Una forma de prevenir el cáncer de seno
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Con el objetivo de crear conciencia en este Día Internacional contra el Cáncer de Mama -19 de octubre- hablaremos de una forma muy eficaz de prevenir esta enfermedad: la actividad física.
El ascenso de la mujer mete al hombre más en casa
A juzgar por el tono de algunos libros sobre el hombre de hoy da la impresión de que Mr. Marlboro se ha convertido en Mr. Inútil. Que el modelo de macho sobrado de testosterona ha dado paso a un hombre flojo y sin inquietudes. Sin embargo, algunas estadísticas revelan un signo positivo de la nueva masculinidad: la mayor implicación de los padres en la crianza de los hijos.
Últimamente se han publicado en EE.UU. algunos libros de mujeres que se lamentan de la situación de los hombres. Si antes se quejaban de la dominación, ahora de la falta de carácter.
Adolescencia prolongada
En su libro I Don’t Care About Your Band (2010), la humorista y escritora Julie Klausner protesta contra los hombres que prolongan la adolescencia: “La idea de una noche perfecta para estos tipos es una partida de PlayStation con sus colegas o un viajecito a la Vegas… Se parecen más a los niños que cuidábamos cuando hacíamos de canguro que a los padres que nos llevaban a casa”.
Y Kay S. Hymowitz, autora del libro Manning Up: How the Rise of Women Has Turned Men Into Boys (2011), completa el retrato con unos párrafos cargados de dinamita: “Hoy la mayoría de los hombres en la veintena viven distraídos en una especie de limbo, un estado intermedio entre la adolescencia semi-hormonal y los deberes propios de la madurez. (…) Ya es hora de decir lo que se ha convertido en obvio para legiones de jovencitas frustradas: [que esta nueva etapa] no saca lo mejor de los hombres”.
“Relativamente acomodados, libres de responsabilidades familiares, y entretenidos por un despliegue de medios volcados a su entero placer, los jóvenes solteros pueden vivir en un mundo feliz. (…) ¿Por qué deberían madurar? De todos modos, nadie les necesita. No hay nada que puedan hacer. Pueden perfectamente tomarse otra cerveza” (cfr. “Where Have The Good Men Gone?”, Wall Street Journal, 19-02-2011).
Ciertamente, estos dos testimonios no son muy halagadores para el hombre de hoy. Recuerdan al título del relato de Flannery O’Connor “Un buen hombre es difícil de encontrar”. ¿Es posible que un gran número de hombres, considerados antes los transmisores de normas y pautas de conductas en la familia, se hayan convertido ahora en eternos adolescentes perdidos en su propia inseguridad?
Eva toma el relevo
En un libro recién publicado, The End of Men: and the Rise of Women, la periodista Hanna Rosin aporta algunos datos –sobre todo de EE.UU.– que muestran el ascenso económico de las mujeres frente al estancamiento de los hombres.
Desde principios de 2010, ellas ocupan ahora el 51,4% de los puestos profesionales y administrativos del país, mientras que en 1980 ese porcentaje se situaba en el 26%.
Al cambio de signo ha contribuido, entre otros factores, la crisis económica, que ha golpeado duro a sectores profesionales dominados por hombres (la construcción, la manufactura y las finanzas, sobre todo). De los 7,5 millones de empleos perdidos desde que comenzó la crisis, 3 de cada 4 pertenecían a hombres.
Las mujeres también han empezado a ganar más. En 1970 aportaban entre un 2% y un 6% de los ingresos familiares, mientras que ahora una madre que trabaja fuera de casa suele aportar de media un 42,2%. Además, 4 de cada 10 madres –en su mayoría solteras– son las que sostienen a la familia.
Las perspectivas de futuro no son muy alentadoras para los hombres. De las 15 profesiones que más puestos de trabajo se espera crear en EE.UU. hacia 2016, 12 están dominados por mujeres: ventas, enseñanza, contabilidad, cuidados de niños y ancianos, servicios de atención al cliente…
La educación es otro indicador elocuente. Entre los estadounidenses de 25 y 34 años, el 34% de las mujeres han acabado la secundaria frente al 27% de los hombres. Además, el 60% de los títulos universitarios son obtenidos por mujeres.
