El trabajo dignifica al ser humano y es el medio para proveerle el bienestar material a la familia. Pero no siempre resulta fácil para el hombre y la mujer lograr este equilibrio trabajo-familia, teniendo en cuenta las exigencias del mundo empresarial que hoy rigen.
Por eso, en el marco de la celebración del Día del Trabajo (1ero de mayo) te damos las siguientes recomendaciones que pretenden servir de reflexión y hacer un alto en el camino para pensar en el negocio más importante de la vida: la familia.
Ser eficientes durante las horas laborales: Durante la jornada ordinaria se debe poner toda la concentración y empeño, de modo que estas horas sean lo más productivas posibles y así poder culminar a la hora indicada para irse a casa. Para lograr este propósito es importante eliminar los llamados “ladrones del tiempo” como son: la falta de delegación, las reuniones largas y mal preparadas, la impuntualidad, la poca organización de las actividades, las conversaciones inoficiosas, entre otros.
Establecer límites y prioridades: La familia es el cliente más importante, por lo tanto debe tener su lugar en la agenda con carácter prioritario y sin opción de ser desplazados por asuntos del trabajo. Para velar porque este compromiso sea inamovible, se sugiere establecer citas con fecha y hora, como si se tratara de cualquier compromiso profesional. Esto implica además aprender a defender este espacio, muchas veces habrá que decir “no” a eventos o invitaciones que no son determinantes para la vida profesional y al contrario, sí son de gran provecho en el hogar.
No llevar trabajo para la casa: Sólo en circunstancias extremas que así lo requieran, los expertos recomiendan no llevar trabajo para la casa. Hay que aprender a culminar las tareas laborales para poder disfrutar de la familia, sobretodo en esta era de las comunicaciones hay que “desconectarse”: apagar los móviles, no mirar el correo, apartarse de la computadora… En ocasiones esto se convierte en hábito y poco a poco se va deteriorando el espacio familiar.
Compartir los triunfos y las dificultades: No es justo llegar al hogar malhumorado, a causa de las dificultades del trabajo. La pareja es un apoyo y la persona más indicada para escuchar y tal vez brindar un consejo cuando se presentan estas situaciones, pero siempre bajo los términos de respeto, confianza y amor.
Confesarle al esposo(a) que se tienen líos laborales -grandes o pequeños, pero que igualmente le quitan el sueño- permitirá que fluya la comprensión y la empatía en la pareja, evitando así muchos conflictos. Hay que tener en cuenta que ante un comportamiento agresivo o retraído sin explicaciones, la imaginación no tarda en comenzar a volar…
Estar en casa; con cuerpo y alma: Algunos padres caen en el error de llegar a casa a ver televisión o a mirar redes sociales, etc. Cuando se está en casa, se debe dedicar tiempo de calidad tanto al cónyuge como a los hijos. La cena por ejemplo, es un momento especial para sentarse todos juntos en la mesa y comentar las experiencias que cada uno vivió en el día, o si no es esta ocasión, debe existir otro espacio que permita el diálogo y esparcimiento en familia -realizar actividades deportivas, ir al parque, dar un paseo, etc.- en fin, cada grupo familiar define qué va mejor de acuerdo a su estilo; lo importante es evitar que todos lleguen a casa a encerrarse en sus habitaciones. Ojo: hay que luchar por ser una familia “unida” y no una familia “junta”.
Tiempo a solas con el cónyuge: no es sólo un consejo, es el fruto de investigaciones que demuestran que una cita semanal con el esposo(a) sin hijos y sin distracciones, une a la pareja y la fortalece, lo que se traslada en beneficio para los hijos.