Por desgracia, algunos estudios hacen más énfasis en los altos índices de divorcios que en los matrimonios que se conservan unidos y felices a través de los años; los cuales seguramente, son una parte representativa.
Lo cierto es que una de las mayores riquezas que puede tener el ser humano, es la compañía de la persona amada hasta la eternidad. Para ello, traemos a colación los consejos que Francisco Gras, autor de Micumbre.com, brinda a los cónyuges:
1. Educación personal y social, en algunos sitios llamadas normas de educación o maneras
Es muy importante conocer las reglas de educación que se deben usar en la convivencia entre las personas. Cuanto más trato se tenga con las personas queridas, más educados hay que ser. No se puede bajar la guardia y argumentar la excesiva confianza para no cumplir con las reglas de educación. Ceder los sitios privilegiados, hablar correctamente sin palabras soeces.
De la misma forma que queremos comportarnos cuando estamos delante de personas que consideramos importantes o a las que les debemos respeto, así debemos tratar a la esposa/o públicamente y en la intimidad.
Si cada día se va cediendo un poco en la normas de educación, llega un momento en que la familia se convierte en una selva, donde gana el que más grita, el más ladino o el más descarado.
2. Dirimir las diferencias culturales, sociales, religiosas o políticas que aportamos al matrimonio
Sobre todo en los matrimonios multirraciales, multiculturales. Cada uno de los cónyuges, normalmente se ha criado de una forma diferente, tanto en el terreno familiar, como social y desconoce la impresión que causará en la esposa/o las costumbres y educación que aporta cuando llega la convivencia. Este aspecto debe quedar bien claro en el noviazgo, donde se deben poner a debate las diferencias para intentar conocerlas, aceptarlas o negociarlas.
Dar espacio personal para poder mantener las creencias religiosas. Si se pudieran compartir diariamente sería lo aconsejable ya que los matrimonios necesitan de la energía que aportan las creencias religiosas. Las parejas que rezan juntas, normalmente permanecen juntas.
3. Negociar y ceder
Cuando tengan diferencias ostensibles tienen que negociar cuáles se van a quedar, de qué forma se van a quedar y cuáles deben desaparecer. La negociación no es de quien gana más y quien pierde más. Es la de saber cómo van a vivir mejor los dos y los futuros componentes de la familia.
Las diferencias pueden ser fuertes en la forma de manejar las finanzas, las relaciones con los familiares directos o políticos, la dedicación profesional, las relaciones con los amigos, la forma de educar a los posibles hijos, horarios, nivel de vida aparente, y un sinnúmero de conceptos. En cada caso particular una vez puestas sobre la mesa las diferencias y las soluciones a las que están dispuestos cada persona a llegar, llega el momento de las cesiones y de los acuerdos.
Habrá algunas colas que no sean negociables por lo que es conveniente conocerlas antes de adquirir compromisos duraderos y tomar decisiones claras referente a las relaciones futuras. Después de conocer las que son innegociables suele ser demasiado tarde para llegar a acuerdos.
4. Tener objetivos claros y realistas
Antes de nada analizar profundamente si los motivos del matrimonio son para formar y hacer crecer una familia, como siempre lo han pensado o simplemente son para convivir con una determinada persona.
Dependerá del examen de esos motivos la realidad de lo que se va a realizar y los objetivos que se van a proponer para que los compartan como pareja. Los objetivos serán en el orden familiar, espiritual, profesional, social, económico, etc. Estos objetivos tienen que ser muy claros, realistas y asequibles.
5. Poner los medios necesarios para conseguirlos
Además hay que definir los medios a emplear para conseguirlos y el método para medir los avances o retrocesos. El esfuerzo aunado de dos personas hacen una cifra mayor que por separado. En estos casos, uno más uno, pueden sumar hasta tres o más.
Los medios a emplear para cumplir los objetivos también deben ser realistas y adaptarse a las capacidades del matrimonio. Si no son realistas pueden resaltar frustrantes y promover el abandono de los propósitos.
6. Ser austeros
La austeridad con moderación es una virtud que puede hacer hasta disfrutar a los que la practican. Es lo contrario del despilfarro al que están acostumbradas muchas sociedades.
Siendo austeros darán un buen ejemplo a los hijos porque aprenderán lo que cuesta ganar el dinero y otras virtudes humanas.
El llenar de regalos a la esposa/o o comprar cosas innecesarias hace unas costumbres que en los tiempos malos son muy difíciles de evitar y suelen llevar a que algunos matrimonios, que ya aportaban esa mala costumbre, se decidan a endeudarse con intereses escandalosos y que cada vez les resulta más difícil el salir del bache económico.
Asimismo, tener cuentas bancarias comunes, mejor una sola cuenta que refleje todos los gastos e ingresos, y analizar mensualmente todo lo gastado, los ingresos y hacer un presupuesto para los meses sucesivos, son sugerencias prácticas que los matrimonios pueden aplicar en su beneficio.
7. Ser ordenados
El orden empieza por el aspecto personal, pasando por la casa, las finanzas y las relaciones familiares y sociales. Demostrar orden en la casa es fundamental para evitar situaciones que algunas veces rayan en la servidumbre de una persona hacia la otra.
Las tareas a realizar deben estar bien definidas de acuerdo a la mejor habilidad, tiempo o posibilidades de cada uno. Ninguna tarea familiar es humillante para quien la hace con cariño, entrega y gusto. Hacer las tareas de la mejor forma posible es una forma de expresar el cariño a los demás y una enseñanza formidable para los hijos.
8. Perdonar las diferencias
Al cabo del día puede haber cosas que no se han hecho a gusto de la otra persona. La gran fuerza se demuestra perdonando, pero sin herir.
Hay un sabio consejo que dice que nunca empieces a dormir sin haber perdonado cualquier cosa que haya hecho tu esposa/o. Una simple palabra al acostarse puede ser el milagro que borre las diferencia habidas y que si no se borran pudieran incrementarse.
9. Encontrar las expectativas de la otra persona para intentar cumplirlas
Aunque algunas veces sea una tarea difícil el sonsacar a la esposa/o las expectativas que tiene con el matrimonio, es totalmente necesario el conocerlas y evaluarlas. Después llegará el momento de hablarlas con tranquilidad y negociarlas para poder cumplirlas.
Una esposa/o que no ve cumplidas sus expectativas, es una persona frustrada. Muchas veces ocurre porque no ha podido ni hablar de sus expectativas. Si las habla sinceramente hay muchas probabilidades de que entre los dos puedan llegar a cumplirlas.
10. Sacrificarse por la otra persona cuando sea necesario
El sacrificio total y desinteresado hacia la esposa/o, hijos o familiares representa la culminación del matrimonio. Si se quiere a la familia como no sacrificarse incondicionalmente por ella, puesto que han formado un solo cuerpo.
Todos los sacrificios que hagamos por nuestra familia son un ejemplo extraordinario para todos los miembros de la misma y para la sociedad.
Estos son algunos de los consejos que si los ponen en práctica les llevaran a tener matrimonios duraderos, felices y fructíferos.
Fuente: Escuela para padres – Micumbre.com