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Con explicarle al niño los aspectos relativos al sexo, no queda todo resuelto. La formación propiamente sexual es una parte de la educación integral y una de las tareas más urgentes que ha de resolver el adolescente en su marcha hacia la madurez, es el aprendizaje del amor.
Si no se engloba dentro de la educación afectiva y moral -que ha de continuar durante toda la adolescencia y juventud- no se puede hablar de una educación sexual propiamente dicha, sino de una mera instrucción biológica.
¿Cómo? ¿Cuando? ¿Dónde?
La educación para el amor, mejor que educación sexual, se debe realizar siempre en la familia, ya que en ésta se producen de forma natural los momentos espontáneos de intimidad y confidencia.
- Son los padres quienes deben compartir esta responsabilidad, pues ellos conocen mejor a sus hijos y proporcionan el ingrediente de amor necesario.
- Presentar el sexo como algo bonito, bueno, noble, que Dios ha puesto en el hombre y tiene su importancia. Pero integrarlo en una dimensión humana que hable de amor, ternura, espiritualidad, razón… enseñándoles a distinguir la sexualidad instintiva de los animales, de la de los hombres que tiene un carácter superior.
- Ir siempre al ritmo que pide el niño, adaptándose a su desarrollo evolutivo. Pero, en los tiempos actuales, más vale adelantarse en algunas ocasiones.
- No mentirles nunca y responder a todas las preguntas que hagan los hijos, aunque no sean propias de su edad, pero adaptándose a su nivel de comprensión.
- Ir progresivamente, paso a paso, sin dar saltos. Tampoco es conveniente suscitar inquietudes que no son propias de su edad y que les pueden crear problemas en el futuro. A medida que el niño crece, se ampliará la información.
- ¿A qué edad? Hacia los 3 ó 4 años suelen preguntar sobre los embarazos y, cuanto más les satisfaga la información que les dan, mejor. Más adelante, a los 8 ó 9 años puede explicarse cómo se produce la procreación. Un buen sistema, que yo empleo es comenzar por el reino vegetal, animal, hasta ascender al ser humano, integrándolo en la inteligencia y la espiritualidad.
- Los padres deben dar a entender a sus hijos que la unión física se produce porque antes hay una unión de amor. Se puede empezar por explicarles la ilusión que les dio cuando él nació y que es fruto de un acto sexual de amor.
- En la pubertad es conveniente prepararles para los cambios que su cuerpo y mente van a sufrir antes de que estos se produzcan. A esta edad (antes es indiferente) es preferible que el padre hable con los chicos y la madre con las chicas.
- Ayudar a preservar en los niños el sentido de pudor que es un instinto natural innato que protege y realza nuestra intimidad y sexualidad. No es recomendable, por tanto, pasearse desnudos por la casa, ni que los pequeños los pesquen en plena intimidad sexual (es bueno en cambio, que vean que los padres se quieren y son tiernos el uno con el otro).
- Protegerlos del ambiente cargado de permisividad sexual que hoy impera. Hay que ver la televisión con los niños y formarles una actitud crítica.
- Orientarlos en una línea de respeto y de no quemar etapas. Son muy importantes las amistades, el colegio y las familias con las que se relacionan.
- Un padre jamás debe callar ante cualquier pregunta de los hijos. Siempre debe existir una respuesta que se adapte a todos los niveles de comprensión de los pequeños, para que no comiencen a hacer falsas especulaciones con los amigos o conocidos.