Desde pequeños, es posible aprovechar determinadas estrategias para mejorar la atención y entrenar el cerebro.
Los niños pueden potenciar su memoria a través del juego, ya que los acontecimientos agradables resultan bastante útiles para grabar recuerdos. Estas técnicas serán bastante prácticas de cara a los futuros estudios.
La memoria se conforma de recuerdos y, en especial, de emociones. Recordamos mejor aquello que nos genera alegría, bienestar o diversión; de ahí la posibilidad de estimular la memoria infantil con actividades lúdicas. Juegos y memoria conforman un binomio esencial para ayudar a potenciar la capacidad de atención de los niños y el aprendizaje.
Obligar a los hijos a memorizar operaciones matemáticas, reglas de ortografía o fechas no siempre resulta efectivo, es preferible potenciar la memoria a través del juego.
Memorizar canciones. Desde bebés, los padres cantan a sus hijos numerosas composiciones. Una y otra vez, les repiten canciones que los niños aprenden. Se puede aprovechar esta técnica para inventar estrofas con el contenido que se quiere que los pequeños memoricen. Al principio, se puede empezar con temas sencillos para recordar la dirección de casa o el número de teléfono de los padres, que los niños podrán utilizar en caso de emergencia. Cuando crecen, se puede ayudar a los hijos a memorizar cuestiones básicas de estudio, como el alfabeto o las tablas de multiplicar, dos clásicos de los primeros años de colegio.
Repetición de palabras. Los niños memorizan, sobre todo, por repetición. Cuando dicen, escuchan o hacen algo varias veces, lo aprenden. Si se quiere que recuerden algo en especial, es apropiado repetírselo y animarles a ello; puede ser el camino hasta casa, las reglas de un juego o el uso de los cubiertos al comer.
Juguetes que suenan. Para los más pequeños, son adecuados los juguetes que emiten sonidos. Se puede animar a los niños a memorizar qué sonido escuchan al pulsar una determinada parte de un juguete o muñeco (una mano, la barriga, la nariz) y estimularles a que reproduzcan cada ruido de acuerdo a la orden de los padres.
Esconder objetos. Es un juego sencillo que tan solo requiere recopilar varios objetos que se tengan en casa. Los padres han de mostrar a los hijos las piezas seleccionados -entre cinco y diez es un número adecuado- y, a continuación, esconderlos delante de ellos. Una vez ocultados, se fija a los niños un tiempo límite y se les pide que encuentren las cosas en un periodo inferior. El número de elementos que se escondan, así como el tiempo que se dé a los pequeños para encontrarlos dependerá de la edad y la motivación de los menores.
Mejorar la memoria auditiva
A menudo se potencia la memoria visual y se deja en un segundo plano la memoria auditiva. Sin embargo, también es importante estimular este tipo de recuerdo.
Fabricar utensilios sonoros. Para este juego, los videos son un recurso interesante, ya que explican paso a paso cómo jugar. Una opción es fabricar nuestro propio juego a partir de botes, en los que se introducen pequeños objetos para que suenen y juntar a continuación los botes que suenan igual.
Trabalenguas. Estos juegos de palabras son una estupenda herramienta para ayudar a los hijos a potenciar la memoria auditiva. El desarrollo es sencillo: los padres leen o recitan en voz alta un trabalenguas a los pequeños, que estos han de repetir. Se puede comenzar por recitar algunos más breves y alargarlos a medida que los niños son más mayores o potencian este tipo de memoria.
Parejas de sonidos. Al igual que los juegos de memoria visual invitan a formar parejas, algunos juegos de memoria auditiva se basan en conformar pares de sonidos iguales, como los sonidos de animales, o recordar el orden en el que se deben tocar los instrumentos de una orquesta para crear una composición musical.
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