Así como otras festividades del año, el Día de la Madre se ha convertido en otro pretexto de la sociedad de consumo.
Pero aprovechemos esta ocasión para alejarnos de su connotación comercial y reflexionemos sobre el papel de la madre en la familia, sobre el origen de esta festividad y cómo hacer de este día una ocasión especial.
Orígenes del Día de la Madre
El origen del Día de la Madre es la historia de una joven que pierde prematuramente a su madre y quien concibe la idea de dedicar un homenaje para rendirle tributo a la madre. La estadounidense Ana Jarvis, luego de la muerte de su madre en 1905, decide escribir a maestros, religiosos, políticos, abogados y otras personalidades, para que la apoyen en su proyecto.
Luego de una gran acogida a su iniciativa, la joven Jarvis logró que el Congreso de los Estados Unidos presentara un proyecto de ley a favor de la celebración del «DIA DE LA MADRE», en todos los Estados Unidos y el cual fue aprobado en 1914.
Un día diferente a todos
El Día de la Madre es el día en que mamá puede quedarse sentada y con los pies en alto, si así lo quiere. Es el día en que papá e hijos le demostrarán todo su amor y aprecio.
Para ello piense qué le gusta a ella, qué es lo que valora más, qué espera de su esposo e hijos. No piense sólo en cosas materiales, pues normalmente los seres humanos esperamos cariño, ternura, delicadeza, comprensión, etc.
Ahora sí, piense en lo material. Una sugerencia que le hacemos es ofrecerle una rica comida preparada por la familia.
Pero antes de meterse en la cocina, pónganse sus mejores atuendos y vayan en familia a Misa para agradecerle a Dios el privilegio de tener una madre única y amorosa.
Es bueno recordar que aunque celebremos el Día de la Madre, todos los días son buenos para mostrar el cariño hacia las mamás. Sería un contra sentido que un día al año fuéramos buenos hijos y esposos y el resto cayésemos en la indiferencia.