Dicen algunos expertos que la masturbación se presenta durante las distintas etapas y recibe diversos nombres:
- Masturbación primera, durante el primer año de vida.
- Masturbación segunda, entre los tres y cinco años (etapa fálica). Se presenta cuando el bebé descubre su zona erógena, la explora y experimenta placer en su toqueteo.
- Masturbación tercera, especialmente entre los siete y los nueve años; se da en el momento del antagonismo sexual, del encierro grupal, de la experimentación en grupos.
- Masturbación puberal.
- Masturbación adolescente, juvenil, adulta.
Masturbación primera y segunda
Son los movimientos o frotaciones rítmicas que hace el bebé para conseguir placer. La masturbación en el bebé lo introduce en el secreto que rodea el ámbito del sexo. Hay, entonces, una noción de intimidad, de soledad, de reserva que se refiere al placer sexual y que lo coloca un poco aparte del resto de las otras relaciones.
Algunas madres tienen dificultades en admitirla y reaccionan fuertemente con prohibiciones que pueden llegar a ser contraproducentes.
Las masturbaciones propias de la infancia son más de necesidad fisiológica, no se acompañan con fantasías y aparecen como algo tan imperativo como puede ser rascarse. Además, tienen un carácter eminentemente auto exploratorio, pues, permiten conocer el cuerpo, los órganos y las zonas erógenas. Así como el niño descubrió el pie, o cualquier otra parte del cuerpo, también descubre el placer de sus órganos genitales. Dura tanto cuanto sea necesario para satisfacer la curiosidad y la necesidad de placer infantil, aunque generalmente es por poco tiempo. En ausencia de eyaculación y sin que haya secreción, las masturbaciones en el bebé o en el niño, pueden conducir al orgasmo.
Ante este tipo de masturbación los padres deberán tener en cuenta:
- El cuidado y la higiene de los órganos del bebé; el daño que puedan sufrir, pues suelen lastimarse con frecuencia.
- La distracción para que el niño no quede “fijado” por exceso de gratificación. La orientación hacia otros objetos se debe hacer para mostrar otras áreas, nunca por temor y menos por represión. Jamás esta orientación hacia nuevas áreas estará ligada a castigos o agresiones, pues sería muy perjudicial.
Masturbación tercera
La masturbación tercera, o de la niñez, está muy conectada a los juegos sexuales de los niños, que sirven para reafirmar los roles masculinos o femeninos. Muchas veces están llenos de picardía y humor; responden a la inseguridad y curiosidad de ese momento. Esta masturbación, muy ligada al grupo, es transitoria y frecuente, especialmente en los varones.
Generalmente, las niñas no presentan este tipo de masturbación, ya que la mujer no siente la genitalidad de una forma tan concreta como el hombre; al carecer de erección, no suelen referir intensamente los estímulos sexuales a la zona genital.
Aquí los padres deberán evaluar si esta masturbación está ligada a iniciaciones sexuales realizadas por adultos o adolescentes en un clima destructivo y dañino, especialmente cuando existe promiscuidad sexual. Pues en este contexto, la sexualidad se estructurará de una manera negativa.
En la pubertad se da un rebrote de la masturbación, unida por lo general a toda la explosión hormonal del crecimiento. Se dan las circunstancias favorecedoras para híper sensibilizar las sensaciones de los órganos sexuales. Con el crecimiento de los genitales externos, aparecen las primeras poluciones nocturnas en el varón, (eyaculaciones probablemente ligadas a sueños eróticos). El líquido que expulsa inicialmente no contiene espermatozoides, porque aún no han madurado sus glándulas internas. El equivalente en la mujer es el aumento de la lubricación vaginal donde la adolescente siente de forma clara su genitalidad.
Masturbación puberal
Hasta aquí, en poco se diferencia de la masturbación infantil, la cual también puede considerarse de carácter reflejo. En cuanto a la relación entre la masturbación y la vida sexual ulterior, particularmente en la niña (prevalencia o no del placer clitoriano sobre el placer vaginal) su comprensión no pasa por la masturbación. Ya ha quedado fijado en el inconsciente durante los primeros años de la infancia.
