El fracaso escolar y el papel de la familia

LaFamilia.info
13.09.2010

Cuando un hijo tiene dificultades en el estudio, lo primero a evaluar es la causa que genera este comportamiento. Por tanto, habrá que analizar diferentes variables, en donde la familia se convierte en un importante objeto de análisis.

¿Qué lo causa?

Según los estudios, las causas que determinan el fracaso escolar son variadas, no obstante, hay dos factores principales: los trastornos del aprendizaje (dislexia, ADHD, enfermedades físicas, etc.) y los trastornos afectivos-emocionales (ámbito familiar, pedagógico, social). En esta oportunidad nos detendremos en este último grupo, principalmente en el apartado familiar.

Para la gran mayoría de expertos, la familia ejerce un papel determinante, pues estipula unas características que pueden limitar o favorecer el desarrollo educativo de los hijos; asimismo, influye de forma directa en la estabilidad emocional de los mismos.

Hay circunstancias que se viven en el clima familiar que pueden alterar el equilibrio afectivo y perjudicar el rendimiento escolar, como son:

  • Un cambio significativo en el modo de vida, por ejemplo la muerte de algún familiar o enfermedad grave, traslado de vivienda o escuela, separación del matrimonio, conflictos constantes entre los progenitores, nacimiento de un nuevo hermano, etc.
  • Estilos educativos paternos: se pueden presentar las diferentes posiciones extremas. Aquella que se caracteriza por una excesiva disciplina y perfección, la cual exige a los hijos “ser los mejores” y se castiga drásticamente las fallas. O contrario a esto, un estilo educativo laxo sin lineamientos ni normas, donde los padres están ausentes en la vida académica de los hijos y los dejan a su libre albedrío. Como también, unos padres sobreprotectores quienes, sin intención, forman un niño demasiado consentido que pierde su seguridad y presenta menos tolerancia al fracaso.
  • Otra causa que ha tomado bastante importancia en los últimos años, es la relacionada a las nuevas adicciones de los niños y jóvenes, como son las actividades de entretenimiento que comprenden los videojuegos, la navegación en internet, el chat, la televisión, la música, etc., las cuales requieren ejercer control en su uso para no perjudicar el rendimiento escolar.
  • De igual forma, hay que considerar la etapa de la adolescencia, puesto que la sola entrada de ésta, trae consigo tantos cambios en las dimensiones del joven (física, emocional e intelectual) que en algunos incide en un notorio bajón académico, que de no saberlo manejar con la debida atención, puede desembocar en un fracaso escolar.

Igualmente, cuando un hijo no recibió una formación previa adecuada y suministrada por la familia -educadora por excelencia-, puede desencadenar complicaciones más delicadas como alcoholismo o drogadicción, las cuales están vinculadas al bajo rendimiento académico.

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¿Cómo abordar el fracaso escolar en la familia?

El estrés por ganar el año

Por LaFamilia.info


foto: freepik

Parece que del estrés nadie se salva, ni siquiera los niños. Los expertos en el tema, señalan que los asuntos escolares pueden originar ansiedad y preocupación excesiva en los estudiantes, incluso en los más pequeños. Con el cierre del año escolar ad portas, vale la pena vigilar el comportamiento de los hijos.

Tareas: ¿dónde está el equilibrio?

Pía Orellana – HacerFamilia
25.10.2010

En el mundo se discute sobre el real beneficio de las tareas escolares. Mientras hay quienes aseguran que es la única manera de desarrollar hábitos de estudio, disciplina y autonomía, otros acusan una sobrecarga que sólo consigue desmotivar. ¿Cuánto es suficiente? ¿Cuánto es demasiado?

Por cada padre que piensa que su hijo tiene muchas tareas, hay otro que dice que el suyo necesita más. Y es que en este tema, como en tantos otros relacionados con la educación, no hay consenso, sino más bien una larga y permanente experimentación. Es por eso que hoy somos testigos de cómo algunos países intentan erradicar para siempre los deberes escolares en la casa y otros insisten en exigirle a los niños cada vez más. Finalmente, ¿quién tiene la razón? ¿Qué beneficios reportan las tareas escolares?

