Una generación abierta a la fe

Ignacio Aréchaga – Aceprensa
29.08.2011

 

 

La Jornada Mundial de la Juventud se ha convertido en el acontecimiento que congrega al mayor número de jóvenes de casi todos los países. Este poder de convocatoria desconcierta a todos los que vienen repitiendo que los jóvenes no se interesan por la religión y que la Iglesia no conecta con ellos. Ciertamente, los que participan están entre los más identificados con la fe y con la Iglesia. Pero su procedencia y sus rasgos característicos pueden ayudar a comprender cómo la Iglesia acoge a una nueva generación.

 

Una elección personal

 

Por su cercanía a Madrid o por sus mayores posibilidades económicas, las tres cuartas partes de los peregrinos inscritos proceden de Europa y América del Norte, los dos continentes donde es más fuerte la presión de una sociedad secularizada. Para la mayoría de estos jóvenes la respuesta a la fe ha sido una elección personal, no algo culturalmente heredado. Aun los que nacieron en una familia católica han tenido que madurar su fe en un ambiente indiferente, cuando no hostil. Y otros han descubierto la fe por caminos que no tienen que ver con su familia ni con su educación.

 

Han crecido dentro de una cultura secular que les ha dejado insatisfechos, y les ha llevado a buscar en la fe el sentido de la vida. Por eso su actitud ante la religión no es polémica, sino de búsqueda. Y han descubierto a Jesucristo como Salvador y Amigo, a la Iglesia como Madre, y al Papa como una voz digna de confianza.

Es una generación más abierta a la propuesta religiosa, curiosa, disponible. Así se observa durante la JMJ en la alta participación en las catequesis por grupos lingüísticos.

 

Sería un error intentar catalogar su actitud de conservadora o progresista, de derechas o de izquierdas. Su religiosidad no tiene que ver con posturas ideológicas. Si son pro vida, contrarios a la violencia, defensores de la familia y del medio ambiente, es por su concepto de la dignidad humana.

 

Son ajenos también a las tensiones postconciliares, que nada les dicen. No son nostálgicos de un pasado que no han conocido, ni se dejan deslumbrar por la apertura a un mundo cuyas deficiencias han experimentado. De ahí que los movimientos disidentes en la Iglesia, que en vez de cambiar el mundo quieren adaptarse a él, no hayan encontrado eco entre la nueva generación de católicos.

 

Su modo de vivir la fe

 

En muchos casos los jóvenes tienen un conocimiento insuficiente de la fe, de modo que el Catecismo incluido en la mochila del peregrino les puede venir muy bien. Pero tampoco entran en polémicas doctrinales. Abrazan la ortodoxia propuesta por la Iglesia, aunque no lleguen a vivir bien el ideal cristiano.

 

En un mundo fragmentado, tienen a gala defender la identidad católica. De ahí esa naturalidad y hasta entusiasmo para proclamar su fe. El suyo es un catolicismo desacomplejado, sin reparos para manifestarse, con el crucifijo al cuello. En su deseo de buscar prácticas para expresar lo que sienten, redescubren devociones populares (cantos, via crucis, cirios encendidos…), que sus mayores abandonaron, o inventan otras nuevas.

 

Son hijos de su tiempo y, al haber crecido en una sociedad que privilegia las emociones, no es extraño que en su modo de vivir la fe tenga prioridad lo afectivo y la experiencia personal. Se sienten inclinados a participar en acontecimientos extraordinarios (peregrinaciones, la propia JMJ u otros viajes del Papa), con el riesgo de que luego influyan poco en su vida cotidiana.

 

La Iglesia cuenta con ello, y aprovecha esas ocasiones para sembrar, con la esperanza de los cambios duraderos. Lo decía el Papa a una pregunta de los periodistas en el avión: “En la siembra de la JMJ mucho se pierde y esto es humano. (…) No podemos decir que a partir de mañana recomienza un gran crecimiento de la Iglesia. Dios no actúa así. Crece en el silencio. Nosotros confiamos en este crecimiento silencioso”.