Las características de la masturbación en esta etapa son las siguientes:
- Es un medio de conservar un vínculo con la infancia y experimentar un sentimiento de pertenencia con respecto a sus partes genitales. Inicialmente, es auto exploratoria, de experimentación de los órganos que crecen. El púber necesita redescubrir su cuerpo, sus órganos, su esquema corporal, pues todo ha cambiado. – – Es por ello que se da un aumento de la frecuencia.
- Se presenta de una manera mucho más concentrada en los órganos genitales, como una manipulación rítmica de sus partes, que conducirá a lograr eyaculaciones en el varón y secreciones vaginales en la niña.
- Va acompañada de representaciones mentales conscientes, de fantasías o imágenes eróticas hetero u homosexuales y, generalmente, extrafamiliares.
- Constituye un medio de asumir su cuerpo de una forma narcisista. Algunas masturbaciones a esta edad pueden tener lugar frente al espejo, siendo el objeto erótico, entonces, el mismo sujeto.
- Puede servir como escape temporal de la tensión. Pero también puede convertirse en fácil reemplazo del esfuerzo y la exploración; de la posibilidad de interactuar con otras personas; un consuelo demasiado rápido para la decepción y la derrota.
¿Cuál debe ser el papel de los padres?
- Tratar de hablar de esto antes de la adolescencia, durante el período llamado de latencia. Es preciso aquí iniciar al niño en las nociones de deseo y de placer; de la relación entre sexo y amor; del papel que desempeña el sexo en la procreación.
- Si el adolescente es sorprendido masturbándose, no se debe manifestar en el momento actitudes represivas. Hay que encontrar después (aunque no mucho después), un tiempo para dialogar. No hay nada más culpabilizador que el silencio. Es necesario poder encontrar un tono apropiado, que no caiga ni en la represión, ni en la complacencia.
- Iniciar a los hijos en el concepto de autocontrol de los impulsos, y en especial los impulsos sexuales.
Masturbación patológica
En realidad, a los padres no les debería preocupar las masturbaciones del adolescente, especialmente durante el período de la pubertad, por ser un fenómeno natural, que forma parte del proceso de evolución tanto síquica como física, y en general de la explosión hormonal de esa etapa. De la actitud represiva y poco comprensiva que puedan tener los padres se derivan muchos de los problemas que convierten al fenómeno de la masturbación en un problema ya de tipo patológico.
Pero sí deberían inquietarse por aquellas masturbaciones que perduran más allá de los primeros períodos de la pubertad y donde el púber o adolescente queda encerrado en sí mismo, lleno de temor para abandonar su casa, para salir de sí. Aquellas masturbaciones que son compulsivas, irreprimibles, bastante frecuentes y eventualmente explícitas, e incluso hasta provocadoras y exhibicionistas.
Una masturbación de este tipo es apenas el síntoma de problemas más complejos y puede cumplir múltiples funciones:
- Apacigua la soledad y el asilamiento; es fórmula de sustitución para otras gratificaciones que el joven no obtiene; produce descarga de tensiones o conflictos.
- Es un intento de evasión del mundo circundante, estimado como negativo.
- Es síntoma de auto encierro y de ensimismamiento.
- Es síntoma de estancamiento. Incluso produce una sensación de regresión e infantilismo. De temor a crecer, de abrirse a la comunidad adolescente, a los grupos, a la pareja o la relación heterosexual.
- Imposibilidad de dar el salto a la alteridad sexual, por diversos motivos: porque no se ha logrado la identidad sexual y, por lo tanto, tampoco ha logrado desarrollar un adecuado amor a sí mismo. Porque ese amor a sí mismo se ha dado en forma distorsionada, es decir egocéntrico. Porque, si bien se da la identidad sexual, ésta no está acompañada de madurez afectiva y del compromiso consiguiente.
Pero, ¿qué deben hacer los padres ante esta problemática?
- Nunca condenar y menos vincular la masturbación con culpas, temores o males físicos o psicológicos.
- Proporcionar ayuda y comprensión.
- Establecer una relación de confianza donde el joven pueda explicar o aclarar su dificultad.
- En situaciones más conflictivas es necesario buscar el apoyo de profesionales para que ayuden al adolescente y su familia.