Se reabre la polémica

Dos libros publicados el 2006 en Estados Unidos volvieron a poner el debate sobre la mesa: “The case against homework”, de Sara Bennett y Nancy Kalish, y “The homework myth”, de Alfie Kohn. Éstos cuestionan el valor de las tareas al plantear que ningún estudio ha podido demostrar su influencia positiva en el desempeño académico de un niño, sobre todo en educación básica. Para los autores, los deberes que los alumnos deben realizar en la casa no hacen más que quitarles tiempo valioso para el juego y para estar con sus familias. Además, señalan que constituyen una sobrecarga para los padres y un factor de estrés familiar.

Pero una cosa es el rendimiento y otra la formación o desarrollo de la persona. Claudia Araya, coordinadora del ciclo de enseñanza básica del Colegio Los Andes (primer lugar Simce y PSU), dice: “Uno lee muchos artículos que señalan que las tareas poco menos que sepultan la vida familiar porque exigen tiempo. Pero yo veo que cuando un niño es atleta, o toca piano, o baila ballet, los padres apoyan los ensayos o entrenamientos porque dan por hecho que tiene que practicar. Sin embargo, pocos se dan cuenta que con la facultad cognitiva ocurre lo mismo: debe reforzarse a diario, porque es una habilidad que, de lo contrario, se pierde”.

Sin embargo, Nancy Kalish (quien además es periodista y mamá) acusa la falta de preparación de los profesores en esta materia. “Si miras los programas, incluso de universidades top como Harvard, te das cuenta que la mayoría no entrena a sus futuros profesores en esa área”, escribe en The Washington Post. Por eso, señala, las tareas no están bien dirigidas ni son de calidad.

Con ella concuerda la educadora chilena Cecilia Hudson, investigadora de la Universidad de los Andes: “El gran error de los colegios y de los profesores es hacer las cosas sin saber por qué. La institución que tiene claro qué tipo de alumno quiere formar tiene claro también cómo hacerlo. Las tareas se enmarcan en esa visión”.

¿Se debieran regular?

En Chile, como en muchas otras partes del mundo, no existe una política sobre las tareas escolares. Según explica Verónica Muñoz, del Ministerio de Educación, son sólo un recurso pedagógico que puede usarse o no. Y si bien en el mundo de los colegios particulares los padres tienen la sensación de que sus hijos son víctimas de una sobrecarga académica, no es la realidad del 80% de los alumnos chilenos que recibe educación municipal, donde muchos colegios tienen como política no mandar tareas. “Los profesores saben que los alumnos en sus casas no tienen espacio ni materiales para hacerlas, y muchas veces los papás tampoco están preparados para ayudarlos”, explica Verónica Muñoz. Por eso prefieren no dar trabajos para la casa.

A juicio de quienes están a favor de las tareas, ahí radica una de las grandes causas de la desigualdad en educación. Harris Cooper, profesor de psicología y neurociencia de la Universidad de Duke, ha investigado los efectos de las tareas en el rendimiento de los alumnos y comparado distintos estudios. Desde Durham, Carolina del Norte, señala a Hacer Familia que “efectivamente hay una relación positiva entre las tareas escolares y el rendimiento académico en la educación básica superior (sexto a octavo básico)”.

Los educadores coinciden en que el objetivo central de las tareas es formar el hábito de trabajo en el niño con el fin de que progresivamente se haga más autónomo. Pero también, dice Cecilia Hudson, desarrollar en ellos la capacidad de esfuerzo. “Está comprobado que esa capacidad de superarse es la que te lleva lejos en la vida, mucho más que las habilidades cognitivas en sí”.

Isabel Martínez, profesora del Colegio Sagrado Corazón Monjas Inglesas, complementa: “Ellas también contribuyen a formar valores como la responsabilidad y el compromiso y favorecen la autorregulación”.

En definitiva, ¿cuánto?

Una conocida regla educacional establece que el tiempo dedicado a las tareas debiera aumentar con la edad. Así, en primero básico debieran ser sólo 10 minutos; en segundo básico, 20; en tercero básico, 30, y así sucesivamente. Recomendación que Harris Cooper asegura está basada en las conclusiones alcanzadas por especialistas tras analizar docenas de estudios. “Los alumnos que hacen sus tareas tienen mejor rendimiento que aquellos que no, pero sólo cuando se trata de cantidades apropiadas para el desarrollo del niño”.