Padres más implicados
El modelo de Mr. Inútil no cuadra con la mayor implicación de los padres en la crianza de los hijos que se viene observando en EE.UU. desde hace años. “Cualquier observador ocasional de la vida familiar estadounidense sabe que ahora los padres están llevando a sus hijos más que nunca a las consultas de los médicos, que les ayudan más con sus deberes y que juegan más tiempo con ellos”, escribe Susan Gregory Thomas en un artículo que tuvo mucho eco hace unos meses (cfr. “Are Dads the New Moms?”, The Wall Street Journal, 11-05-2012).
Un informe reciente de la Oficina del Censo estadounidense revela que el 32% de los padres con esposas que trabajan fuera de casa se ocupan ahora de modo habitual de sus hijos menores de 15 años, mientras que en 2002 esa cifra estaba en un 26%.
Sea por la influencia del movimiento feminista de los años setenta, sea porque han experimentado en sus propias carnes los costes sociales de la era del “padre ausente”, dice Thomas, lo cierto es que los padres de hoy están dispuestos a involucrarse activamente en la vida cotidiana de sus hijos.
A partir de un análisis de la National Survey of Family Growth (2006-2008) basado en entrevistas a 13.495 adultos estadounidenses, el Pew Research Center calcula que el 98% de los padres casados que viven con sus hijos menores de 5 años juegan con ellos varias veces a la semana. Con la misma frecuencia, el 95% come con ellos o les da de comer; el 89% ayuda a bañarles y vestirles; el 60% les lee algún cuento (cfr. “A Tale of Two Fathers”, 2011).
Entre los padres casados que viven con sus hijos de entre 5 y 18 años, el 93% habla con ellos de sus asuntos varias veces a la semana; también con esa frecuencia, el 63% ayuda a sus hijos con los deberes; y el 54% los lleva a actividades lúdicas o deportivas.
Los padres no solo están pasando más tiempo con sus hijos; también han cambiado su relación con ellos, explica Aaron Rochlen, profesor de psicología de la Universidad de Texas, en un reportaje de la revista Time. Ahora son más afectuosos, les abrazan, les dicen que les quieren… Muchos padres están desafiando el viejo tópico del macho incapaz de expresar sus emociones.
“Tradicionalmente, la masculinidad ha estado asociada al trabajo. Y el trabajo, a su vez, se asocia al éxito, a la competitividad, al poder, al prestigio, a la dominación sobre la mujer, a una afectividad pobre”, añade Rochlen. “Sin embargo, un buen padre necesita ser expresivo, paciente, emotivo, no puede estar orientado solamente a los asuntos económicos”.
El propio Rochlen hizo su descubrimiento personal de este nuevo estilo más afectuoso de ejercer la paternidad. Casado y padre de dos hijas de 5 y 3 años, antes se limitaba a ver sus juegos y a “hacer de chofer al zoo en algún raro fin de semana”. Hasta que empezó a comprometerse a fondo en sus vidas.
Entonces descubrió que “sí, eso significaba ayudar con los deberes, la colada, y la cocina, pero sobre todo tenía que ver con escuchar a diario sus batallas y sus triunfos. Vi cómo se desarrollaban sus personalidades; cómo explotaba su creatividad; y cómo se abría su mente para solucionar problemas y dar respuestas a preguntas”.
Ejecutivas del hogar
La sociedad consumista ha hecho que se menosprecie la labor de una madre porque aparentemente no produce ingresos a la familia. No hay nada más equivocado, pues una madre es la cabeza de la institución que representa la base de la sociedad. La empresa que dirige se llama FAMILIA y su producción es nada menos que todos los hombres y mujeres profesionales del futuro.
El retraso de la maternidad y sus implicaciones
Varios estudios confirman que cada vez son más las mujeres que prefieren aplazar su maternidad por diversas razones, no obstante, una gran mayoría de médicos aseguran que la edad de la mujer es determinante en el proceso de concepción.
El instinto materno no es un simple mito
Instinto maternal o sexto sentido, son los nombres coloquiales para referirse a la conexión permanente que existe entre madre-hijo, la cual brinda una maravillosa relación íntima desde el mismo momento de la concepción.
Evidencias científicas
Contra quienes piensan que el instinto maternal se trata de un mito, los científicos hallan evidencias de que el amor maternofilial se sustenta en argumentos biológicos, químicos y hasta genéticos. A pesar de las investigaciones, las madres no necesitan ninguna evidencia para asegurar que el instinto materno es una realidad, no en vano lo experimentan a diario.
