Por estos días, celebramos en Colombia el día de velitas. Para la religión católica la celebración es la Inmaculada Concepción, donde recordamos el dogma de fe que sostiene que la Virgen María estuvo libre del pecado original desde el primer momento de su concepción por los méritos de su hijo Jesucristo.
Pero entonces las velitas que prendemos el 7 de diciembre en la noche o la madrugada del 8, ¿qué quieren decir? Yo les compartiré esta historia que le he contado a mis hijos y podría servirle a ustedes.
José y Maria, andaban en un burro con algunas pocas cosas que podrían necesitar. Ella, de casi 9 meses, pesada y con las consecuencias naturales de un embarazo iba sentada en el lomo del burro y se movía al ritmo de los pasos de aquel animal. José, por su lado, padre y esposo consciente de aquella importante misión que tenía que cumplir, preocupado por dónde iba a dormir y a nacer el Hijo de Dios, caminó y buscó de manera incansable una posada.
Tocaba y tocaba en posadas, casas y locales. Todos se negaban a recibirlos, incluso les apagaban las luces para que no insistieran.
José, hombre recursivo y lleno de fe encontró una familia humilde, que quiso compartir con ellos el poco espacio que tenía en su pesebrera. Fue esa familia, que compartió su pobreza con la sagrada familia la que prendió la luz y como María, dio un gran Sí!
En casa, junto a los niños le decimos a la Sagrada Familia, Vengan!!! Aquí hay espacio para ustedes, mucho o poco, lujoso o sencillo. No importa! Pero vengan! Queremos que ese Niño, el hijo de Dios nazca en esta casa!
Es así como celebramos y repetimos el sí de María, de José, de aquella familia que abrió sus puertas, su corazón y compartió todo con ellos. Festejamos que la humildad de María fue el inicio de este camino que luego de unos días de alegría nos llevará al nacimiento.
Jesus, José y Maria;
Esta familia los espera, los acoge y los acompaña. Queremos ser parte de este momento importante y sentir la alegría del nacimiento del Hijo de Dios.
Que Belén sea nuestra casa, que María nuestra Madre, y ese bebé nuestro hermanito, al que consentiremos y cuidaremos.
Sagrada Familia, ruega por nosotros!
Por Laurie Bustamante para LaFamilia.info