajo de modificación.
Asumir
Mantenerse tranquilo quizás sea uno de las conductas más difíciles de aprender, nuestro ejemplo juega un papel relevante al enseñarle al niño que a pesar de que es más fácil perder el control, tomar decisiones en momentos de ira nos pueden llevar a lastimar al otro irremediablemente.
Reflexionar
Detenerse a pensar antes de decir o hacer algo, también es una conducta que puede aprenderse. Sin embargo, la reflexión algunas veces debe guiarse con patrones de comparación como son las consecuencias. Bien, golpeaste a Pedrito porque tomó tu juguete, ahora debes asumir que el juego se suspendió, además de que él ya no querrá compartir más actividades hoy, contigo.
Detección del problema
Pedir a nuestros hijos que nos describan el problema y en forma muy sutil averiguar cuáles son sus sentimientos al respecto. ¿Cómo te sentiste?, ¿Cómo crees que se sintió el otro niño al ser golpeado?, ¿Qué pensaste al respecto?
Fijar un objetivoUna vez el problema haya sido identificado, es necesario que el niño fije un objetivo al respecto, para tal efecto es necesario que le pregunte ¿Cuál es el estado deseado de esa situación? Recuperar e juguete, pero para tal objetivo era necesario lastimar a Pedrito?
Pensar en muchas soluciones posibles
A partir de lo que nuestro hijo plantee como objetivo, ej: Recuperar el juguete que me quitó Pedrito. Podemos invitarlo a generar muchas alternativas de solución menos agresivas. Qué pudiste hacer para solucionar el problema de otra manera? ¿Qué otra cosa se te ocurre?
Practicar la solución elegida
Para ello es necesario que el niño, planifique paso a poso lo que va a hacer frente a las diferentes situaciones que le produzcan ira.
Problema _____________________ Solución____________________ ¿Resuelve el problema tu solución? __________
Evaluar los resultados obtenidos
Si los resultados son positivos, estamos comenzando un proceso largo pero productivo hacia la concientización, pero si son negativos es necesario replantearlo cuantas veces sea necesario.
Una publicación del programa “Inspiración”.