La adicción a las drogas es una situación que se puede y debe prevenir desde la familia, en buena parte; sin descartar que la sociedad y otros factores tengan injerencia en ello.
Por esta razón se recomienda a los padres no desentenderse del tema y asumir una posición activa ante esta realidad.
Este, como muchos otros aspectos educativos, se debe trabajar de manera preventiva -desde la primera infancia- y no cuando se ha convertido en un hecho real, lo cual dificulta la solución del problema. Claro está que cada etapa evolutiva tiene un nivel de complejidad que marca unas características y necesidades, lo importante es que al llegar la adolescencia ya se haya realizado todo un trabajo al interior de la familia. Estas son algunos pilares para prevenir el consumo de drogas.
Conocer a los hijos
Es el primer paso y determina algunas de las actuaciones de los progenitores. Cada hijo es diferente, por consiguiente los padres deben conocer sus particularidades y así poder impartir asertivamente los objetivos educativos para cada uno, aunque se deben conservar unas reglas y condiciones generales en el hogar.
Trabajar la autoestima
Desde el conocimiento de los hijos, los padres deben potenciar las fortalezas y trabajar las debilidades, ejercicio que genera en ellos confianza en sí mismos y los hace sentir fuertes ante los demás; este es el resultado del equilibrio en la balanza entre lo positivo y lo negativo de cada quien. Una sana autoestima es una especie de “blindaje” ante los ataques y rótulos tan dados a presentarse en las aulas; también es una herramienta que da criterio ante las opiniones de los otros para defender las propias convicciones. Y juega un papel fundamental en la aceptación grupal que tanta importancia adquiere en la adolescencia.
Reforzar la voluntad y el autocontrol
No todos tenemos la predisposición a las adicciones, pero es importante tener claro que esto puede suceder. Tiene entonces un valor importantísimo el ejercicio de la voluntad y el autocontrol. La voluntad genera la fuerza interior necesaria para luchar contra una situación no conveniente, lo mismo sucede con el autocontrol, el cual regula los impulsos y previene situaciones de riesgo.
Comunicación y confianza
Es un binomio inseparable; la relación padres-hijos y viceversa debe construirse bajo estos dos conceptos. Lo uno lleva a lo otro, es decir, una relación que se construye bajo la confianza, abre las puertas del diálogo. A su vez, la comunicación está vinculada a la escucha activa por parte de los padres, la cual hace que los hijos se sientan valorados y a su vez sepan que es la familia es lugar óptimo para resolver dudas sobre este y otros temas de riesgo.
Dentro de este diálogo, está el deber de los padres de hablar con sus hijos de los daños físicos y emocionales que genera el consumo de las drogas. Atrás debe quedar la idea que esta es una situación penosa y difícil de enfrentar, pues es una enseñanza de competencia exclusiva de los padres. La información dada en los colegios es un complemento, no es suficiente.
Como sabemos, la prevención es una misión de todos: familia, escuela y sociedad; no obstante es la primera la que se encuentra en nuestras manos y depende de nosotros, las demás son factores externos. Desde la familia se puede hacer mucho para evitar que los hijos tomen el camino incorrecto.