 

Algunos comentaristas presentan la JMJ como una oportunidad festiva más para los jóvenes. Pero es muy distinto estar tomando el sol en la playa que aguantar el agobiante calor varias horas en el agosto madrileño para estar con el Papa. Además, incluso en lo exterior hay signos que hacen pensar. Por fuera se ve la alegría, el espíritu de fiesta, los gritos y los cantos. Pero esto es compatible con la gran participación y el recogimiento en los actos religiosos (velas al Santísimo, via crucis, vigilias de oración…). ¡Esa impresionante multitud en silencio de adoración ante el Santísimo durante la vigilia en Cuatro Vientos! Y ahí se fragua ese “crecimiento silencioso”, para estar “arraigados en Cristo y firmes en la fe”. De ahí surgen las vocaciones y las conversiones, para las que la JMJ se han convertido en un terreno propicio.

 

En la Iglesia universal

 

En un mundo en que el creyente tiene que ir a menudo contra la corriente dominante, y puede sentirse aislado, la JMJ es un modo de fundirse en el universalismo católico. Los jóvenes confirman así su pertenencia a una Iglesia universal, sin barreras de cultura, de razas, de clases. Los distintos grupos van con sus banderas y signos de identidad, pero integrados dentro de la familia común. Y uno de los aspectos más atractivos es esta facilidad de sentirse unidos, en un clima de colaboración y respeto por las distintas sensibilidades en la Iglesia.

 

Esta fraternidad se expresa en un clima de entusiasmo. Pero este entusiasmo no es producto artificial de una manipulación desde arriba, como a veces sucede en movimientos ideológicos. Es algo que responde a una convicción personal, y que está influyendo en la Iglesia en una corriente de abajo-arriba. Con su energía juvenil, con su disponibilidad, con su receptividad, han influido en los planteamientos de la Jerarquía, que experimenta lo que realmente puede mover a los jóvenes.

 

Para transformar la sociedad

 

Entre los asistentes a la JMJ hay un núcleo duro de jóvenes católicos practicantes comprometidos; otros menos activos pero que creen y van a Misa; y otros quizá más motivados por el ambiente festivo y de amistad. No todos aprovecharán igual estos días. Pero de estos jóvenes pueden salir esas “minorías creativas” de que hablaba Ratzinger para influir en la sociedad y transformar la cultura.

 

Pues este catolicismo que expresan los jóvenes es una fe comprometida en la transformación de la sociedad y de la cultura. Ya desde su primer discurso en Madrid, Benedicto XVI confió en que sean los jóvenes los que evangelicen a otros jóvenes: “es urgente ayudar a los jóvenes discípulos de Jesús a permanecer firmes en la fe y a asumir la bella aventura de anunciarla y testimoniarla abiertamente con su propia vida. Un testimonio valiente y lleno de amor al hombre hermano, decidido y prudente a la vez, sin ocultar su propia identidad cristiana, en un clima de respetuosa convivencia con otras legítimas opciones y exigiendo al mismo tiempo el debido respeto a las propias”.

 

El propio clima de la JMJ ha sido ya un testimonio atractivo. Esos centenares de millares de jóvenes eran alegres sin crear tumultos, amables, dispuestos a ayudarse entre sí, entusiastas sin fanatismo, afectuosos sin vulgaridades, una juventud cuya valía solo se nota cuando forma una masa crítica. Y así lo reconocían los comentarios de muchos madrileños. Desde el camarero que se sorprende por la amabilidad de los peregrinos al policía que agradece su colaboración en el mantenimiento del orden. En Madrid los únicos incidentes con la policía los provocaron algunos protagonistas de una marcha anti-papa, que son el complemento parásito de estos eventos.

 

Tras el éxito de esta nueva JMJ, el reto es lograr que el compromiso que el Papa ha pedido a los jóvenes y que ellos han aceptado con entusiasmo, se concrete en su vida cotidiana al volver a sus países.

Jornada Mundial de la Juventud, Madrid 2011

LaFamilia.info
01.08.2011

 

 

En Madrid ya todo está listo para recibir a cientos de miles de jóvenes de todo el mundo en su gran encuentro con el Papa Benedicto XVI. La versión número 26 de la Jornada Mundial de la Juventud tendrá lugar entre el 16 y el 21 de agosto y es uno de los eventos más esperados del año.