Durante los nueve meses de gestación, las neuronas maternas productoras de oxitocina se dedican a fabricar y acumular suficientes reservas para afrontar con garantías el momento del parto. Cuando éste al fin tiene lugar, la hormona se libera masivamente en el torrente sanguíneo, contrayendo el útero para ayudar a expulsar el feto. Pero además de contribuir a estos cambios fisiológicos básicos para que el nacimiento discurra por los cauces normales, la oxitocina ejerce un fuerte impacto sobre diversas regiones del cerebro que van a influir sobre la conducta materna posterior.
Destrezas desarrolladas con la maternidad
La maternidad es una creación perfecta, fue ideada a semejanza de las habilidades que facilitan su labor de protección y crianza, como por ejemplo la sensibilidad de los sentidos, resistencia al estrés, capacidad de orientación, mejora de la memoria, desarrollo de reflejos, entre otros.
Su capacidad especial para percibir el peligro e identificar cuando algo anormal ocurre o puede llegar a ocurrir, es una obra más de la maternidad. De igual forma, las madres llegan a un grado de conocimiento tal de sus hijos, que pueden detectar mensajes ocultos, únicamente con el tono de voz o algún guiño corporal.
Por eso es que ellas reconocen mejor el llanto de su propio hijo que el resto de sus congéneres, incluido el padre de la criatura. Esta la conclusión a la que ha llegado un grupo de investigadores de la Universidad Médica de Carolina del Sur. Los estudios revelaron que el lloro de un bebé también activa en su madre el sistema límbico, una zona del cerebro ligada a las respuestas emocionales. En el padre, sin embargo, las diferencias entre la respuesta cerebral frente a los llantos de su propio hijo o los de otros bebés son inexistentes.
Pero el oído no es el único sentido materno que se vuelve especialmente receptivo al neonato. La oxitocina (hormona materna) promueve asimismo un período de sensibilidad extrema a las señales táctiles y olfativas. En el caso del olfato, la agudeza de una madre es espectacular. Varios experimentos han corroborado que, después de pasar 10 minutos cerca de su bebé, cualquier madre es capaz de distinguir a su hijo de cualquier otro niño sólo por el olor, con más de un 90% de éxito.
Por si todo esto fuera poco, a la larga lista de cambios cerebrales inducidos por la maternidad hay que sumar el aumento de la memoria y el aprendizaje, así como una notable mejora en la habilidad para orientarse y desenvolverse en las tres dimensiones del espacio.
Algunas de estas habilidades sólo se conservan durante los primeros años o incluso meses de vida del hijo. Sin embargo, hay otros efectos mucho más duraderos que demuestran que el amor incondicional de las madres es único y está compuesto de habilidades especiales propias de la maternidad.
Fuente: derf.com.ar
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Llega un momento en que los hijos se van de casa para tomar su propio rumbo, algunos lo hacen más temprano, mientras que otros tardan en irse.
Mamás que obstaculizan un normal desarrollo de los hijos
Ser mamá no es una tarea fácil y menos cuando se carece de una vida propia que la lleva a vivir a través de sus hijos. Una mujer que de verdad desea ser una buena madre debe esforzarse primero por reconocer y enfrentar sus miedos, dejar a parte el egoísmo y no pretender ser el referente de todo minuto y situación. En pocas palabras, debe ser una persona madura para dejar que sus hijos se desarrollen con una personalidad que les permita crecer como personas autónomas.
Homenaje a las madres “invisibles”
Hay días en que se siente el peso cuando eres madre de familia. Hay días en que todo te fastidia, como cuando estás en el teléfono y uno de los chicos entra a decirte que si lo puedes llevar a tal lado, que si le das esto o aquello, como si no fuera obvio que en ese momento estás ocupada; por dentro piensas, ‘¿Qué no ves que estoy en una llamada?, obviamente no!’, ni lo toman en cuenta; igual si estás cocinando, o limpiando el piso, o poniendo la ropa en la lavadora; parece que fueras una persona invisible: la mamá invisible.
¿Qué tal lo hago como mamá?
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Cualquiera que sea la razón que haya provocado la ausencia del padre en el hogar, esta situación representa un gran desajuste en los hijos y un duro reto para la madre.