Muchos niños esperan con ilusión las últimas horas del día cuando hablan un rato con papá y mamá y rezan juntos antes de dormirse. No perder esta costumbre ayuda a que los niños afiancen su vida de piedad.
Una familia creyente plantea como uno de los cometidos principales enseñar a rezar a sus nuevos miembros. Por esto, el autor del libro “Cómo educar a niños de 6 a 12 años” José Manuel Mañú, repasa los momentos más significativas en la vida de un niño para inducirlo a una vida piadosa:
Bautizo: El bautizo de un hermano es una estupenda ocasión para enseñar a los mayores lo que significa el primer sacramento de la iniciación cristiana: cuando entienden la profundidad de este hecho, surge natural el festejarlo, también materialmente, pero sin que eso sea el centro del acontecimiento.
Primeras oraciones: Algunos padres rezan a los pequeños algunas oraciones antes de que ellos puedan hablar. Entre los primeros y más grandes recuerdos de una persona está el haber aprendido a rezar de labios de sus padres.
Rezar unos momentos por la mañana y por la noche con su madre o con su padre, le ayudará al niño a comenzar y a terminar el día con un pensamiento sobrenatural.
La primera Confesión y la primera Comunión: Para los chicos es un gran día el de su primera confesión y es bueno celebrarlo sobriamente, de tal modo que valore la recepción de dicho sacramento. No es verdad que la conciencia del pecado le lleve a agobiarse, sobre todo si se le explica la hondura del corazón misericordioso de Jesús y los efectos de la confesión en el alma.
La preparación para la primera Comunión tiene dos facetas: doctrinal y de piedad. La preparación colectiva tiende más a cuidar la primera, y la personal la segunda.
La Misa dominical: Un niño de 7 años está en condiciones de seguir la Misa, siempre y cuando se le haya preparado convenientemente. Sin embargo una Misa especial para niños puede facilitar la tarea. Enseñarles el significado de cada una de las partes, de algunos gestos de los sacerdotes o sugerir alguna jaculatoria (frase breve y cariñosa) para el momento de la Consagración, son parte de la preparación progresiva que pueden dar unos padres cristianos. Por tanto, no se trata solo de llevarle a Misa, sino de ayudarle para que la aproveche con el mayor fruto posible.
Si los padres han perdido o no han adquirido la costumbre de ir a misa los domingos, esta es una oportunidad para volver a vivir ese principio básico de la vida cristiana. De la respuesta favorable o desfavorable de los padres, derivará posiblemente el futuro de la práctica religiosa del hijo.
Algunas prácticas familiares: Si los recién casado empiezan a rezar unidos, cuando llegan los hijos estas prácticas serán parte de los rituales familiares. Pos supuesto que cuando los niños son pequeños, estas oraciones deben ser breves.
Algunas costumbres para empezar pueden ser por ejemplo, un misterio del rosario, poner flores a una imagen de la Virgen, bendecir la mesa y dar gracias la final de cada comida.