 

Historia de la JMJ

 

El espíritu de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) comenzó en Roma durante el Jubileo de 1983-1984, el Año Santo de la Redención. Más de 300.000 jóvenes, procedentes de todas las partes del mundo, acogidos por cerca de 6.000 familias romanas, participaron en el Jubileo internacional de la juventud.

 

En 1985 la ONU proclamó el Año Internacional de la Juventud. Con este motivo, la Iglesia Católica organizó un nuevo encuentro internacional el Domingo de Ramos de ese mismo año. Se reunieron en la Plaza de San Pedro de Roma más de 350.000 jóvenes. Tras el éxito de esta convocatoria, el Papa instituyó la Jornada Mundial de la Juventud.

 

Al año siguiente, el 23 de marzo, Domingo de Ramos, tuvo lugar en Roma la primera Jornada Mundial de la Juventud, con el lema “Siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3,15).

 

Fue la primera de una serie de citas con jóvenes que contribuyó a atribuir al Papa Juan Pablo II el calificativo de “El Papa de los jóvenes”. En esta primera jornada, el Papa convocó a los jóvenes para la siguiente JMJ en Buenos Aires, Argentina, primera Jornada Mundial de la Juventud de carácter internacional.

 

Desde entonces, la JMJ se realiza anualmente en las diócesis del mundo en el Domingo de Ramos y se alterna con un gran encuentro internacional cada tres años en una gran metrópoli. Estos encuentros internacionales de varios días reciben habitualmente el nombre de Jornada Mundial de la Juventud.

 

Para facilitar la asistencia de los jóvenes, desde Santiago de Compostela en 1989 se suele celebrar entre finales de julio y mediados de agosto, pues coinciden las vacaciones de los estudiantes en el hemisferio norte y, en ocasiones, las vacaciones de invierno en el hemisferio sur.

 

La cruz, el ícono de la JMJ

 

Es conocida como la “Cruz del Año Santo”, la “Cruz del Jubileo”, la “Cruz de la JMJ”, la “Cruz peregrina”; muchos la llaman la “Cruz de los jóvenes”, porque ha sido entregada a los jóvenes para que la llevasen a todos los lugares y en todo tiempo. Ésta es su historia:

 

Era en 1984, Año Santo de la Redención, cuando el Papa Juan Pablo II decidió que tenía estar una cruz -como símbolo de la fe- cerca del altar mayor de la Basílica de San Pedro, donde todos pudiesen verla. Así fue instalada una gran cruz de madera, de una altura de 3,8 m, tal como él la deseaba.

 

Al final del Año Santo, después de cerrar la Puerta Santa, el Papa entregó esa misma cruz a la juventud del mundo, representada por los jóvenes del Centro Internacional Juvenil San Lorenzo en Roma. Éstas fueron sus palabras en aquella ocasión: “Queridos jóvenes, al clausurar el Año Santo os confío el signo de este Año Jubilar: ¡la Cruz de Cristo! Llevadla por el mundo como signo del amor del Señor Jesús a la humanidad y anunciad a todos que sólo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención” (Roma, 22 de abril de 1984).

 

Los jóvenes acogieron el deseo del Santo Padre. Se llevaron la cruz al Centro San Lorenzo, que se convertiría en su morada habitual durante los períodos en los que aquélla no estuviera peregrinando por el mundo.

 

En 2003 al final de la Misa de Ramos, Juan Pablo II quiso regalar a los jóvenes una copia del icono de María Salus Populi Romani: “A la delegación que ha venido de Alemania le entrego hoy también el icono de María. De ahora en adelante, juntamente con la Cruz, este icono acompañará las Jornadas Mundiales de la Juventud. Será signo de la presencia materna de María junto a los jóvenes, llamados, como el apóstol san Juan, a acogerla en su vida.” (Angelus, XVIII Jornada Mundial de la Juventud, 13 de abril de 2003). La versión original del icono es custodiada en la Basílica de Santa María la Mayor en Roma.

 

En esta Cruz se ve la presencia del amor de Dios. A través de esta Cruz, muchos jóvenes llegan a comprender mejor la Resurrección y algunos encuentran el valor de tomar decisiones respecto a su vida.

