vivirconsalud.com – 23.02.2018
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Desde que nacemos nos esperan 4 etapas de la vida importantes. Sin embargo, muchas veces no somos conscientes de estas etapas y de las crisis que hay en cada una de ellas, conocerlas es fundamental para afrontarlas de la manera adecuada.
La infancia
La primera de las etapas de la vida no podría ser otra que la infancia. Pero, ¿qué tipo de crisis pueden existir en uno de los periodos más dulces para el ser humano?
Sin duda alguna, el hogar y los padres. Muchos son los niños que se crían en familias desestructuradas, inestables y donde no se les transmite el cariño que necesitan. Algunos de estos niños tendrán heridas emocionales y carencias que se manifestarán en su vida adulta y les causarán graves problemas para relacionarse con los demás.
Compartir tiempo de calidad con los más pequeños, permitirles ser niños, que jueguen, que disfruten de la vida y que no tengan que ser el objetivo de las frustraciones de los adultos será necesario para evitar una de las primeras grandes crisis que se manifestarán con el tiempo.
La adolescencia y la juventud
La adolescencia es un periodo clave en la formación de la personalidad. Aquí es donde hay una mayor presión por sentirse bien con uno mismo y, también, por encajar en el mundo.
Es en esta etapa donde se gestan las primeras crisis relacionadas con el cuerpo. Cumplir con los cánones de belleza, o el hecho de sucumbir ante llamadas de atención sobre el físico, puede provocar diversos problemas.
Establecer vínculos saludables con las demás personas y solucionar cuanto antes cualquier problema que pueda suceder y que tenga como consecuencias la baja autoestima e incluso la depresión será esencial.
Los adolescentes pronto pasarán a ser jóvenes adultos que verán potenciados todos esos problemas no solventados y que repercutirán de forma importante en su vida.
La madurez
Esta es una etapa de la vida caracterizada por la estabilidad, pero donde la crisis también tiene su cabida. Tener un trabajo estable, pero que quizás nos aburre, o estar presionados por tener una familia e hijos puede abrumarnos en esta etapa tan importante de nuestra existencia.
Muchas personas no se atreven a cambiar de trabajo y los que lo hacen pasan por una crisis que a veces cuesta superar porque la decisión podría haber sido mejor.
En cuanto a formar una familia, las personas en esta etapa intentan escapar de la temida soledad y sus ansias por encontrar pareja o formar una familia debido a la presión social puede hacer que terminen con quien no quieren estar. Es importante no dejarse guiar por lo que otros dicen o por todas esos comentarios de “te va a dejar el tren” que, aunque no lo creamos, existen.
La vejez
Ya hemos cumplido tres de las etapas de la vida y ahora nos encontramos en la última, la vejez, donde la jubilación se hace presente y podemos gozar más de la vida.
Esta etapa se caracteriza a veces por la soledad. Aquellas personas cuyos hijos se han ido a hacer su vida o cuya pareja ha fallecido pueden encontrarse con un hogar silencioso que los suma en una depresión.
No obstante, es un momento vital para poder hacer todo aquello que nos apetece y que nunca hemos podido hacer. Viajar, conocer nuevas personas y realizar actividades que nos llenen de alegría… Todo esto es posible con ganas y con actitud.
Cada una de las etapas de la vida tiene su lado positivo y negativo. No obstante, lo realmente esencial es poder vivir cada una de ellas de forma plena, tal y como queremos y siendo siempre nosotros mismos. La vida pasa deprisa y no estamos para perder el tiempo experimentándola con desazón. Hagamos lo posible para que nuestro paso por este mundo sea enriquecedor e intentemos centrarnos siempre en el aquí y el ahora.