De cualquier forma, los investigadores instan a los profesores a huir de la mirada exitista y competitiva de las tareas escolares. En concreto, plantean:

  • El profesor tiene que tener claro el objetivo o sentido de la tarea que va a encargar, el tiempo que debieran tardar en hacerla y el grado de dificultad.
  • La tarea no puede estar fuera del espectro de tiempo y capacidad ni del niño ni de sus papás. Lo óptimo es que dejen espacio para que ellos realicen otras actividades, como jugar, hacer deporte, desarrollar un hobby.
  • La tarea debe estar en sintonía con lo que se ha pasado en el colegio; no puede ser algo absolutamente nuevo.
  • En conjunto, las tareas de un día debieran incluir práctica de matemática, ejercicios de gramática, vocabulario o escritura, y algo de ciencias o historia. Todo en poca cantidad. Es recomendable agregar a esto 10 minutos de lectura.
  • La tarea debe corregirse al día siguiente; si no, el niño recibe el mensaje de que da lo mismo si la hizo o no.
  • Los proyectos de investigación deben darse con anticipación y estar bien estructurados, ojalá con una pauta de lo que se espera.
  • El profesor debe buscar recursos nuevos que hagan las tareas más atractivas para sus alumnos.
  • Los profesores deben coordinarse para lograr un equilibrio en los tiempos y tipos de tareas que recibe un curso.

Desde cuándo se debieran enviar tareas a los niños es otra de las grandes interrogantes de los padres. Claudia Araya señala: “Es un error antropológico pensar que éstas deben comenzar cuando son más grandes y que hasta entonces los niños sólo deben jugar, porque hay cosas que uno tiene que enseñar desde siempre. Hábitos como el orden, la laboriosidad, la responsabilidad… Y mientras más chicos, más fácil, porque son más equilibrados emocionalmente”.

Los padres pueden ayudar

La actitud con que los hijos enfrentan las tareas está estrechamente relacionada con la que reflejan sus padres. Por eso:

  • Prográmelas. Hay dos períodos durante los cuales los niños pueden hacer sus tareas: inmediatamente después del colegio o antes de comida. “Deje que ellos elijan el momento”, dice Harris Cooper. “Algunos niños realmente necesitan bajar las revoluciones después del colegio, mientras que otros estarán muy cansados si esperan”. Antes de dormir es el único momento en que no se debieran hacer, porque los niños terminan acostándose mucho más tarde de lo que deberían.
  • Limite las distracciones. Basta decir algo como: “Una vez que empiezas a hacer la tarea, no paras hasta que la termines, así que anda al baño ahora y come algo ahora”.
  • Esté cerca, no encima. Los hijos debieran hacer las tareas solos, pero usted los puede acompañar.
  • No les dé las respuestas, pero sí haga preguntas. De esa manera fomentará en ellos la curiosidad y el amor por el conocimiento.

El Padre Alfredo Márquez, L.C., director del Colegio Cumbres, señala que la mejor manera de lograr una aproximación positiva de los niños hacia las tareas es mostrándole a los padres cómo los pueden ayudar: “Les hablamos mucho de la autonomía porque percibimos un afán demasiado grande de apoyar a los hijos, lo que a veces es sobreprotección. Es importante que ellos entiendan que deben formar esa capacidad de realizar los trabajos por sí mismos y no tener miedo a equivocarse, al fracaso, porque echando a perder se aprende”.

Padres en el rol de profesores

LaFamilia.info
22.07.2010

Gran parte del rendimiento académico de los estudiantes depende de las labores académicas que realizan en casa. Y aunque no se trata de que los padres sustituyan a los profesores, ni de que hagan las tareas escolares de sus hijos, deben estar presentes en la supervisión y elaboración de los trabajos en casa.

Existen varias formas de ayudar a los hijos. Uno de ellas es la orientación para adoptar un adecuado hábito de estudio, pues de éste dependerá un buen desempeño en el colegio.

Empiece por identificar si sus hijos están estudiando de manera adecuada pues la experiencia nos dice que una inmensa mayoría de niños no saben estudiar. Antes de imponer cualquier método académico, debe invitar al niño a revisarse y a cambiar de actitud.