 

Datos y cifras de la JMJ 2011

 

Este año se han aglomerado los esfuerzos para ser un evento que marque huella en la historia. Hasta el momento y aún sin dar comienzo aún a la JMJ 2011, se tienen las siguientes cifras:

 

  • – 22.500 son los voluntarios españoles e internacionales velarán por el buen funcionamiento del evento.
  • – Cerca de 421.000 inscritos de todos los rincones de la tierra participarán este año.
  • – Entre 30.000 y 40.000 familias han ofrecido sus casas para acoger a los peregrinos.
  • – Se estima la asistencia de 4.000 medios de comunicación de los cinco continentes.
  • – Los 10 primeros países en asistencia son: 1) Italia, 2) España, 3) Francia, 4) Estados Unidos, 5) Alemania, 6) Brasil, 7) Polonia, 8) Portugal, 9) México, 10) Argentina.
  • – La JMJ Madrid 2011 no costará “ni un euro” al contribuyente español y sí supondrá una inyección de al menos cien millones de euros para España. *Aseguró el director financiero de la JMJ, Fernando Giménez Barriocanal.
  • – Varias compañías se han unido al evento: El Corte Inglés, Movistar, Santander, Iberia, Grupo Mahou San Miguel, Grupo Nutrexpa, Canal de Isabel II, FCC, Endesa, – Abengoa, Mutua Madrileña, Grupo OHL, entre otros.
  • – Más de 20 musicales y 100 conciertos de música se realizarán en la ciudad sede.
  • – Por primera vez, la JMJ será totalmente accesible para los más de 5.000 asistentes con discapacidad, para ello, se han adaptado las múltiples instalaciones donde se realizarán los eventos.

Fuentes: ciudadredonda.org, opuesdei.es

 

¿Conviene educar al niño en alguna religión?

G.K. Chesterton – 23.05.2011

He aquí una frase que oí el otro día a una persona muy agradable e inteligente, y que cientos de veces he oído a cientos de personas. Una joven madre me dijo:

Lecturas marianas para el mes de mayo

Encuentra.com / 01.05.2011

Aconteció en Roma, una hermosa noche de mayo a fines del siglo XVIII. Un niño pobre reunió a sus compañeros y los guió a una estatua de María, a cuyos pies ardía una lámpara según costumbre de esa santa ciudad.

Los signos de la Pascua

Pascuaderesurreccion.org

Foto: Freepik  

Cada signo tiene un significado profundo, que muchas veces se nos escapa.

El significado de la Semana Santa

Encuentra.com 

Ha terminado la cuaresma, el tiempo de conversión interior y de penitencia, ha llegado el momento de conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Cristo.

La Cuaresma explicada a los niños

Catholic.net

Es maravilloso cuando se comparte en familia los tiempos litúrgicos propios de nuestra formación religiosa. Por medio de la siguiente historia, los hijos más pequeños podrán comprender el significado del tiempo de Cuaresma.

La ceniza no es un rito mágico

miércoles de ceniza

La ceniza no es amuleto de protección ni nos quita nuestros pecados, para ello tenemos el Sacramento de la Reconciliación.

7 Preguntas sobre la beatificación

LaFamilia.info
21.01.2011

 

 

En vista que la beatificación del apreciado Papa Juan Pablo II ya es todo un hecho, sería valioso conocer en detalle qué es una beatificación, por qué se concede, qué se necesita para otorgarse, en qué se diferencia de la canonización… Encuentra aquí las 7 preguntas y respuestas que todo cristiano debiera conocer.

 

1. ¿Qué es una beatificación?

 

Es una primera respuesta oficial y autorizada del Santo Padre a las personas que piden poder venerar públicamente a un cristiano que consideran ejemplar, con la cual se les concede permiso para hacerlo. Es una sentencia no definitiva que tiende a la canonización y permite que se le tribute culto con ciertas limitaciones.

 

Para iniciar el proceso de beatificación el Código de Derecho Canónico exige que haya transcurrido un plazo de cinco años desde la muerte del fiel, aunque el Papa tiene la prerrogativa de saltarse esa norma, como ya hizo Juan Pablo II con la beata Madre Teresa de Calcuta y Benedicto XVI con Juan Pablo II.

 

Para el acto ceremonial de la beatificación, el Papa suele designar un Cardenal que la realice en su nombre.

 

2. ¿Cómo surgió la beatificación?

