Por LaFamilia.info
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La vida no es un camino de rosas y quien no se haya visto en circunstancias complicadas en la vida que lance la primera piedra! Sabemos pues que no hay vida perfecta y dichas dificultades pueden poner a prueba la estabilidad y unión de los esposos. Estas son las situaciones más comunes que pueden llevar a una crisis matrimonial.
Pero antes definamos qué es una crisis. Se describe como una “situación difícil que puede influir de manera negativa en algo”; en este caso en el matrimonio. Aunque la sola palabra causa temor, no tiene por qué significar el fin de todo. Con relación a ello, la pedagoga y orientadora familiar Mar Sánchez Marchori, explica: “Lo más importante es desdramatizar el concepto crisis. Muy a diferencia de lo que se puede pensar, una crisis es un período en el que se plantean cuáles son las condiciones, los factores que no resultan satisfactorios y, por tanto, se buscan soluciones para subsanarlos. En realidad las crisis hacen madurar a las personas y ayudan a mejorar las relaciones; es más, bien resueltas pueden llegar a ser muy enriquecedoras.”
Situaciones que pueden dar origen a las crisis
Resulta fundamental entonces, conocer las situaciones que se pueden llegar a presentar para así desarrollar las habilidades necesarias para “blindarse” contra ellas; o en caso de que se presenten, darles el debido tratamiento.
Debemos considerar que cada caso es único, no obstante, hay una generalidad de causas, las cuales analizaremos a continuación:
1. Crisis personal
Es aquella que vive uno de los cónyuges, la cual por obvias razones, afecta la relación matrimonial. Este tipo de crisis está relacionada con problemas de desarrollo individual, ya sea por rasgos típicos de la personalidad o por épocas circunstanciales algo críticas para el ser humano, como es la de los 40 años, la menopausia en las mujeres, la jubilación, entre otros.
Las crisis personales que afectan al matrimonio, pueden originarse también por la incompatibilidad en el proyecto de vida común, es decir, puede resultar que una persona al pasar de los años cambie sus expectativas frente al matrimonio, mientras el otro cónyuge conserve las pactadas en un principio.
2. Infidelidad
Tal vez la más compleja y común de las crisis conyugales. Pero… ¿de qué depende que la infidelidad conserve el carácter de crisis y no pase de ahí? Pues en primer lugar del perdón, tanto de quien faltó al compromiso matrimonial, como quien fue asaltado en su buena fe, por decirlo de alguna manera. Asimismo, el deseo de resarcir los perjuicios causados y el compromiso de reconstruir, se hacen determinantes para que la infidelidad sea superada. (Leer también: El perdón tras la infidelidad: ¿un imposible?)
3. Competitividad profesional
Antes era algo poco usual, pero ahora es factible encontrar parejas que se disputan entre ellos mismos el primer puesto del trono profesional, es decir, quién gana más, cuál de los dos logra un mejor puesto, cuál consigue un título académico más alto, en fin… una situación que puede llegar a ser inmanejable, pues hay un continuo reto que no tiene ningún sentido dentro de una relación de amor, donde lo que cobra relevancia es la construcción de un “nosotros” y no un “yo”. (Leer también: Cuando ella gana más que él)
4. Crisis económica
Es otro detonante que una vez más pone a prueba la unión de los esposos. Una circunstancia como el desempleo o una quiebra económica, puede desestabilizar con facilidad, debido a que resulta cómodo y fácil sostener un matrimonio dentro de unas condiciones óptimas, pero cuando esto cambia, la relación puede tambalear.
5. Muerte de un familiar o duelo
La pérdida de un ser querido puede generar dificultades en la persona y por consecuencia, afectar la relación de pareja. El respeto, la comprensión y tolerancia entre ambos, es de vital importancia, al igual que la comprensión hacia el cónyuge más afectado. Tanto en el hombre como en la mujer, se pueden presentar periodos de depresión, ausencia del deseo sexual, pérdida del sueño y del apetito, abandono en la presentación personal, etc.
Todas los escenarios anteriores no son situaciones para nada agradables, pero lo cierto es que se hacen más llevaderas si la pareja está unida, pues una crisis que no se afronta de la manera adecuada, es añadir otro problema al que ya existe. Debe haber por tanto, un compromiso fehaciente entre los esposos y reconocer que aunque es probable que las crisis lleguen, cualquiera que sea, deberán poner su mejor cara y salir adelante. Una crisis bien manejada, puede dar origen a un estupendo renacer en la relación.