Son muy frecuentes los siguientes malos hábitos de estudio:

  • El memorismo: Este defecto nace del predominio del afán de retener sobre el de pensar y comprender. Por ejemplo, aprenderse las lecciones de memoria con las mismas palabras del libro y recitar textualmente párrafos que no se entienden. En buena parte ha sido fomentado por el tradicional sistema de enseñanza en el que se daba mucha más importancia a la cantidad de información poseída que a su comprensión.
  • El estudiar simplemente para aprobar: Se estudia únicamente cuando se anuncia un examen y una vez aprobada la materia se archivan los libros para siempre. El estudio en este contexto, es una mera obligación, una actividad impuesta y no una actitud de búsqueda del saber.
  • Mala distribución del tiempo: No se tienen criterios adecuados para organizar el trabajo y distribuir el tiempo de estudio. Así, por ejemplo, es muy normal estudiar únicamente en vísperas de una prueba, lo que supone concentrar masivamente todo el trabajo en pocas horas. Este procedimiento hace que el estudio sea irracional (no se puede «digerir» adecuadamente tanto contenido en tan poco tiempo) y además da lugar a peligrosas situaciones de fatiga intelectual.
  • Estudiar de una forma pasiva: Para muchos estudiantes no existe ninguna diferencia entre leer una novela y estudiar una lección (la lectura recreativa es siempre de poca exigencia comprensiva, amena y no es necesario retener ni dar cuenta a nadie de lo aprendido. El estudio, por el contrario requiere mucho más esfuerzo: reclama del estudiante la actitud de profundizar en la comprensión de lo leído, relacionarlo con otras cuestiones o materias, integrarlo a su experiencia y aprendizaje anterior, ser capaz de recordarlo, de expresarlo adecuadamente, e incluso de utilizarlo de forma práctica, es decir, saber aplicar lo aprendido).

Por estudio pasivo se entiende la simple lectura sin esfuerzo mental, la falta de auto exigencia para aprender, pero también la ausencia de actividades concretas a lo largo del proceso de aprendizaje: subrayar o anotar las ideas más importantes, acudir al diccionario, sintetizar lo estudiado por medio de un resumen o esquema, etc.

Cómo orientar a sus hijos en las tareas

Orientar no es imponer procedimientos, sino proporcionar a cada chico una información acerca de la naturaleza de su trabajo y de sí mismo, de tal modo que vaya deduciendo consecuencias personales y desarrollando una iniciativa y estilo propio de trabajo. Una cuestión importante es que los chicos vean los estudios como una responsabilidad suya (responsabilidad que no disminuye o se comparte con otros por el hecho de que éstos orienten o ayuden de algún modo).

Seleccione objetivos concretos y puntuales para cada chico y cada momento o situación. Por ejemplo, determinar un horario de estudio fijo, consultar en el diccionario las palabras desconocidas; mejorar la escritura; aprender a sintetizar un tema, etc.

Por último, tenga en cuenta que para exigir y controlar sin coartar la iniciativa de los chicos, puede ser muy útil el método de la pregunta. Por ejemplo: Qué tienes que hacer hoy? Cuándo vas a hacerlo? Cómo vas a hacerlo? Cómo sabrás si lo has hecho bien?

Regreso a clases… que no sea un trauma

 
LaFamilia.info
 
 

 

 

 

La adaptación a la nueva rutina escolar después del descanso, es un tema que preocupa a los padres pues significa volver a tomar la disciplina de la levantada temprano, el horario de tareas y actividades extracurriculares, etc.

 

A continuación presentamos algunos consejos prácticos sugeridos por la Revista Samborondón de Guayaquil, los cuales ayudarán a que la transición de regreso a clases y los primeros días escolares sean menos duros para niños y padres.

 

¡A la cama muy temprano!

Si durante estas vacaciones sus niños se han acostumbrado a trasnochar y dormir hasta tarde, gradualmente deben volver a los horarios normales. Tenga en cuenta que los chicos de 5 a 8 años necesitan mínimo 10 horas de sueño. La disciplina que imponen los padres respecto a la hora en que sus hijos deben acostarse y levantarse es muy importante, pues ayudará a desarrollar buenos hábitos a la hora de dormir, costumbre muy importante cuando empiezan las clases.

 

Poco a poco vuelva a la rutina

A pocos días del inicio de clases, acomode el horario de su hijo y asígnele actividades escolares. Por ejemplo, introdúzcalo en ejercicios de escritura y dibujo o lean juntos un cuento y conversen sobre los personajes del mismo. Es importante que se vaya acostumbrando al trabajo para que las actividades escolares no lo sorprendan.