 

La declaración de santidad podemos decir que es tan antigua como la misma Iglesia. En los primeros siglos esta declaración se hacía de una manera sencilla y casi espontánea, brotaba de la fe del pueblo, de la “vox populi”, que luego era aceptada por la jerarquía de la Iglesia. Tiempo después, los obispos tomaron responsabilidad por la declaración de santos en sus diócesis, para así evitar abusos.

 

Sin embargo, con el paso del tiempo ha evolucionado el proceso. A partir del siglo X, se pedía con frecuencia la aprobación del Papa, y desde el siglo XIII se reservó exclusivamente a él. Los papas Urbano VIII y, sobre todo, Benedicto XIV en el siglo XVIII, establecieron las normas que han de seguirse en las dos fases de que consta la declaración de santidad: la beatificación y la canonización, ambas reservadas al romano pontífice. *La gran persecución, Vicente Cárcel Ortí, Ed. Planeta, pp. 259-262. Interrogantes.net.

 

3. ¿Quién hace la petición de la beatificación?

 

A quien le corresponde hacer la solicitud de beatificación ante la Santa Sede, es el obispo de la región donde nació, vivió o murió el candidato. Debe presentar un informe que consiste en una biografía completa y un resumen de evidencias del milagro atribuido al mismo. No obstante, antes de iniciar una causa, el obispo local debe consultar a los otros obispos de la región, para decidir si tiene sentido pedir la canonización del candidato.

 

A partir de ese momento, comienza un largo y cuidadoso proceso a cargo de diferentes expertos, quienes después de varias fases, emiten la resolución final. Finalmente, si el caso es aprobado, el candidato es declarado “beato”.

 

4. ¿Qué es una canonización?

 

Con la canonización, al “beato” le corresponde el título de “santo”. La canonización, en términos generales, es un decreto concerniendo la veneración eclesiástica pública de un individuo.

 

Después de la beatificación, la causa queda parada hasta que se presenten –si es que se presentan– adicionales señales divinas, en cuyo caso todo el proceso de milagros se repite. Las fichas activas de la congregación contienen a varios centenares de beatos, algunos de ellos muertos hace siglos, a quienes les faltan los milagros finales, posbeatificatorios, que la Iglesia exige como signos necesarios de que Dios sigue obrando a través de la intercesión del candidato. Cuando el último milagro exigido ha sido examinado y aceptado, el Papa emite una bula de canonización en la que declara que el candidato debe ser venerado (ya no se trata de un mero permiso) como santo por toda la Iglesia universal. Esta vez el Papa preside personalmente la solemne ceremonia en la basílica de San Pedro, expresando con ello que la declaración de santidad se halla respaldada por la plena autoridad del pontificado. En dicha declaración, el Papa resume la vida del santo y explica brevemente qué ejemplo y qué mensaje aporta aquél a la Iglesia. *Enciclopedia católica ACI.

 

5. ¿Quién tiene el poder de declarar a un candidato merecedor de beatificación o canonización?

 

Únicamente el Santo Papa; aunque se establecen unos tribunales de investigación, se realizan diversos estudios y análisis por asesores expertos, se consultan con los cardenales de la congregación, es él quien tiene la decisión final.

 

6. ¿Qué requerimientos se necesitan para concederse una beatificación?

 

Además de los atributos personales de caridad y virtudes heroicas, se requiere un milagro obtenido a través de la intercesión del Siervo/a de Dios y verificado después de su muerte. El milagro debe ser probado a través de una instrucción canónica especial, que incluye tanto el parecer de un comité de médicos (algunos de ellos no son creyentes) y de teólogos.

 

No obstante, el milagro no es requerido si la persona ha sido reconocida mártir (cristiano que ha donado su vida a la causa del Señor). *Padre Jordi Rivero, Corazones.org

 

7. ¿Por qué la Iglesia Católica canoniza?

 

La Constitución Divinus Redemptoris Magister (25-1-1983) dice que, «Desde tiempos inmemorables la Sede Apostólica propone a la imitación, veneración y a la invocación a algunos cristianos que sobresalieron por el fulgor de sus virtudes.»

