Actualmente el rol e importancia de la familia se ha ido minimizando y con el paso de los años, se ha ocasionado crisis en la sociedad; se ha delegado la función de los padres de familia, se han imitado costumbres de otras culturas; todo es normal o relativo.
El “estilo” es la tarjeta de presentación de cada persona; es la forma de manifestar su personalidad. Sin embargo, hay un espacio en el que no se suele hablar de estilo: el de la familia.
La familia, que inicia desde el momento en que se une hombre y mujer para juntos alcanzar su máximo esplendor, para desarrollarse como proyecto único e irrepetible en el que articulados construyen un universo maravilloso, del cual podrá surgir ese ser magnífico llamado: hijo; y que se complementan uno a otro; se va fortaleciendo día a día con los detalles, el amor, la comprensión, la aceptación y el apoyo mutuo.
Cuando los adultos hacemos memoria del pasado, recordamos actividades en familia que se repitieron año tras año y que nos brindaron gran felicidad.
Manuel tiene 14 años, cuando llega a casa se encuentra un tanto solo porque ese día como otros tantos su padre no está en casa y su madre se está arreglando para irse al trabajo.
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Por lo general las suegras son las “malvadas” de la historia, pero como en toda relación, siempre está la otra parte...
Para crear y mantener una familia unida y feliz, es indispensable que haya una excelente comunicación entre padres e hijos y entre hermanos.
En el marco de la festividad de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María y abuelos de Jesús, se invita también a celebrar el “Día de los abuelos”. Por eso la oportunidad de hablar del valioso papel de estos miembros de familia en los núcleos familiares y en la sociedad.