 

Conozca al profesor
Si es la primera vez que su hijo asiste al colegio, llévelo a la escuela dos o tres días antes del “gran evento”, para que se familiarice con el lugar. Si usted conoce otros chicos que van a estar en su clase, propicie una relación de amistad previa para que se conozcan; ver caras conocidas ese primer día le hará bien. Tener contacto con el profesor algunos días antes también es importante, pues crea un vínculo entre maestro y alumno.

 

Minimice el ajetreo de las mañanas
Las primeras mañanas de clases suelen ser muy ajetreadas. La noche anterior deje listo el uniforme y todo preparado para el desayuno. De esta manera, todos se van a sentir mejor.

 

Designe un lugar para los deberes
Los niños deben tener un escritorio para que puedan concentrarse mejor.

 

Días malos, días buenos
La poca flexibilidad de la escuela es un problema para muchos niños. Espere algunas batallas del tipo de cuánto tiempo es el adecuado para la televisión por las tardes, cómo deben realizarse las tareas, etc. Si el conflicto se da, trate de resolverlo con su pequeño; motívelo a buscar soluciones a los problemas juntos.

 

Limite las actividades extracurriculares
No “apriete” el horario de su hijo con muchas actividades extracurriculares antes de saber cómo le irá en la escuela. Si usted cree que podrá manejar otras actividades, siempre podrá añadirlas a su horario.

 

Momentos para relajarse
Ayude a su hijo a relajarse durante las primeras semanas de clases. Los niños en los primeros grados necesitan mayor ayuda para adecuarse a la nueva estructura escolar. Y usted debe estar presente en el proceso.

 

Siempre aprendiendo
El aprendizaje debe ser parte de su vida diaria. Si va al supermercado, aproveche para probar las matemáticas de su hijo; deje que su pequeño lea los letreros mientras van de paseo… Lo importante es hacerle ver que todo lo que aprende en la escuela puede aplicarlo en lo cotidiano.

 

Celebre con “bombos y platillos” el primer día de clases
Una vez que regrese de ese primer día de clases, pregúntele cómo le fue, qué hizo, qué aprendió… Esto cumple con varias funciones: la primera es que da al niño la oportunidad de expresar lo que siente y sentirse importante ante los padres. Por lo mismo, celébrelo. La segunda es que usted podrá determinar si existe algún problema que amerite una solución inmediata. Surge buen efecto invitar a casa a los nuevos compañeros y sus mamás.

Propósitos que deben hacer los padres para un mejor año escolar de sus hijos

 
Por Ángela Marulanda – docsalud.com
 

20152408fycFoto: Freeimages

 

Al comenzar el año escolar muchos padres hacemos toda serie de recomendaciones a nuestros hijos para que les ayuden a tener un año académicamente exitoso y sin mayores contratiempos. «Este año harás las tareas a tiempo”, “marcarás todos los libros para que no se te pierdan”, “cuidarás tus uniformes”, “llegarás puntual», etc. Algunas veces reforzamos estas sugerencias ofreciéndoles premios al terminar el año si cumplen con nuestras expectativas. Sin embargo, más efectivo que sugerirle a los menores los planes que deben hacer al comenzar el año escolar, es que los padres tengamos algunos propósitos, que si se llevan a cabo, seguramente contribuirán no solo al éxito académico de los chicos sino a la paz y tranquilidad del hogar. 

 

La reconocida autora y educadora familiar, Ángela Marulanda, propone los siguientes:

 

1. Me concentraré en enseñar a mi hijo a que sea respetuoso, honesto y responsable, y dejaré que la profesora se ocupe de enseñarles lectura, escritura, ciencias y matemáticas.

 

2. Recordaré que si trato de evitar que mi hijo tenga problemas en el colegio por su incumplimiento u olvido de los deberes académicos, lo único que logro es que aprenda a eludir su responsabilidad ante a los mismos.

 

3. No llevaré al colegio tareas, libros, trabajos o viandas olvidadas en casa, aunque mi hijo me llame suplicando que lo haga.

 

4. No compraré nuevos libros, útiles o uniformes que mi hijo pierda o dañe por descuido, y le haré pagar con sus ahorros la reposición de los mismos.

 

5. Inscribiré a mi hijo en una sola actividad después del colegio (deportes, música, etc.) a lo máximo, y sólo si él o ella lo desea y va bien en sus estudios.

