Comer despacio: 8 claves para una alimentación consciente

Revista Consumer – 26.04.2021


foto: freepik

Sentarse a la mesa con serenidad y tomarse un tiempo para comer aporta indudables beneficios para el proceso digestivo. Los alimentos se disfrutan más y el mecanismo de saciedad funciona mejor.

Sin embargo, dejarse llevar por el estrés para acabar cuanto antes con la comida no solo elimina ese momento de relajación a mitad de la jornada, sino que puede complicar la digestión. En este artículo te damos algunas sugerencias para aprender a comer despacio, te explicamos qué es la tasa de ingesta y cómo influye en tu salud la velocidad con la que comes. Además, te contamos por qué el tiempo que dedicamos a la alimentación es tan importante en el caso de los niños.

Qué es la tasa de ingesta

Cuanto más rápido se come cada bocado, más alimentos se ingieren a lo largo de la comida y también, más calorías. Es la llamada tasa de ingesta y se define con los gramos de alimentos ingeridos por minuto. Los datos más altos corresponden a alimentos líquidos, mientras que los más bajos se registran en aquellos que requieren más tiempo de masticación.

Cuanto más fluidos o más blandos (significa que contienen un mayor porcentaje de agua), más cantidad se puede llegar a comer en un minuto. Los alimentos altos en fibra, por el contrario, se consumen más lentamente y presentan una menor tasa de ingesta. Este dato es muy relevante a la hora de aventurar cuántas calorías se pueden ingerir con algunos alimentos fáciles de comer, pero con una carga energética o de azúcares muy alta. Por esa razón se sugiere no abusar de los zumos de frutas y priorizar la fruta fresca.

8 trucos para una comida sin estrés

1. Ni móvil ni televisión. Distraen la atención. O se come muy despacio, o se engulle a toda velocidad.

2. Usar la mano no dominante. Empuñar los cubiertos con ella hace que los gestos cuesten más y requieran más tiempo.

3. Posar los cubiertos. Soltarlos mientras se mastica corta el ciclo frenético de preparar un nuevo bocado mientras se tritura el anterior.

4. Ajustar las raciones. Si es escasa, anima a comer rápido para poder repetir. Si es excesiva, se come rápido para acabar a tiempo.

5. Texturas complicadas. Los alimentos duros requieren bocados más pequeños y masticar más.

6. Cubiertos inteligentes. Avisan mediante luces o vibración si se está comiendo demasiado rápido. Sí, existen.

7. Palillos chinos. Usarlos en lugar de los cubiertos habituales obliga a coger bocados más pequeños.

8. No usar los dedos. Llevarse la comida a la boca con la mano es un gesto rápido e innato. Cualquier instrumento será más lento.

¿Por qué a los niños la comida se les hace bola?

Para el pediatra Carlos González, no hay niños inapetentes, sino padres con expectativas demasiado elevadas sobre cuánto debe comer su hijo. Obligarle a comer de más solo logra eternizar el almuerzo y exasperar a los progenitores. Para el dietista-nutricionista Julio Basulto, solo hay dos razones que explican que un niño no quiera comer: o no tiene hambre, en cuyo caso hay que respetar su saciedad, o no tiene apetito y hay que averiguar por qué.

En este segundo supuesto el doctor José Manuel Moreno Villares, especialista en Nutrición Clínica y Pedriatría, junto con otros colegas del Hospital Doce de Octubre, hablan de la disfagia (dificultad para tragar). Estos pequeños rehúyen la comida, pueden retener un bocado masticado durante mucho tiempo en la boca sin deglutir o requerir varios intentos antes de tragar. “Precisan más tiempo para comer. Hay que tener paciencia y no tener prisa a la hora de la comida”, explican en una guía para padres publicada por el hospital. Si se trata de inapetencia, es mejor claudicar y pedirle que escupa el bolo en una servilleta. Algo habrá aprovechado al masticar.

Los niños procesan el tiempo y las cantidades de forma distinta a los adultos. Y hay que respetarlo. Desde que son capaces de llevarse los cubiertos a la boca, deben comer solos, aunque sea un adulto quien use el cuchillo para cortar o pelar las viandas. Un menú de dos platos y postre para un niño de cuatro años, por pequeño que parezca a ojos del padre, puede durar unos 40 minutos. Si come demasiado rápido y con ansiedad, conviene ponerle un reloj para que vaya más despacio. Y vigilar que no pinche varios trozos en un mismo viaje.

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