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La generosidad nos brinda paz, alegría y nutre el espíritu, tanto propio como el de los otros; por eso es una importante lección que debemos transmitir a los hijos desde las primeras edades.
Ser generosos es darse a los demás de forma desinteresada; es brindar lo que el otro necesita, no lo que nos sobra, y debe darse en el momento oportuno, lo que puede significar esfuerzo y hasta sacrificio.
El autor Francisco Gras en uno de sus artículos, habla sobre esta virtud y el papel que tenemos los papás en esta misión: “Los padres deben motivar a los hijos hacia la generosidad, explicándoles situaciones donde podrían ellos mismos ejercer voluntariamente, la generosidad con su dinero, tiempo, juguetes, ropa, libros, posibilidades de perdón, ayuda, cariño, buenos tratos, etc. Encauzándoles para que actúen con su iniciativa personal, en ayudar a los demás.”
Pero poco o nada servirá la cátedra si los hijos no ven ejemplos reales en su hogar. Por eso como primera instancia, los padres deben demostrar ellos mismos la vivencia de la generosidad, para luego poder transmitirla a los hijos. Estas son 10 maneras de promover esta virtud en casa:
1. Hacer constantemente una revisión de las cosas de cada miembro de la familia para ver qué puede dar a los demás, compartiendo lo que le sirve y le gusta, no únicamente lo que le sobra. Acostumbrarse a tener solamente lo necesario.
2. Reconocer y animar a los miembros de la familia a que tengan un acto de servicio o generosidad, fomentando acciones de servicio voluntarias, sin que nadie lo tenga que pedir. Evitar a toda costa burlas o bromas que inhiban esta actitud.
3. Practicar la moderación y la sencillez, hay que educar en el ser y no en el tener.
4. Dar prioridad a las necesidades de los otros. Vivir la generosidad significa renunciar a nuestros deseos, gustos y caprichos para darle prioridad a otras personas.
5. Ser hospitalarios. Recibir con gusto y alegría a los amigos y visitantes atendiéndoles y haciendo que se sientan bien.
6. Velar por las necesidades de los que están cerca: personal de servicio, amigos, vecinos, familiares, compañeros, etc.
7. Dar siempre lo mejor de cada uno. Sonreír, ser amables, practicar las buenas maneras.
8. Escuchar y enseñar a los hijos a escuchar, ya que esto es dar nuestro tiempo, atención y dedicación a quien quiere compartir con nosotros.
9. Agradecer en familia todos los dones que se han recibido de manera gratuita. Valorarlos y atender a los que no tienen tanto como nosotros. Evitar a toda costa quejarnos por lo que no tenemos.
10. Nadie es el centro, todos somos importantes. Se maleduca convirtiendo a los hijos en el centro de atención, permitiendo que hagan todo lo que quieran y tomando decisiones que deberían estar a cargo de los padres. Esta es una actitud que motiva a las personas a volverse egoístas.