 

6. No esperaré que mi hijo se destaque en todo. Aceptaré sus debilidades tanto como sus fortalezas, recordando que entre más aceptado por mi se sienta mejor será su capacidad para enfrentar sus fallas y superar sus fracasos.

 

7. Inculcaré a mi hijo que lo importante no es ser mejor que los demás sino hacer todo dando lo mejor de sí mismo, cualquiera que sea el desempeño de sus compañeros.

 

8. No justificaré ni disculparé a mi hijo cuando no entregue una tarea a tiempo sin causa muy justificada, así por mi falta de intervención o compasión le vaya mal en una materia o pueda ganarse una sanción severa.

 

9. No seguiré creyendo que cualquier problema, debilidad o falla de mis hijos es culpa mía o reflejo de mis propios defectos como persona. Recordaré que son ellos quienes deben decidir si aprovechan las oportunidades que se les presentan, sabiendo que muchos niños salen adelante aún en situaciones más adversas que las que ellos puedan estar enfrentando.

 

10. Sólo permitiré que mi hijo o hija vea televisión o se entretenga con videojuegos, tabletas o móviles, por un tiempo muy limitado al día, durante los días de la semana, para que tenga tiempo suficiente para estudiar, jugar y descansar.

 

11. Señalaré el esfuerzo y aplaudiré el progreso de mi hijo en los estudios y no me concentraré tan sólo en los resultados o calificaciones. Primero los felicitaré por sus buenas notas y luego discutiremos las medidas aconsejables para mejorar las deficientes.

 

12. Asistiré a las reuniones de padres de familia y ayudaré generosamente con el colegio en todas las actividades que desarrolle para beneficio de sus alumnos.

 

13. Colaboraré con los profesores y procuraré que mis hijos los respeten, pero no asumiré sus funciones ni me convertiré en el substituto del profesor en mi casa.

 

Autor: Ángela Marulanda. Publicado por Docsalud.com

 

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Involúcrese en la educación escolar

Sheila Morataya Fleishman
18.01.2010

Tu presencia es indispensable en la formación humana y espiritual de tus hijos, pero también, para dar carácter al estudiante del futuro. Adiestrar, instruir, educar… ¡que gran tarea!

Involucrarte en la educación de tus hijos, ser protagonista diaria de la evolución de su inteligencia, enseñarles a desarrollar su creatividad e ir desarrollando paso a paso las formas que darán carácter al estudiante del futuro ¡que reto más grande y que acto de generosidad tan gratificante!

¿Han comenzado tus hijos el kinder?, ¿Has pensado lo importante que es aprender y descubrir con ellos el fascinante mundo de la educación? , ¿sabes la dimensión de la tarea que tienes por delante?. Si hasta hoy los has formado en virtudes humanas como el orden, la disciplina, la introducción a la generosidad, etc. hoy es el momento de empezar a profundizar en cada una de esas virtudes, para que todo el potencial humano y espiritual de tu hijo salga a la luz, ayudándole a ser un estudiante feliz con cada esfuerzo por realizar y terminar las cosas bien hechas.

Por supuesto, sin tu sí generoso, esto es algo que no se dará automáticamente, pues involucrarse de lleno en la educación de tus hijos pequeños, vendrá acompañado con una serie de “tendrás…” que no fácilmente, todas las que somos madres estamos dispuestas a dar.

Los “tendrás…”

“La educación durante toda la vida permite, ordenar las distintas etapas, preparar las transiciones, diversificar y valorizar las trayectorias”. (Informe de la Unesco)

La preparación para entrar al que es prácticamente el umbral de la educación, puede ser una verdadera aventura o un verdadero dolor de cabeza para ti como mamá. Pues la “gran tarea” por delante, no te pide uno, ni tres, ni cuatro años, sino más que eso, “tendrás” que estar dispuesta a recorrer con ella, él o ellos, las diferentes etapas que van desde el kinder y culminan con el bachillerato.

