Cuando un hijo tiene dificultades en el estudio, lo primero a evaluar es la causa que genera este comportamiento. Por tanto, habrá que analizar diferentes variables, en donde la familia se convierte en un importante objeto de análisis.
¿Qué lo causa?
Según los estudios, las causas que determinan el fracaso escolar son variadas, no obstante, hay dos factores principales: los trastornos del aprendizaje (dislexia, ADHD, enfermedades físicas, etc.) y los trastornos afectivos-emocionales (ámbito familiar, pedagógico, social). En esta oportunidad nos detendremos en este último grupo, principalmente en el apartado familiar.
Para la gran mayoría de expertos, la familia ejerce un papel determinante, pues estipula unas características que pueden limitar o favorecer el desarrollo educativo de los hijos; asimismo, influye de forma directa en la estabilidad emocional de los mismos.
Hay circunstancias que se viven en el clima familiar que pueden alterar el equilibrio afectivo y perjudicar el rendimiento escolar, como son:
- Un cambio significativo en el modo de vida, por ejemplo la muerte de algún familiar o enfermedad grave, traslado de vivienda o escuela, separación del matrimonio, conflictos constantes entre los progenitores, nacimiento de un nuevo hermano, etc.
- Estilos educativos paternos: se pueden presentar las diferentes posiciones extremas. Aquella que se caracteriza por una excesiva disciplina y perfección, la cual exige a los hijos “ser los mejores” y se castiga drásticamente las fallas. O contrario a esto, un estilo educativo laxo sin lineamientos ni normas, donde los padres están ausentes en la vida académica de los hijos y los dejan a su libre albedrío. Como también, unos padres sobreprotectores quienes, sin intención, forman un niño demasiado consentido que pierde su seguridad y presenta menos tolerancia al fracaso.
- Otra causa que ha tomado bastante importancia en los últimos años, es la relacionada a las nuevas adicciones de los niños y jóvenes, como son las actividades de entretenimiento que comprenden los videojuegos, la navegación en internet, el chat, la televisión, la música, etc., las cuales requieren ejercer control en su uso para no perjudicar el rendimiento escolar.
- De igual forma, hay que considerar la etapa de la adolescencia, puesto que la sola entrada de ésta, trae consigo tantos cambios en las dimensiones del joven (física, emocional e intelectual) que en algunos incide en un notorio bajón académico, que de no saberlo manejar con la debida atención, puede desembocar en un fracaso escolar.
Igualmente, cuando un hijo no recibió una formación previa adecuada y suministrada por la familia -educadora por excelencia-, puede desencadenar complicaciones más delicadas como alcoholismo o drogadicción, las cuales están vinculadas al bajo rendimiento académico.
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