En general, lo que todo padre busca es que sus hijos sean hombres y mujeres con calidad humana, personas íntegras, que hagan el bien; tanto a ellos mismos, como a la sociedad.
Desde nuestra perspectiva, alcanzar este objetivo requiere la implementación de tres lecciones fundamentales, las cuales deben complementarse con diversas enseñanzas adicionales. No obstante, este artículo busca proporcionar «indicaciones» que sirvan como orientación para que los padres elijan el camino adecuado en la educación de sus hijos.
Primera enseñanza: Educar la voluntad
Es la base de la autodisciplina y la autorregulación, en primer grado; la obediencia, la reciedumbre, el esfuerzo y otras, en segundo grado. La voluntad combate la pereza, la negligencia y la flojera; por eso es un eficaz antídoto contra los vicios.
Gracias a la voluntad, el ser humano asume el control de sí mismo, pues desarrolla la capacidad para postergar deseos y para afrontar con una actitud acertada las situaciones que se salen de la zona de confort.
Otra gran maravilla de la educación de la voluntad, radica en que los padres evitan caer en una conducta sobre protectora que tanto daño hace en los hijos -inmadurez, inseguridad, dependencia, debilidad, nerviosismo, timidez, poca tolerancia al fracaso, escasa capacidad de adaptación-.
Es pues la voluntad, un elemento fundamental en el proyecto educativo de los hijos, el cual debe comenzar en los primeros años de vida, desde que los padres no ceden al llanto de su pequeño ante un capricho y más adelante cuando deben cumplir sus deberes escolares, organizar su habitación, etc.
Algunos ejemplos:
- Dosificar los regalos.
- Exigirles de acuerdo a la edad.
- No permitir que dejen las cosas sin concluir.
- No hacerles las cosas que ellos mismos están en capacidad de realizar.
- Realizar actividades que supongan esfuerzo y perseverancia.
- Invitarlos a que se tracen proyectos a mediano y largo plazo.
- En adolescentes y jóvenes, dejarlos asumir responsabilidades.
- Darles las herramientas para superar los obstáculos, no hacer las cosas por ellos.
- Dejarles que tomen cierto tipo de decisiones, les ayuda a formar su criterio.
Segunda enseñanza: Valorar a los otros, tanto como a sí mismos
Dos conceptos que deben ir de la mano: auto-estima y estima por los demás. Estimar a los demás es salir del egocentrismo, egoísmo y todo lo que parte del “ego”, para así valorar y darse a los demás. Esta enseñanza cobija los valores fundamentales de la interacción social: empatía, generosidad, comprensión, prudencia, respeto, amabilidad, honestidad, servicio, solidaridad y tolerancia.
Ahora, para tener una buena relación con los demás, hay que tener una buena relación consigo mismo. La autoestima brinda seguridad, firmeza, positivismo y determinación. Además, proporciona la capacidad de resolver problemas graves porque se afrontan con optimismo, lo que certifica una mayor tolerancia al fracaso.
Tercera enseñanza: Ser buenos y hacer el bien
Reúne las dos enseñanzas anteriores. La rectitud sólo se logra si se ha educado la voluntad, igualmente si se tiene estima por uno mismo y por los demás.
El valor que mejor representa la rectitud es la bondad, la cual se define como: «Inclinación natural a hacer el bien. Desea y practica el bien con las personas, como resultado de poseer un corazón limpio y lleno de amor. Dulzura, suavidad y amabilidad de carácter.” *Definiciones de valores por Regino Navarro Ribera.
«Este valor se vive este cuando en las palabras e intenciones hay amor, cuando no se guardan resentimientos ni deseos de venganza, cuando no se queja de lo que le falta, sino que agradece cada cosa que Dios le da y acepta a quienes son diferentes. Y no se vive cuando… Se siente envidia por los logros de los demás, se es ajeno a las necesidades del otro, cuando se es poco comprensivo, y finalmente cuando primero estoy yo que el otro.» *Valores en práctica por Regino Navarro Ribera.
Las anteriores enseñanzas deberán ir acompañadas de tiempo, dedicación, autoridad asertiva y por supuesto mucho amor. El éxito de las anteriores, sólo se logra si se ha creado un lazo paternal de confianza y cercanía. Se necesita tiempo para dialogar con los hijos, conectarse con ellos y poder conocerlos a fondo. Todo esto es fundamental para lograr los objetivos educativos para los hijos.
Por LaFamilia.info
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