 

Todos los santos y beatos de la Iglesia realizaron una misión común: llevar a la perfección la “vida cristiana”. Perfección a la cual todos estamos llamados por el mismo Señor cuando nos dijo: «Sed perfectos como Mi Padre es perfecto»(Mt 5:48). Vemos como a lo largo de la historia de la Iglesia, miles de hombres y mujeres, niños y ancianos se han lanzado a la conquista de esta gracia y nosotros en nuestros días somos dichosos al tener tan “gran nube de testigos” que son ejemplo seguro que podemos seguir en nuestro caminar hacia la perfección. *Padre Jordi Rivero, Corazones.org

 

El proceso de beatificación de Juan Pablo II

 

El 13 de mayo de 2005, el Cardenal Camillo Ruini, Vicario para la ciudad de Roma, dio formalmente por iniciado el proceso de beatificación de Juan Pablo II; para ello, Benedicto XVI concedió el 28 de abril dispensa del plazo de cinco años de espera después de la muerte requerido por el derecho canónico para iniciar el proceso de beatificación, de modo similar a como hizo el mismo Juan Pablo II con el proceso de beatificación de la Madre Teresa de Calcuta.

 

El 2 de abril de 2007, dos años después de su muerte, concluyó la fase diocesana del proceso de beatificación, reuniéndose todos los testimonios sobre su vida y los presuntos milagros, destacándose el de la monja francesa Marie Simon Pierre, quien dice haber sido curada por intercesión del Pontífice fallecido de la enfermedad de Parkinson dos meses después de su muerte.

 

En una misa que se realizó en la Plaza de San Pedro el mismo día, el Papa Benedicto XVI aseguró que el proceso va rápidamente. En tal fecha, finalizada la primera fase de su proceso de canonización, le fue concedido el título de “Siervo de Dios”.

 

El 19 de diciembre de 2009 fue declarado “Venerable” por Benedicto XVI. Un milagro atribuido a su intercesión fue analizado y considerado inexplicable según la ciencia, por lo que tras diversas reuniones el Papa Benedicto XVI autorizó la beatificación de Juan Pablo II en enero de 2011. La ceremonia de beatificación está programada para el 1 de mayo de 2011.

 

A principio de 2011, P. Federico Lombardi, Portavoz ante la Prensa del Vaticano anunció la fecha de la beatificación y el traslado de sus restos mortales, que hasta entonces se encontraban en la cripta vaticana, hasta la capilla de San Sebastián de la Basílica de San Pedro, en donde podrá ser venerado con culto público por fieles y peregrinos, de manera similar como se hizo con Juan XXIII, preparando la capilla para allí ser expuesto, cubriendo su cara con una máscara dejando el resto del cuerpo perfectamente visible, con vestiduras pontificias.

 

Este proceso de beatificación es catalogado como el más corto de la historia de la Iglesia Católica moderna, ya que duró seis años y 30 días, superando en un mes el proceso de beatificación de Teresa de Calcuta. A pesar de ello, y según las declaraciones de Lombardi, el proceso se han hecho de manera minuciosa, con completos estudios sobre el milagro de la curación de Sor Marie Simon, así como al resto de su vida, declarando según el decreto papal a Juan Pablo II como digno de veneración por sacerdocio limpio e intachable y una vida ejemplar y digna de admiración cristiana. *Wikipedia.com

 

Datos curiosos

  • – Actualmente hay más de 2.000 causas de canonización abiertas.
  • – En la Iglesia Católica se registran más de 5.000 santos canonizados.
  • – A lo largo de su Pontificado, Juan Pablo II canonizó alrededor de 200 santos.
  • – La primera canonización aprobada directamente por un papa (Papa Juan XV), fue en el año 993, a Ulric de Ausburg.
  • – La Iglesia Católica es la única confesión religiosa que posee un mecanismo formal, continuo y altamente racionalizado para llevar a cabo el proceso de canonización de una persona.

Fuentes: Enciclopedia Católica ACI, Catholic.net, Corazones.org, Encuentra.com, Wikipedia

 

Oración para despedir el año

LaFamilia.info – 13.12.2010

oracionfindeano

Antes de finalizar el año, es oportuno un momento de comunicación con Dios para expresarle gratitud por el don de la vida, la salud, la familia, el trabajo; también perdón por las fallas cometidas e implorarle su protección en el nuevo año que comienza.