Claro, al llegar a cierta etapa en sus estudios, si has puesto mucho de tu tiempo y cuidado, será un estudiante independiente, pero aún así, tendrás que estar muy dispuesta a seguir “estando presente” para ayudarle en su proceso formativo humano y espiritual. Ves a lo que me refiero con los “tendrás”? Veamos algunos de ellos:

  • Dependiendo de tu país y el sistema educativo, lo primero que “tendrás” que hacer, es anotarte como voluntaria para la junta de padres y los que tienen a su cargo vigilar que todas las actividades de la escuela se lleven a cabo como está planificado; por otro lado, también estas juntas de padres se encargan de organizar fiestas especiales, cumpleaños de maestros, celebraciones importantes y otros eventos. Estando en una de estas juntas, tendrás la oportunidad de conocer a otros padres que piensan y sienten como tu, acerca de la educación de sus hijos.
  • “Tendrás” que ofrecerte de voluntaria por lo menos una vez a la semana para ayudar en el salón de clases de tus hijos pequeños. Un niño de cinco años todavía no tiene la madurez emocional que se necesita para seleccionar amigos, por lo tanto, tu tienes que seguir vigilando muy de cerca quiénes son sus amiguitos y cuáles son sus costumbres. Con tu participación una vez por semana, no sólo ganarás simpatía con su maestra, sino también podrás observar el comportamiento de cada uno de los niños y así decidir con quien tu hija tendrá días de juego después de la escuela.
  • “Tendrás” que ponerte a revisar las lecciones estudiadas de cada jornada todos los días. Como un niño de kinder apenas está aprendiendo a leer y a descubrir por sí mismo el mundo del conocimiento, es importante que desde “ya”, aprenda que estudiar es un placer, un regalo, un juego maravilloso y la oportunidad más grande que te da la vida para llegar a ser todo lo que tu quieras ser. Es reforzar junto a él, ella o ellos, que uno de los derechos que tenemos como hijos de Dios es descubrir, aprender y desarrollar la inteligencia. El estudio hace todo esto, encárgate de que lo interioricen muy bien. Quince minutos de lectura diaria, con hora fija para hacer las tareas, y el talante alegre que observen en ti, serán cruciales para las actitudes que tendrá o no tendrá en el futuro.
  • “Tendrás” que estar dispuesta a involucrarte en actividades extra escolares. Como son los programas para el desarrollo del carácter, los deportivos; los grupos de música o danza, etc. Todo esto requiere una enorme dosis de voluntad, generosidad, paciencia que no se cansa y conciencia de que es necesario estar presente en la vida de tus hijos. Los niños lo observan y sienten todo. Conozco una mamá que trabaja y tiene una lista enorme de obligaciones, sin embargo, desde que su hija comenzó la escuela, decidió lo que era importante en ese momento. Me comentaba el otro día que “nada la hace sentir más plena y feliz” que ver la cara de alegría de su niña, cuando la ve llegar todas las semanas a su salón de clases para ayudar a su maestra.

Todo lo anterior amiga, es para ayudar a que te animes seriamente en involucrarte en la educación de tus hijos pequeños. Ten la seguridad que al hacerlo, también tu estarás ayudando a tu propia formación y preparación, pues estarás familiarizada e inmersa en ese proceso educativo. Llegarás a ser una madre verdaderamente profesional, que se toma su papel muy en serio. No lo dudes: “ellos merecen el esfuerzo”.

Hay muchos consejos más que quisiera darte, pero me parece que hay uno especialmente importante cuando se trata de educar hoy para el futuro. Se trata de la educación de la voluntad.

Ya lo sabes, es con esta virtud, como tu misma te impones metas y las logras; es ella la que te motiva a terminar lo que comienzas, a perder esos kilos de más, y ahora te impulsará a involucrarte en la educación de tus hijos.

A medida que tus hijos te vean luchar y avanzar con ellos por el apasionante camino de las primeras letras, estarás descubriendo y al mismo tiempo enseñando cómo se lleva a cabo el proceso de querer aprender, querer mejorar y querer esforzarse por llegar a ser una persona completa. Todo esto está anclado en la voluntad de poder hacer.

Profundizarás junto con tus hijos en el “cómo” se adquieren las virtudes y en el “cómo” se llega a ser una mujer u hombre de carácter. Generalmente las palabras no son suficientes para ayudar a los niños a interiorizar, si te ven “haciendo” eso que dices es tan importante, ten por seguro que llevas muchos pasos adelante.

La educación tiene la misión de permitir a todos sin excepción, hacer fructificar todos sus talentos y todas sus capacidades de creación, lo que implica que cada uno pueda responsabilizarse de sí mismo y realizar su proyecto personal.