El amor una palabra de difícil comprensión en el mundo actual, dado que su significado a pesar de que todos los seres humanos, la utilizan en sus relaciones, aún no se alcanza a dimensionar su significado.
En este sentido la Biblia nos habla de algunas aproximaciones religiosas, donde describe al amor como benigno, sufrido, sin envidia, puro, justo, verdadero, sin rencor, sin orgullo o vanaglorioso, por el contrario, todo lo soporta, lo espera y además todo lo cree. Desde la concepción teológica, el amor ocupa el centro de la fe cristiana, siendo Dios el amador de este universo, ya que fue su creación Divina.
La bondad del amor es infinita, da lugar a procesos de enseñanza-aprendizaje mutuo entre quienes se aman y se nutre a través de acciones en las cuales se necesita de voluntad y receptividad; Enseñar amar y facilitar el amor implica ser muy amable, dulce, da apertura, atención, disponibilidad, honestidad, accesibilidad, receptividad y busca el perdón, el autor Melendo (2006), dentro de su libro, recoge los conceptos de Marias y San Josemaría Escrivá, los cuales refieren que el amor no solo son sentimientos amorosos, sino acciones voluntarias, donde no solo es el afecto sensible, sino, la voluntad de querer-querer.
Siendo importante reflexionar acerca del amor, ¿existirá una acción más importante para atender y cuidar a otra persona o personas, que la noción del amor?, desde la concepción de Melendo (2006), este es el gesto de demostración más puro, genuino, con lo que se puede expresar e identificar el amor, además es importante mencionar que en una sociedad egoísta como la actual, donde impera el orgullo, la poca expresión de sentimientos, el individualismo, se pierde de vista al prójimo, mi compañero, compañera, amigos, etc. Por tal motivo al interior de las familias, como acto educativo, es facilitar el amor, enseñar a querer, hacer de la persona a la que se forma, un ser humano más interesado por el bien de los demás que por el propio, sin interesar los juicios que se pueden presentar; siendo la tarea de toda familia enseñar a sus educandos, hijos, hijas, esposos, sobrinos, sobrinas, hermanos, hermanas, el verdadero significado del amor, el cual se despoja de todo orgullo y se convierte en el bien más preciado que tiene un ser humano hacia otro.
Sin embargo, se debe tener en cuenta que muchas parejas en el globo terráqueo, cuando tiene dificultades se preguntan, ¿Por qué se me acabó el amor? una pregunta que quizá muchos (as) se han planteado en algún momento, y pensando en una metáfora, esta sensación podría verse reflejada como una flor, que hoy está viva, reluciente y con el pasar del tiempo se va marchitando.
Sin embargo, al comprender que el amor es algo que abarca algo muy grande, que no es efímero, que no es una emoción sino una decisión, pueden brotar interrogantes, la perspectiva puede ampliarse a la búsqueda de caminos y alternativas. Puede incluso más fácil entender y aceptar que el querer puede multiplicarse las veces que sea necesario, pues el querer- querer es un resorte que produce fuerzas casi sin fin (Melendo, 2006).
El amor, al ser un acto de voluntad, es decir hacer el bien al otro, no requiere ser acompañado de esfuerzos gigantescos, sino que se acompaña de la libertad para poder escoger, es una decisión interior de cada persona, por ejemplo, yo decido si quiero o no quiero, si amo o no amo, pero cuando decido amar, se debe hacer bien, con libertad, que aporte a la integridad, plenitud y a la completitud del otro. Así mismo, el amor debe sobre exaltar y procurar en que esa persona, que se le brinda el amor, sea mejor cada día, mejor ser humano, que le convenga para su vida de manera positiva.
De acuerdo con todo lo dicho, acerca del amor y su plenitud, es muy importante, que las familias redireccionen y enseñen amar y facilitar el amor, ya que este, no es algo impuesto, es un gesto personal, que cada persona desde su historia, vivencias, decide; el amor es una decisión y un gesto voluntario, donde no solo están involucrados los instintos sensibles, pasiones, deseos, sino que es algo más profundo, es querer el bien para el otro, es darse sin medida, es dar sin recibir nada a cambio. En este sentido es ser amables, abiertos, atentos, disponibles, francos, cercanos, flexibles, accesibles, receptivos y tener disposición de perdonar.
Retomando al autor Melendo (2006), el amor es perseguir el bien para el otro, no por mí, sino por él o ella, ese es el verdadero significado y sentido del amor y en términos teológicos, el amor es no cometer pecado, es andar en integridad.
Referencias: Melendo, T. (2006). Capítulo I. Querer el bien para otro. En El verdadero rostro del amor, pp. 13-28. Ediciones internacionales Universitarias. Madrid. Disponible en la Biblioteca.
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Vivian Cristina Obregón García
Trabajadora social, especialista en Gerencia Educativa, máster en Violencia doméstica y de género, además magíster en Asesoría familiar y gestión de programas para la familia. Con una trayectoria profesional de más de 11 años en temas de familia, infancia y adolescencia.