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Si hay algo que forme el carácter, la autonomía y fomente la seguridad en una persona, ese es el valor del esfuerzo.
Lo cual no significa que todo sea difícil o costoso; al contrario, debemos aprender a disfrutar de aquello que debemos hacer. Tú, como papá o mamá tienes un gran trabajo en este tema. Les damos las claves para hacerlo.
Nada en la vida llega de buenas a primeras, todo requiere un esfuerzo y tú como adulto lo sabes, pero es posible que el amor de padre te impida exigir un poco a los hijos porque no quieres verlos pasar por ninguna dificultad -lo que es completamente natural-. Sin embargo, esta actitud sobreprotectora podría tener el efecto contrario: “Cuando los padres hacemos lo posible por facilitarles la vida a los hijos, lo que logramos es complicársela” dice Ángela Marulanda, la reconocida autora y educadora familiar.
Así que no les facilites el camino, enséñales mejor a levantarse cuando caigan, así estarán preparados para afrontar el mundo real, y esto requiere no hacer por tu hijo/a lo que él o ella estén en capacidad de hacer, lo cual aplica a ¡todas las edades!
El esfuerzo, plataforma de virtudes y valores
¿Qué se entiende por esfuerzo? Antes de entrar en materia, es preciso tener claro el término. El coach Regino Navarro lo define como el “Comportamiento del ser humano que lleva a superar la tendencia a lo fácil y lo cómodo. Además es el convencimiento traducido en obras, de que todo lo que vale la pena sólo se consigue esforzándose”.
Vemos entonces que al enseñar esfuerzo, se están transmitiendo intrínsecamente otros valores primordiales en la formación humana. Los más relacionados son: generosidad, colaboración, desprendimiento, disciplina, fortaleza, lucha, obediencia, paciencia, perseverancia, sacrificio, sufrimiento, templanza, tolerancia y autocontrol.
Enseñarles a los hijos las ventajas de esforzarse por sus deseos y motivaciones, es una tarea que debe comenzar desde los primeros meses de vida y más ahora cuando la sociedad se rige por el placer, la comodidad, el “tener” primero que el “ser”, y en donde el esfuerzo parece no tener cabida.
“Los padres tienen que dar ejemplo, predicando y practicando continuamente la virtud del esfuerzo, incluso navegando contracorriente en las actividades normales de la vida, para poder dejar cara al futuro, una marca indeleble en los hijos”. Sugiere el autor Francisco Gras en su Blog Escuela de Padres.
El esfuerzo trae consigo muchas ventajas para la formación del carácter y desenvolvimiento en la edad adulta. Por ejemplo, el esfuerzo prepara a la persona para valerse por sí misma en las situaciones adversas, otorgándole así una mayor tolerancia al fracaso y una mejor aptitud ante los entornos que requieren retos y dificultades. Además, el esfuerzo brinda seguridad en la persona, autoestima y autoaceptación. Esta última, debido a que la comparación con los demás es inútil, ya que el esfuerzo produce la satisfacción de lo que ha logrado es fruto de su propia valentía. Además se es consciente que el camino fácil siempre deja un sinsabor.
10 Claves para educar en el esfuerzo
Para que los hijos vivan el esfuerzo hay que evitar la sobreprotección y practicar la autoridad asertiva que no es otra cosa que poner límites con amor. Las siguientes son diez ideas para poner en práctica:
1. Dales responsabilidades además de los deberes escolares. Puede ser algún encargo de la casa como el arreglo de su habitación, la organización de su ropa o la colaboración en las comidas, pero que sea acorde a su edad.
2. Actividades que impliquen concentración. Surge muy buen efecto invitarlos a realizar actividades lúdicas que requieran concentración y perseverancia por un tiempo prolongado, como son los rompecabezas o juegos de raciocinio.
3. El deporte es una de las mejores escuelas del esfuerzo; es vivirlo en carne propia. Lo más importante es que los niños lo disfruten y no sea una imposición de los padres.
4. Enséñales el buen uso del dinero una vez tengan la edad para comprender el concepto. El dinero es además una herramienta para practicar el desprendimiento y la generosidad, un buen ejercicio sería donar parte de su mesada a una causa social.
5. Invítalos a conocer otros estilos de vida. Por ejemplo que hay niños que tienen menos juguetes que ellos, incluso no tienen unos padres ni una escuela como la suya. Todo esto les hace ver la vida desde otra perspectiva; a valorar lo que tienen.
6. Motívalos a proponerse metas de cualquier índole, y a disfrutar del proceso para conseguirlas.
7. Sé firme en los límites y hábitos. Es la única forma de crearles consciencia y disciplina.
8. No repongas lo que han dañado o perdido. A cierta edad ya deberían tener la precaución de velar por sus pertenencias (juguetes, útiles escolares, ropa) y si cada que las pierden o las dañan los papás las consiguen de nuevo, no aprenderán la lección y seguirán haciéndolo sin recato.
9. ¡No les des todo! Así tengas los medios para hacerlo. Esa moderación se aprende en casa.
10. Por último, el ámbito escolar es un escenario perfecto para desarrollar este valor, pues continuamente se presentan oportunidades que deben ser aprovechadas para reiterar la importancia de esforzarse por un buen objetivo.
Educar en el valor del esfuerzo es uno de los mejores regalos que los padres les pueden dar a sus hijos, así les están preparando para que sean adultos exitosos y felices.