Blogs LaFamilia.info – 01.02.2018
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Seguramente te habrás imaginado miles de veces que la vida que vives podría ser mejor; que otras personas han tenido más oportunidades que tú; que posiblemente hubieses podido alcanzar más metas o tener más bienes materiales. Y lamentablemente dejas de lado tantos beneficios recibidos, tantos logros alcanzados, tantos momentos felices e indescriptibles en su esencia por lo importantes que han sido para tu crecimiento personal.
“La vida es una sola” escuchamos con frecuencia y qué tanto implica esta expresión. Un caminar incesante pero que cuando llega la hora, debemos abandonar hacia la eternidad. Y más aún, si hemos actuado bien, será recompensado con la vida eterna. “La vida no tiene precio” es otro eslogan muy común y que personas inescrupulosas quebrantan con frecuencia porque cortan ese lazo sin contemplación alguna.
Esa vida que Dios nos ha dado y que bendice a cada momento cuando abrimos nuestros ojos y despertamos, significa que hay una nueva razón para emprender el camino hacia la perfección constante. Cada caída debe tener como consecuencia un aprendizaje inagotable porque somos más personas cuando recapacitamos, retomamos nuestro rumbo y logramos alcanzar con esfuerzo y dedicación eso que tenemos pensado para el bien de nosotros y de los demás.
¿Pero cómo definimos qué está bien? ¿Acaso tenemos una brújula que nos orienta sabiamente hacia el lugar al cual debemos caminar o las decisiones que más nos conviene? Siempre tendremos dos rumbos para elegir en nuestro viaje por la vida: el del bien o el del mal. No pueden existir términos medios ni decisiones relativas.
Si tuviésemos una respuesta a las anteriores preguntas seguramente iniciaríamos diciendo que el bien implica lo que nos lleva a vivir las virtudes, y el mal, a estar rodeados de vicios. Necesariamente para vivir debemos tomar decisiones a cada instante y de estas decisiones dependerá la calidad de nuestra vida. Muchas personas se dejan llevar por lo que opinan o manipulan los demás; otras, son más firmes y seguras, y deciden con voz propia, a la luz de los principios, de lo ético y la moral. Otras, crean sus propias convicciones y definen qué está correcto y se basan en lo relativo, en lo que necesitan o están convencidos, sin ver realmente el bien común.
Vivir es también una gran responsabilidad. No estamos solos, nos rodeamos de personas maravillosas. Estamos cercanos a tantos seres increíbles que nos dan lo mejor de sus vidas. La familia está conformada por esas personas que darían todo por vernos felices, aunque en algunos momentos se presenten dificultades o diferencias que conllevan a roces o a quebrar estas relaciones. Por ejemplo, papá y mamá seguirán siendo toda la vida “papá y mamá”. Así estemos lejos, así estén en la eternidad; siempre serán quienes dieron parte de su ser para que nosotros fuésemos personas de bien.
Las amistades también son muy importantes en el camino de la vida. Nos ayudan a perfeccionarnos (si hablamos de buenas amistades) y a encontrar sentido a cada momento compartido. Somos seres sociables y necesitamos del interactuar con los demás. Un amigo siempre nos ayuda a mejorar, a crecer, a sacar la mejor versión de nosotros mismos, nos da buenos consejos, nos permite descubrir que tenemos infinidad de dones y cualidades. Quién nos lleva por el camino del mal, no es un amigo, sino un enemigo, porque un amigo siempre querrá lo mejor para nosotros.
El camino de la vida nos permite descubrir talentos en nosotros mismos. Cada día siempre será una oportunidad para conocernos. Muchas veces en las experiencias que vivimos a diario, descubrimos que tenemos una voz melodiosa, habilidades para cocinar, para escribir, declamar, socializar, dar consejos, escuchar a los demás, etc. y eso nos ayuda a consolidarnos frente un grupo social (familia, trabajo, amistades) y a explorar nuevas facetas que nos motiva a encontrar un mayor sentido a lo que hacemos. Entonces es cuando descubrimos que vivimos no solo para nosotros mismos sino para los demás.
Es maravilloso poder aportar un grano de arena en los proyectos que se emprenden en casa, trabajo, sociedad en general. Y ese grano de arena se aporta a través de las buenas obras que realizamos, en el buen trato a los demás, en dejar a un lado la indiferencia frente a quien obra mal. Estamos llamados a construir, a sembrar, a cuidar, a proteger, a preservar, a salvar. Nadie nace con un manual de funciones bajo el brazo de cómo vivir, ni con un sticker de nacido para el mal. Vivir se aprende viviendo al igual que las virtudes, que se aprenden practicándolas, buscando hacerlas parte de nuestro ser. El bien se funde en nosotros y nos da el sello para actuar y decidir. El bien hace parte activa de nuestra conciencia y será la base para disponer de nosotros mismos frente a cualquier circunstancia de la vida sin acomodarnos y sin ir en contra de la dignidad.
La vida es un camino extraordinario por recorrer y más aún, cuando lo hacemos acompañados y haciendo siempre el bien.
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Licenciada en Educación Básica; especialista en Informática Educativa, en Gerencia de Instituciones Educativas y en Pedagogía e Investigación. Con amplia experiencia en docencia. Felizmente casada y madre de un hermoso bebé. vivian_forero@hotmail.com