La adicción al sexo es una de las dependencias menos confesadas y visibles de todas las que existen.
No obstante, ha aumentado el número de pacientes que pide ayuda debido a las consecuencias de su trastorno: ruina económica, divorcios, problemas laborales, sufrimiento, ansiedad y depresión.
Diagnosticado por primera vez como psicopatía sexual por el psiquiatra alemán Kraff-Ebbing, no es hasta 1970 cuando Patrick Carnes desarrolla las pautas necesarias para su identificación y tratamiento. Este psicólogo e investigador es el autor de buena parte de la literatura científica, fuente de consulta de los terapeutas de los adictos al sexo.
¿Cuánto sexo es demasiado? ¿Dónde esta el límite entre lo normal para cada persona y lo patológico? La sexualidad forma parte natural del ser humano, pero cuando se convierte en una prioridad que interfiere en la vida diaria, en el trabajo, afecta a las relaciones personales y sociales y, además, causa ansiedad, estrés y arrepentimiento, entonces se convierte en sexo adicción.
Adicción con varios disfraces
Esta es una dependencia que no puede describirse a través de un solo comportamiento (como sucede con otras adicciones), ya que puede disfrazarse como una o varias de estas formas: masturbación compulsiva, relaciones con múltiples parejas heterosexuales u homosexuales, encuentros con personas desconocidas, uso de pornografía, prostitución o líneas eróticas.
De acuerdo a Marta Arasanz, del Instituto de Sexología de Barcelona “normalmente nos encontramos con más casos de hombres que de mujeres. Algunas hipótesis se inclinan hacia una explicación cultural, social y educacional. Mayor facilidad en el acceso a la práctica sexual, más necesidad de cuantificar la sexualidad y creen que esto es, precisamente, lo que se espera de un hombre”.
El comportamiento sexual compulsivo se gesta, en la mayoría de los casos, en la mente, donde las fantasías sexuales, los sueños y los pensamientos eróticos se convierten en la válvula de escape de los problemas laborales, las relaciones rotas, la baja autoestima o la insatisfacción personal.
«Todo el mundo tiene fantasías, pero la persona obsesionada decide muchas veces pasar a actuar creyendo que es una forma de liberarse de sus pensamientos. Sin embargo, suele suceder lo contrario, su actitud se empieza a repetir sin control y cae en el comportamiento sexual compulsivo», señala Juan José Borrás.
Aliados de la mentira
La adicción al sexo comienza con las mentiras. Las que se cuentan a sí mismos con el fin de autoconvencerse de que todo está bajo control y las que cuentan a los demás, para ocultar su doble vida. «Los adictos al sexo se convierten en grandes actores. Se hacen hábiles engañando porque su problema les avergüenza y porque se dan cuenta de que no pueden frenar sus impulsos», aclara el doctor Borrás. Pero, en ocasiones, su rastro acaba por desvelar toda la verdad. «Algunos acuden a la consulta cuando las facturas de teléfono de líneas eróticas o los contactos con prostitutas les han arruinado económicamente y sus parejas les han descubierto», señala Roselló Barberá, director del Centro de Urología, Andrología y Sexología de Madrid.
Otros, en cambio, deciden pedir ayuda porque quieren poner fin a una adicción que les ha costado el matrimonio, les ha causado problemas legales o les está empujando al suicidio. O porque su esclavitud les está obligando a hacer cosas que nunca hubieran imaginado, lo que les causa un sufrimiento insoportable.
Tratamiento sí es posible
Independientemente de cuál sea la causa, tratar la adicción al sexo es posible. Los especialistas buscan con la psicoterapia los posibles desencadenantes de la dependencia y con las técnicas cognitivas-conductuales, controlar la conducta sexual del paciente.
“A un alcohólico le puedes decir que no beba, pero nadie puede prescindir del sexo. Eso, además, es lo que más miedo les da. Te dicen que cómo van a dejar de tener relaciones, que no se imaginan una vida de celibato. Pero no se trata de vivir sin sexo, sino de reconducir su comportamiento, de aprender a convivir con uno mismo y tomar elecciones”, aclara el doctor Borrás.
A algunos les ayudará el uso de fármacos, como los inhibidores de la recaptación de la serotonina. Para prevenir la adicción al sexo algunos especialistas, como el doctor Roselló Barberá, creen que sólo hay un camino: “Hay que impartir a edades más tempranas una buena educación no represiva. Tenemos que enseñar que el sexo es algo bueno, pero que puede convertirse en nocivo cuando se utiliza de forma inapropiada”.
Cuestionario de autoevaluación
Estas 13 preguntas pueden ayudar a determinar si usted tiene un problema de adicción sexual, según la asociación Adictos Sexuales Anónimos 2000 de EEUU.
1. ¿Guardas secretos sobre tus actividades sexuales? ¿Mantienes una vida doble?
2. ¿Tus necesidades te han llevado a tener sexo en sitios o con gente con las que normalmente no te involucrarías?
3. ¿Te sorprendes a ti mismo buscando artículos o escenas sexualmente excitantes en periódicos, revistas u otros medios de comunicación?
4. ¿Te has dado cuenta de que tus fantasías románticas o sexuales causan problemas en tus relaciones o que te prohíben enfrentarte a tus problemas?
5. ¿Frecuentemente quieres alejarte inmediatamente de una pareja sexual después de haber tenido relaciones con ella?
6. ¿Frecuentemente sientes remordimiento, vergüenza o culpabilidad después de un encuentro sexual?
7. ¿Sientes vergüenza de tu cuerpo o de tu sexualidad, de tal manera que evitas tocarte el cuerpo y participar en relaciones sexuales? ¿Temes no tener sentimientos sexuales? ¿Temes ser asexual?
8. Cada nueva relación, ¿tiene los mismos patrones destructivos que te incitaron a romper con la última?
9. Tus actividades sexuales, ¿necesitan cada vez mayor variedad y frecuencia sólo para sentir los mismos niveles de excitación y alivio?
10. ¿Te han detenido alguna vez, o hay peligro de arresto, debido a tus prácticas de voyerismo, exhibicionismo, prostitución, sexo con menores de edad, llamadas telefónicas obscenas, etc.?
11. Tu búsqueda de relaciones sexuales o románticas, ¿contradice o interfiere con tus creencias espirituales o tu moral?
12. ¿Tus actividades sexuales, incluyen riesgos de contraer enfermedades de transmisión sexual, amenazas, o embarazo, coacción o violencia?
13. Tu comportamiento sexual o romántico, ¿te ha dejado alguna vez con el sentimiento de una falta total de esperanza, enajenación, o con ganas de suicidarte?
Si la respuesta es positiva a más de una pregunta es importante que solicite consulta médica especializada para descartar o no la presencia de un comportamiento sexual compulsivo.
Fuente: buzoncatolico.com